Coronavirus

¿La mayor suma de recursos jamás movilizada?

El paquete de medidas aprobado hasta ahora, no solo es corto, sino que puede considerarse contraindicado para la grave situación económica que padecemos

El Congreso debate la prórroga del estado de alarma
El presidente del Gobierno, Pedro SáncheMariscalAgencia EFE

Con la afirmación de que estábamos ante la “mayor movilización de recursos de la historia de nuestro país” por parte del Gobierno, el pasado 17 de marzo, nuestro presidente del Gobierno, presentaba un paquete de medidas que, a muchos, nos sonó como un anuncio insuficiente desde el minuto cero y, para algunos, los que eran de esperar, aplaudieron fervorosamente como la solución para los mastodónticos problemas económicos que la gravísima crisis sanitaria que padecemos estaba ya generando y que, sin duda, generara en las siguientes semanas y también meses. Los que por prudencia y responsabilidad preferimos esperar al “desarrollo” de las medidas anunciadas y a verlas escritas en los correspondientes decretos, hemos constatado que el “paquete de medidas aprobado” hasta ahora, no solo es corto, sino que en algunos aspectos, a nuestro modesto entender, pudiera considerarse contraindicado para la también grave situación económica que, como ya he subrayado, padecemos.

Dado que estamos ante una brutal crisis sanitaria y de salud pública (esta si que sin precedentes en nuestra historia), utilizando terminología médica, diremos que, una vez más, el diagnóstico sobre la situación generada es erróneo y el tratamiento suministrado a un paciente en estado de agonía (nuestra economía) es en unos casos insuficiente y en otros contraindicado. No sólo es una cuestión de recursos, lógicamente cruciales, sino también de la adopción en el momento oportuno de decisiones correctas y ajustadas a la realidad que vivimos.

El diagnóstico es erróneo, porque no estamos ante una crisis económica al uso, que con medidas de estimulo y apoyo a empresarios y pymes pueda remontar. No podemos confiar esta vez en que la demanda interna o la demanda externa sean motores de recuperación en el corto y medio plazo y que sectores agonizantes como es el caso del turístico, tan fundamental en nuestro PIB, resurjan con turistas, por ejemplo, del Reino Unido, Alemania , Rusia o Estados Unidos y ello, simplemente, porque los “potenciales turistas” de estos países están hoy tan encerrados en sus casas como nosotros y con problemas económicos y sociales no muy diferentes a los nuestros, aunque sus economías sean mas potentes y tengan mayor capacidad de recuperación. Por otra parte, el denominado “turismo nacional” es presumible que este verano, aun cuando la “tensión y alarma sanitaria” haya bajado, no sea todavía lo suficientemente fuerte para reanimar el sector, dada la cercanía y el recuerdo de lo que ahora estamos pasando y la sospecha o temor a un posible repunte de la situación sanitaria en otoño.

El Gobierno de España ha decidido –está por ver si a tiempo- PARAR ESPAÑA, siguiendo la lógica estela de otros países y las recomendaciones de la OMS, para intentar ralentizar los contagios del Covid-19 y así evitar el colapso de nuestro sistema sanitario. Pues bien, lo cierto es que con la disciplina y resignación de todos los españoles, ha conseguido detener nuestro país prácticamente en su totalidad, aunque también es evidente que, por desgracia, no ha conseguido evitar el colapso de nuestro potente Sistema de Salud (público y privado). Con la excepción de los sectores estratégicos, y mientras la cadena agroalimentaria trabaja a marchas forzadas para atender la demanda de la población y el sector bancario se prepara atender las demandas urgentes de financiación, lo cierto es que el resto de los sectores han parado o están a punto de parar.

Sin entrar en valoraciones que hoy aún no tocan, sobre si se hizo lo correcto en el momento adecuado, si se hizo tarde y mal o si se podían haber minimizado ciertos daños, por cierto no menores, con mayor previsión y determinación, lo cierto es que el otro enfermo (la economía) esta próximo al encefalograma plano, y esto sí que con paracetamol no se cura. Para aguantar el parón, que muchos nos tememos que será de más de un mes, y para “tener fuerzas” el día después para remontar y volver a caminar, necesitamos una auténtica terapia de choque que inyecte en nuestro tejido productivo recursos suficientes . No tengo duda de que nos levantaremos y volveremos a caminar, pero también tengo la certeza de que poco o nada habrá ayudado el “paquete de medidas” y que, además, el endeudamiento de nuestra economía y de nuestras empresas y profesionales será de tal envergadura que se convertirá en un pesado lastre con el que tendremos que convivir años , condicionando gravemente nuestra competitividad y crecimiento económico en el ámbito europeo y mundial, y mientras, nuevamente, los ERTE se convertirán, inexorablemente y en muchos casos, en ERE, a pesar del “voluntarismo” del Gobierno que ingenuamente pretende obligar, por decreto, a que una empresa en crisis no cierre o no entre en concurso en el plazo de seis meses.

Pues bien, como antes decía, el tratamiento suministrado para resolver esta situación puede entenderse insuficiente y contraindicado. Insuficiente porque realmente no hay inyección real significativa alguna de dinero a nuestras empresas y negocios ahora parados o a punto de parar. Se habla de “movilizar” pero nunca de “gastar”, porque realmente lo que se gasta es muy poco en comparación con lo que se necesita. Anunciar avales del ICO por 100.000 millones de euros, que hoy ya son solo, de momento, 20.000, no pasa de ser un apunte contable y “estético” para dar seguridad a nuestro sistema bancario, que va a ser el que de verdad ponga el dinero, endeudando así mas a nuestras empresas, empresarios y profesionales y, por lo tanto, nuestra economía. Los avales del ICO solo serán una gran carga para nuestra economía si, lamentablemente, al final terminan ejecutados en una gran parte, y si esto llega a ser así, solo será por el fracaso de las medidas del Gobierno. ¿Si el Gobierno cree realmente en la eficacia de las medidas aprobadas, por qué las raciona ahora? ¿Miedo a que al final los 100.000 millones sean ejecutados por el sector financiero para cubrir el impago de los préstamos que se den? Pues si este miedo existe, me temo que es porque algo se está haciendo mal y el propio Ejecutivo duda una vez mas de la eficacia de lo que hace.

Por su parte, permitir aplazar deudas fiscales que se generan mensualmente o trimestralmente, no es poner dinero, es retrasar el problema de la iliquidez seis meses para que las deudas fiscales las podamos pagar con el crédito del ICO. Es decir , no es otra cosa que diferir el problema real , y estar atentos a “ver qué pasa”. En este sentido, no olvidemos que poner dinero es, por ejemplo, condonar obligaciones fiscales o convertirlas en créditos fiscales compensables con futuras obligaciones de ingreso. Y, por ello, el tratamiento es contraindicado, porque el endeudamiento mayor de nuestra economía y de nuestros empresarios, unido a una más que previsible débil demanda interna y externa en los próximos meses, cabe inducir que, sin ánimo de ser catastrofista, nos puede llevar a una nueva etapa de cierre de empresas y establecimientos comerciales y a una nueva avalancha de procesos concursales y de liquidación dentro de no muchos meses, con el coste social que ello conlleva en términos de crecimiento del desempleo. En definitiva, es interesante y puede ser bueno en muchos casos que el Gobierno ayude a movilizar “crédito fácil”, pero es imprescindible “gastar dinero de verdad” para sobrevivir durante el parón y para poder afrontar el día después con ciertas garantías de que al menos volveremos a ser la economía que éramos en un plazo razonable.

En la última crisis, de la que aun no nos habíamos recuperado en su totalidad, hemos demostrado como sociedad una capacidad de aguante, sufrimiento y resignación fuera de toda duda. La durísima situación sanitaria que ahora padecemos la afrontamos con esa misma capacidad y con temores ciertos de cuantos afectados o fallecimientos más tendremos que contar cada día y de si alguno tocara en nuestras familias o entorno más cercano. Creo que nuestra sociedad está exhausta y no se nos puede pedir después de esto más sacrificio y resignación sin poner las Administraciones Públicas y especialmente el Gobierno de España “toda la carne en el asador”. El camino no es fácil y ahora es el momento de trabajar unidos, pero para el día después del Covid-19 no hay otra posible política social y económica que la de acudir, con todas las armas y los recursos posibles, al rescate de nuestro tejido económico y productivo. Lo demás serán una vez más parches y, en muchos casos demagogia, que nos puede llevar a una nueva crisis de años con un nuevo coste social inasumible que no nos merecemos.

* Manuel Lamela Fernández es socio-director de Acountax-Madrid y presidente de Acountax