Rojo
Un final cruel para Nadal en Australia
El español se retira en el quinto set de los cuartos por una lesión. Cilic y él estaban protagonizando un partidazo que empezó ganando y que iba 3-6, 6-3, 6-7 (5/7), 6-2 y 2-0.
El español se retira en el quinto set de los cuartos por una lesión. Cilic y él estaban protagonizando un partidazo que empezó ganando y que iba 3-6, 6-3, 6-7 (5/7), 6-2 y 2-0.
No se merecía Nadal un final así en Australia. Visiblemente cojo, mermado en sus movimientos, se empeñó en seguir jugando pese a que desde su banquillo le decían que se retirara. Iba perdiendo 1-0 y 0-40 en el quinto set. Salvó las tres bolas de ruptura y todavía estuvo unos minutos batallando. Perdió el juego y entonces fue a dar la mano a la juez de silla y a Cilic. Se retiraba antes de acabar, por segunda vez en su amplia carrera en un «grande», y así ponía fin a su aventura en Melbourne en 2018. Pese a todo, su clasificación para los cuartos le asegura mantener el número uno al final del torneo.
Mediado el cuarto set comenzó el calvario físico. Unas molestias en el muslo derecho, en la zona de la ingle, de la que fue tratada por el fisioterapeuta en dos ocasiones. La cara de dolor del español era notable. Perdía 1-4 ese parcial y realmente ahí terminó el partido. El calvario tenístico empezó en el segundo set, porque hasta ese momento estaba siendo una de las noches épicas del español ante un gigante como Cilic. Siempre se le había dado bien a Nadal medirse al croata, pese a que es un jugadorazo. Y mediado el segundo set parecía que la victoria no se le escapaba. Había ganado el primero, controlaba el saque de su oponente y tenía «break» en el segundo (3-2). Pero en ese momento sufrió una «pájara». Perdió agresividad, sirvió mejor Cilic y ganó cuatro juegos seguidos para igualar el encuentro. El cambio del número seis del mundo fue notable. Desde ahí fue un coloso con el saque y también desde el fondo, con tiros planos potentísimos en todas direcciones, en particular con su derecha paralela. El partido era lo que él quería: hacía los golpes ganadores y también los fallos. Rafa sólo podía resistir. Y lo hizo a la perfección. Se agarró a la pista, no se dejó intimidar mentalmente por la potencia y agresividad de su rival y forzó un «tie break» en el que se mascaba la tensión. En la pista y en la grada. Parecía una película de Hitchcock. Una pequeña ventaja para el español (2-0). La réplica de Cilic (2-3). La contestación de Rafa (4-3), un niño que llora en la grada y obliga a parar el partido, los flashes de las cámaras que obligan a otro parón y el 7-5 para Rafa.
Lo había vuelto a hacer. Resistir, no agobiarse por los zambombazos y aprovechar sus oportunidades. Nadie como él para conseguir eso. Pero también había corrido mucho. Por eso, y quizá también porque llegaba por primera vez a Australia sin haber jugado ningún torneo previo, sin el ritmo que da eso, su físico le detuvo. El partido seguía vivo pese a que Rafa se imponía por dos sets a uno; no se sabe lo que podría haber pasado, pero estaba claro que mermado ante el Cilic que se vio en la pista Rod Laver era imposible hasta para él.
En el otro partido de cuartos también hubo sorpresa. Dimitrov, que llegaba en plena forma a Melbourne, perdió con el británico Edmund (6-4, 3-6, 6-3 y 6-4), que disputará sus primeras semifinales de un «Grand Slam».
✕
Accede a tu cuenta para comentar