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Hípica

Todas las claves para elegir el primer caballo

Para un jinete novel es imprescindible la adquisición de un caballo veterano que se convierte en un profesor silencioso. Maya de la Joya con "Katanga" o Salvador Cámara con "Azellay" son dos buenos ejemplos

Maya de la Joya y "Katanga d’Eawy"
Maya de la Joya y "Katanga d’Eawy"Chacco Marketing

Elegir un primer caballo puede marcar el destino de un jinete o una amazona. Esta primera compra suele estar destinada a un jinete novel, en muchos casos un niño, y eso significa que el animal tendrá que suplir con oficio lo que le falta en el jinete. La hípica funciona así: cuando uno empieza, la inexperiencia del niño la compensa el caballo. En este primer binomio se forja el aprendizaje, los miedos superados y, sobre todo, la confianza que hará que ese recién estrenado jinete quiera seguir montando.

Un ejemplo es el de Maya de la Joya Fernández Longoria con "Katanga", el Connemara con el que empezó a competir. Un poni C con recorrido probado, que ya había demostrado en la pista que sabía su trabajo y que transmitía seguridad. "Katanga" era sensato, constante y con la cabeza suficiente para perdonar los errores de una amazona que estaba empezando a medirse en los concursos. Maya reconoce que mucho de lo que es hoy como deportista se lo debe a ese poni, que le enseñó a entrenar con paciencia y a saltar con confianza. Ese es el perfil del primer caballo que de verdad funciona: el que enseña más de lo que recibe. Los buenos entrenadores buscan siempre un caballo con experiencia que supla la carencia de esta que tienen sus alumnos.

Algo parecido ocurrió con el caso de Salvador Cámara y "Azellay". Se trata de un adulto que se subió a la montura cuando ya tenía la vida encaminada y decidió no bajarse de ella al conocer la adrenalina de la competición. La diferencia la marcó su elección: un caballo veterano y con mucho oficio, "Azellay", con un historial que incluía títulos nacionales y presencia en un Campeonato de Europa. "Azellay" abandonó su retiro para llevar a Salvador a competir hasta pruebas de 1,20 metros. Cuando cayó en manos de Salvador, el experimentado caballo encontró una segunda juventud. El tordo aportaba serenidad, experiencia en pista y esa seguridad que sólo da haber saltado mucho y muy grande.

Ambos ejemplos, Salvador y Maya, recuerdan lo esencial: el primer caballo debe ser experto, un animal con recorrido, un profesor silencioso.

La compra, además, supone una responsabilidad que asume el comprador y en el caso de los niños, la familia al completo. Comprar un caballo es más que una cuestión de dinero. Supone tiempo, constancia y un compromiso diario. Un caballo necesita salir a trabajar todos los días. Si el niño no puede ir a la hípica, hay que pagar para que alguien lo monte. La cuadra, el trabajo a la cuerda, el herraje cada seis semanas, el veterinario y la alimentación son parte inseparable de esa decisión.

Los costes de mantenimiento de un caballo cambian mucho según la ciudad. En Córdoba, un box con manutención puede rondar los 300 euros mensuales. En Madrid, esa cifra se multiplica y puede alcanzar casi un sueldo medio. A esto hay que añadir la equipación de caballo y jinete, las clases y, en algunos casos, las salidas a concurso. Además, el animal se compra con una visión de dos o tres temporadas como mucho. El jinete avanza, progresa en su nivel, y llegará un momento en el que ese caballo ya no pueda darle lo que necesita.