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Lagarde y el BCE: el largo camino hacia el euro digital
La entidad abre mañana la consulta pública para que hagan sus aportaciones los distintos sectores. En 2021, tomará la decisión de lanzarlo o no, pero ya han comenzado las pruebas
Christine Lagarde (París, 1 de enero de 1956) ha sido pionera en muchas cosas en su vida. Fue la primera mujer en dirigir el prestigioso despacho de abogados Baker McKenzie. Tampoco antes ninguna fémina había sido ministra de Economía de Francia, cargo que ocupó entre 2007 y 2010, ni directora gerente del FMI (2011-2019). Hace casi un año que sustituyó a Mario Draghi como presidenta del BCE, convirtiéndose también en la primera mujer en dirigir los designios del euro.
Lagarde impone, no solo por su currículum y trayectoria profesional (está considerada una de las mujeres más influyentes del mundo), sino también por su físico. Con sus 180 centímetros de estatura, vegana, aficionada al yoga, y siempre impecablemente vestida (las chaquetas de tweed y los collares de perlas son unos de sus básicos), llegó a la máxima institución monetaria europea meses antes de que se desencadenara la pandemia de la COVID-19, la cual ha transformado el día a día de miles de millones de personas en el mundo y ha acelerado muchos de los cambios en los que la sociedad estaba inmersa. El BCE, con Lagarde a la cabeza, se encuentra ante un nuevo reto: el de diseñar el sistema financiero europeo del futuro, del que el euro digital podría ser la primera piedra. Y es que la tecnología ha supuesto una revolución en todos los sectores económicos, y el dinero y la política monetaria no podían ser ajenos a esta realidad.
Los expertos justifican en el agotamiento del dinero fiduciario –aquel basado en la confianza en un banco central– el auge de distintas monedas electrónicas que, fundamentándose en la tecnología blockchain, han irrumpido en el universo financiero arrebatando a los bancos centrales el monopolio de emitir moneda. Y es que cada vez son más las empresas que aceptan pagos en este tipo de divisas.
El bitcoin es quizá la más conocida, pero no es, ni mucho menos, la única (a septiembre de 2020, existían un total de 7.165 monedas en el mercado, según Coinmarketcap). Las criptomonedas suelen ser bastante volátiles, por lo que han surgido otro tipo, las «stablescoins», respaldadas por activos en reserva para garantizar su estabilidad. Un ejemplo de «stablecoin» es LIBRA, la moneda diseñada por Facebook, cuyo valor estará vinculado a divisas como el dólar, la libra esterlina, el franco suizo, el yen o el propio euro. Su operativa es sencilla y consiste en que, en el universo de la red social, los usuarios puedan adquirir bienes y servicios que las empresas ofertan en la misma, y que los pagos se realicen en LIBRAS.
Aunque, por lo general, los bancos centrales son instituciones bastantes conservadoras, lo cierto es que la amenaza de las criptomonedas para ellos es real, y más ahora que el efectivo es cada vez menos utilizado por los ciudadanos y que las fronteras están cada vez más desdibujadas. Durante años, las entidades emisoras han sido el corazón de las economías que ha bombeado sangre a las mismas en forma de liquidez, un modelo que, en este momento, se tambalea.
La semana pasada el grupo de trabajo del Eurosistema, en el que participan expertos del BCE y de los 19 bancos centrales nacionales de la zona del euro, identificó en un informe los posibles escenarios que requeriría la emisión de un euro digital. En dicho estudio, firmado por Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo del BCE y presidente del grupo de trabajo, se advertía del riesgo para la estabilidad financiera que puede suponer la creación de medios de pago privados a escala mundial. Un euro digital, apoyado por el BCE, garantizaría, además, la protección de los consumidores, al estar regulado y respaldado por el propio banco con sede en Fráncfort. «Los europeos eligen cada vez más los medios digitales para gastar, ahorrar e invertir. Nuestro papel es garantizar la confianza en el dinero, lo que significa asegurar que el euro sea adecuado para la era digital», asegura Lagarde.
Pero, ¿en qué consiste el euro digital? En una forma electrónica de dinero que todos los ciudadanos y empresas de la zona euro podrán utilizar –como los billetes, pero en formato digital– para realizar sus pagos diarios de manera rápida, fácil y segura. Sería un complemento al «cash», no un sustituto, ya que el Eurosistema continuará emitiendo efectivo.
En el análisis, plantea la posibilidad de que los ciudadanos de la zona euro pudieran abrir cuentas en el propio BCE , donde depositarían sus euros digitales. Sin embargo, esta propuesta podría entrar en conflicto con los intereses de la banca tradicional, transmisora de la política monetaria del BCE. Por este motivo, ha anunciado que, a partir de mañana, se iniciará la consulta pública, en la que ciudadanos, el mundo académico, el sector financiero y las autoridades realizarán sus aportaciones de cara al alumbramiento de la nueva moneda que, según los expertos, podría ser una realidad en un periodo comprendido entre dos y cinco años.
El Consejo de Gobierno no ha adoptado aún una decisión sobre su introducción (lo hará a mediados de 2021), pero sí ha anunciado que comenzará en paralelo una fase de experimentación. De hecho, instituciones de varios países ya han comenzado las pruebas, como el Banco de Francia o Suecia. En España, será Iberpay, la sociedad de pagos participada por las grandes entidades nacionales, la encargada de realizarlas.
«Los bancos centrales se han dado cuenta de que las monedas digitales son mucho más eficientes que el sistema monetario tradicional. Hay varios escenarios para su aplicación, desde el más inocuo para la banca, que es el que solo sustituiría al ''cash'', hasta el más agresivo, que es el que contempla que los ciudadanos puedan abrir cuentas directamente en ellos. Gracias a las monedas digitales, podrían eliminar las crisis, ya que, al tratarse de monedas inteligentes, tendrían siempre el control detallado del sistema monetario», explica Salvador Casquero, fundador de 2gether, una plataforma que intermedia entre los usuarios que tienen criptomonedas y el mercado tradicional.
El largo periodo de tipo de interés cero e, incluso, negativo, ha perjudicado el negocio bancario. Por este motivo, el sistema financiero necesita reconstruirse, y en ese replanteamiento pueden ser muy importante los «tokens» («unidad de valor que una organización crea para gobernar su modelo de negocio», tal y como recoge William Mougayar en su libro «The business blockchain». «Vamos hacia un modelo en el que los bancos centrales no van a ser los únicos que emitan dinero. Un sistema que va a ser la suma de muchas economías atomizadas y personalizadas», añade Casquero.
Daniel Díez, profesor del Programa Especializado en Blockchain del IEB y Head of Emerging Business de Paradigma Digital, considera que nos encontramos en un momento histórico particular. «Por vez primera en la historia de la banca central, potenciado por tecnologías emergentes como blockchain y las nuevas experiencias de usuario, empresa privada y comunidades compiten en torno a la propuesta de valor de diferentes formas de gobernar, emitir y respaldar el dinero, con divisas digitales emitidas por banca central».
El BCE de Christine Lagarde tiene por tanto ante sí un desafío que pasa por adaptar el euro a la era digital que, sin duda, revolucionará la vida de los 329 millones de ciudadanos que lo utilizan.
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