Macroeconomía

El Banco de España empeora en 84.000 millones la previsión del Gobierno en un “escenario de riesgo”

Montero recibe impasible esta previsión y destaca que coincide con el supervisor en la proyección intermedia, con una caída anual en torno al 9%

El Banco de España advierte de que la caída del PIB español se ha intensificado “notablemente” en el segundo trimestre y se ha apuntado una contracción intertrimestral cercana al 20%, con el paro disparado al 20% -en línea con el PIB- por las restricciones a la actividad y el confinamiento de la población aplicadas por el Gobierno para contener la pandemia. Estas previsiones, publicadas en el ‘Informe Trimestral de la Economía Española’ publicado en su ‘Boletín Económico’, mantienen la horquilla ya avanzada el pasado 8 de junio, que establecía un retroceso del 16% para un escenario de recuperación temprana y del 21,8 % para uno de recuperación gradual, pero empeora la del paro. En ambos escenarios, el desplome se entiende por la contribución negativa de la demanda nacional -tanto del consumo como de la inversión-, que llegaría a 13,8 puntos en el primero y a 18,8 puntos en el segundo.

Tras conocer esta previsión -que se suma a la publicada ayer por el FMI, que otorgaba una caída del PIB para España este año del 12,8%-, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se mostró impasible y destacó que la previsión del Gobierno está dentro de los escenarios del Banco de España, que reflejan unas “horquillas amplias”, en cuya proyección intermedia se encontraría la previsión del Gobierno para este año, que apunta a una caída de la economía española del 9,2%.

Previsión del Banco de España sobre la variación trimestral del PIB en el segundo trimestre de 2020 (INE, Banco de España)EPDATA25/06/2020
Previsión del Banco de España sobre la variación trimestral del PIB en el segundo trimestre de 2020 (INE, Banco de España)EPDATA25/06/2020larazonEPDATA

El Banco de España considera dos escenarios para el segundo trimestre.El primero sería el peor parado, con una recuperación gradual, que llevaría al PIB a desplomarse hasta un 21,8%, tomando de base para su cálculo los efectos del confinamiento en las dos semanas posteriores a la declaración del estado de alarma. La segunda proyección, que avala una recuperación más temprana, situaría la caída en el 16%, con una mejor recuperación de la actividad. Para el conjunto del ejercicio 2020 mantiene que el PIB retrocedería, respectivamente, un 9% y un 11,6% en la media del año en los escenarios de recuperación temprana y gradual, pero que podría alcanzar incluso el 15,1% en una situación de “riesgo”. Esto significa que empeora en seis puntos la previsión del Ejecutivo en el peor de los escenarios posibles, que sumarían 84.000 millones de euros. Solo al final de 2022, el nivel del PIB alcanzaría al previo a la crisis, “lo que subraya la posibilidad de que las consecuencias de la crisis tengan un componente duradero”, advierte el organismo.

Como explica el organismo, este descenso es el mayor de la serie histórica y el más elevado en comparación con el conjunto del área del euro, “debido a la mayor severidad de las medidas aplicadas y al mayor peso de las actividades más expuestas a la interacción social en la estructura sectorial de nuestro país”, refiere el informe, en alusión al mayor peso de sectores como el turismo o la hostelería, fuertemente condicionados por las restricciones y el distanciamiento social, frente a otras economías. Sin embargo, al igual que manifestó la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, en el Congreso, se empiezan a ver brotes verdes. El organismo cree que la situación de parálisis causante del desplome comenzó a revertirse con el inicio de la desescalada el pasado y ya observa indicadores claros de reactivación, aunque a un ritmo inferior al periodo pre-covid.

La razón del desplome en comparación con el primer trimestre lo achaca el informe esencialmente al calendario. El estado de alarma se decretó el 15 de marzo y hasta que se inició el proceso de desescalada el 4 mayo estima que la actividad económica “habría disminuido en torno a un 30 % con respecto a su nivel en ausencia de pandemia”. Su caída “habría rondado el 50%”, incluso, si analiza exclusivamente el periodo en el que se suspendieron todas las actividades no esenciales (entre el 30 de marzo y el 9 de abril). El inicio del confinamiento y el comienzo de la desescalada abarcan siete semanas y en el primer trimestre solo se recogieron las dos primeras, correspondiendo el grueso, por tanto, al segundo trimestre. También sufre más este periodo por recoger la mayor parte de los datos tras la suspensión de todas las actividades no esenciales, lo que produjo el vértice más pronunciado. Además, la propia desescalada posterior ha venido asociada “a pérdidas de producción con respecto a su nivel habitual”, lo que también “penaliza en la comparativa” al segundo trimestre, interpretan los expertos del supervisor.

En cuanto al empleo apunta que, tras las intensas caídas acumuladas a partir de mediados de marzo, éste habría empezado a mostrar una “cierta estabilización en mayo” gracias a la desescalada. La afiliación en la Seguridad Social mostró un avance de casi 190.000 personas en mayo respecto a finales de abril, siendo mejor en aquellas provincias más avanzadas en la desescalada. También ocurrió en los ERTE, donde a finales de mayo había casi 3 millones de trabajadores o el 21, % de los asalariados afectados por un ERTE, “lo que implica un descenso del 11,5% respecto a las cifras referidas al último día laborable de abril”, refiere. Sin embargo, el Banco de España advierte de que la tasa de paro “experimentará un aumento significativo en el segundo trimestre”, ya que el paro registrado creció un 23,2% en el promedio de abril y mayo. “Este aumento sugiere que la tasa de desempleo, que en el primer trimestre fue del 14,4% de la población activa, según la EPA, podría acercarse al 20% en el segundo”, advirtiendo además que, bajo ciertas condiciones, los trabajadores en situación de ERTE no se consideran como desempleados al mantener una vinculación con su empresa. Según destaca el informe, el descenso del empleo se ha medido en términos de las horas trabajadas, ya el supervisor considera que es la forma más adecuada de medir la disminución del factor trabajo.