Ciclismo

Vingegaard, flamante ganador del Tour 2023

El danés ha ganado por aplastamiento. Limpiaba pescado para ser ciclista y se ha quedado sin rivales en su segunda victoria en la ronda gala. Estará en la Vuelta a España

Jonas Vingegaard ha ganado su segundo Tour
Jonas Vingegaard ha ganado su segundo TourEuropa Press

Serio hasta la médula, hasta en la victoria más absoluta llegó Jonas Vingegaard hasta París. Patrón absoluto, dominador total. Una roca impenetrable, inexpresivo también. Así ha ganado su segundo Tour, «donde he estado mucho más fuerte que el año pasado», señala sin ser sobrado, sin aires de grandeza. Con la sinceridad que le da ser, a tiempo presente, el hombre-Tour por antonomasia del pelotón. «Ahora podemos decir que Jonas es el hombre más fuerte para el Tour», ha reconocido también su más cercano rival, Tadej Pogacar.

Ya se han citado para el próximo Tour. Pogacar vela armas y quiere la revancha, pero Vingegaard está a otras cosas. El año pasado cuando ganó su primer Tour, la avalancha de la fama le hizo coger a su familia y refugiarse en Mijas. Esta vez no, será distinto. Ya ha confirmado que quiere estar en la salida de la Vuelta el próximo 26 de agosto en Barcelona. Compartirá galones con Primoz Roglic. Ganador del Giro y vencedor del Tour juntos, en el mismo equipo, el Jumbo-Visma que aspira a hacer triplete en las tres grandes vueltas del calendario.

El Tour Vingegaard lo ha ganado por aplastamiento. Desde el ataque en el Marie Blanque, con la carrera aún desperezándose en la quinta etapa cuando ya metió un minuto a Tadej Pogacar. Tres golpes. Ése fue el primero. Un día después cogió el liderato y ya nadie fue capaz de arrebatárselo hasta París. De ahí en adelante, corrió con sangre fría, sin dejarse llevar por los ataques fulgurantes de Pogacar, dejando hacer al esloveno a pesar de que le iba mordiendo segundos poco a poco a lo largo de las etapas. Pero llegó la crono, 22 kilómetros sólo, y los diez segundos que les separaban se convirtieron en minuto y medio.

Un mazazo tremendo que no fue el definitivo. Apenas un día después llegó el golpe total. En Courchevel, Vingegaard remató a Pogacar que, vacío y roto, sobrevivió como pudo. Cinco minutos le cayeron. A siete y medio le mandó en la general. «Éste Tour he sido mucho más fuerte que el año pasado y creo que me sigo desarrollando», avisa. Dice que aún tiene más margen de mejora. Todavía más.

Vingegaard es ese chico que limpiaba pescado en una conservera de Dinamarca para ganarse el sueldo que le permitiese ser ciclista. El sábado, el mismísimo príncipe heredero de su país le llamó para felicitarle. Al chico que es más padre y marido que ciclista o ganador de dos Tours.

Lo primero es lo primero, él lo tiene claro desde siempre. Le costó más conquistar a Trine, su mujer y madre de su pequeña Frida que ganar un par de Tours de Francia. Por eso las cuida más que a nada en el mundo. Las quiere cerca todo el tiempo que pueda «porque este año estaré lejos de ellas unos 150 días. Hay muchos sacrificios para ganar una carrera como el Tour y ganarlo te da confianza», explica.

«Este año conocía mis puntos más fuertes mejor que nunca y sabía cómo sacar lo mejor de ellos», asegura. Se ha convertido en invencible, el mejor hombre-Tour que existe. Pero ya le piden más, que mire a un horizonte más allá de la ronda gala. Él lo tiene claro: «El Tour de Francia es la carrera más importante del mundo y tiene algo especial. Es demasiado pronto para decirlo, pero para mí el Tour es algo especial y probablemente intente ganarlo de nuevo el año que viene». Aunque antes de subirse al podio de los Campos Elíseos, ya ha asegurado su presencia en la Vuelta a España, basta saber en qué condiciones y con qué mentalidad lo hará, compartiendo jefatura con Primoz Roglic.

Ésa será otra historia, tampoco de momento preocupante para Vingegaard, porque, ya lo deja claro: «Mi gran objetivo es ganar el Tour». Y a eso volverá el próximo año. «Con mucha más confianza en mí mismo», comenta. En eso se basa todo dentro de su enjuto cuerpo, los enteros que ha ganado mentalmente. «Hace dos años corrí mi primer Tour de Francia y fui segundo. Mi primer año ya empecé a dar resultados. No es que antes no fuera un buen ciclista, pero antes no era capaz de soportar la presión. Sobre todo, la que yo mismo me ponía, pero aprendí a manejarla. A partir de ese momento, empecé a ganar, empecé a subir al podio. Cada vez tienes más confianza en ti mismo». Hasta convertirse en lo que ha sido en este Tour: una roca indestructible.