París
Nadal desdibuja a Ferrer
El español Rafael Nadal, número uno del mundo, logró el pase a semifinales de Roland Garros tras derrotar a su compatriota David Ferrer, finalista del año pasado, que le ganó el primer set del torneo antes de derrumbarse y perder los tres siguientes: 4-6, 6-4, 6-0 y 6-1.
En la pista Suzanne Lenglen, un tenista con puño de hierro y otro destruido. Un jugador que pasó de sometido a dominador en apenas un instante; que sufrió en el primer set, y lo perdió, el primero que cede en Roland Garros este curso, pero que después arrasó. Sopló fuerte Nadal, más que la molesta brisa que había en París, para empujar a Ferrer y desesperarlo. El plan perfecto de «Ferru» se hizo añicos y será Rafa, el rey de la tierra, el que seguirá defendiendo su corona en las semifinales contra Andy Murray...
...Pero eso será mañana, otra batalla. La de ayer comenzó con algunos aspectos a tener en cuenta. Primero, se disputó varias horas después de lo previsto. La lluvia fue la culpable. Y la lluvia dejó una pista empapada y lenta a la que había que adaptarse. El viento apareció también y convirtió la tarde en todavía más incómoda. Todo eso eran enemigos extra. El número uno del mundo, que lo sigue siendo de momento a la espera de cómo termina el torneo, tenía frente a sí al hombre al que derrotó en la final del año pasado. David Ferrer, por contra, pudo con Nadal en el duelo más reciente, el único que han disputado este año en tierra. Llegaba confiando en sus opciones el alicantino y sabiendo muy bien lo que tenía que hacer: ser agresivo, pegar hasta morir e intentar acorralar al zurdo de Manacor en el lado del revés para ganar pista por ahí. Y así lo hizo al comienzo. Y le funcionó. Empezando los puntos por ese lado, el del revés, David hizo pasar un mal rato a su amigo casi en cada servicio. Rafa sufrió en todos los saques menos en uno, siempre por debajo: 0-15, 15-30... O teniendo que levantar pelotas de rotura. Al primer «break» de Ferrer, tuvo una respuesta inmediata. Al segundo, se dejó el primer parcial.
Pero si algo tiene el ocho veces ganador del «Grand Slam» de tierra batida es que sabe manejarse en los partidos. Y los nervios, que los tiene, no le nublan. Por el camino de la defensa no iba a ganar el choque. Y entonces pasó al ataque. Se colocó encima de la línea de fondo y arriesgó escorándose para proteger su zona menos fuerte y jugar con la derecha desde el lado del revés. Con su golpe maestro no pierde pista y puede dominar. Un riesgo que le mereció la pena, como antes le había merecido la pena a Ferrer jugar como si fuera pista rápida, a pocos tiros. Para ganar a Nadal hay que ir al límite y el problema de caminar por el límite es que es fácil caerse. Los errores empezaron a multiplicarse en el lado del valenciano, mientras Rafa jugaba un tenis más estable. El partido era un cara o cruz par «Ferru», morir o matar, apretar pasase lo que pasase, y la pelota empezó a marchársele. Cada error de David era un refuerzo en la moral de Nadal, que se convirtió en el dueño del encuentro poco a poco. Su pelota iba cada vez más lejos, lo que impedía que su rival acertara con sus «disparos». El segundo set fue sólo un adelanto de lo que iba a suceder después.
Cuando se marchaba la luz de París y el sol que apareció después de la lluvia se escondía entre las nubes, se encendió el implacable Rafa en una ya casi noche fría. Algunos espectadores se tapaban con mantas mientras Rafa se desmelenaba en la cancha. El cuarto juego que se llevó Nadal en el segundo set y que supuso el 5-4 dio paso a un parcial demoledor: desde ahí hasta el final, 13 juegos a uno para Rafa, que poco a poco fue dando la vuelta a la estadística de errores no forzados. Empezó 15-8 en el primero para acabar Nadal con 21 y Ferrer con ¡¡50!!. En el penúltimo parcial, el manacorense no cometió ninguno. Y sólo tres en el último. Así se explica el 6-0 y 6-1. Así, y con las propias palabras de «Ferru»: ««No he estado a la altura, he perdido la concentración, he estado mal de actitud, no se corresponde a un "top 10". Estoy triste por mi concentración en la pista. Sólo puedo pedir disculpas a los que han pagado la entrada». Un tenista permaneció en la pista siempre y el otro se marchó mucho antes de tiempo. Sólo hubo un amago de reacción de Ferrer cuando se colocó 3-1 con un «break» y rompió la racha de 10 juegos seguidos de su rival. Fue un espejismo. El partido ya era de Nadal y no lo iba a dejar escapar.