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La prolongación de la edad de jubilación se impone a las tesis de Podemos

El Pacto de Toledo recomendará que se incentive junto a la pensión activa y se penalicen las prejubilaciones. La formación morada defendía que prolongar el trabajo de los mayores «entorpece» la entrada de los jóvenes al mercado laboral

El trabajo no tiene dueño. No es estático ni hay una cantidad fija de puestos de trabajo asignada para cada país o actividad. El mercado laboral evoluciona en función de los avances tecnológicos, de las capacidades de cada sociedad, de los condicionantes demográficos, de la estructura productiva y, sobre todo, de la oferta y la demanda, entre otras variables. Incluso en las economías intervenidas, las cantidades de puestos de trabajo nunca fueron estáticas.

Al no haber una cantidad fija de empleo, no tiene sentido decir que las mujeres les quitan el trabajo a los hombres o los inmigrantes a los nacionales. Pero, ¿les restan oportunidades de acceso al mercado laboral los mayores a los jóvenes? El debate está servido desde que el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, y su homóloga de Trabajo, Yolanda Díaz, tuvieran su enésimo encontronazo. En pleno debate sobre la reforma de las pensiones, Escrivá ha defendido la opción de incentivar más la jubilación activa y el retraso del acceso a la pensión para estabilizar el sistema de la Seguridad Social a largo plazo. Con los «baby boomers» tocando a las puertas de la jubilación, prolongar sus carreras laborales ofrecería un respiro a las arcas del Estado, cuyo gasto en pensiones se lleva la mayor parte de la partida en prestaciones sociales. El razonamiento encaja con las mayores proyecciones de esperanza de vida, pero choca con quienes creen que perjudicaría el acceso de los jóvenes al mercado laboral. Entre ellos, la ministra Díaz. «Propiciar que alarguemos e incentivemos la edad de jubilación más allá de la edad legal entorpece la posibilidad de incorporar jóvenes», afirmó al ser cuestionada por esta posibilidad.

Recomendaciones

De momento, el Pacto de Toledo se ha limitado a recomendar que se incentive la prolongación de la vida laboral de forma efectiva para acercar la edad real de jubilación a la legal. En este sentido, también se apoya la jubilación activa, que compatibiliza trabajo y pensión, y que se penalicen las jubilaciones anticipadas. Los 67 años siguen siendo el horizonte de jubilación para 2027. También apuesta porque se permita utilizar los 25 mejores años de cotización para calcular la pensión.

El choque sobre prolongar la vida laboral dinamitó a principios de 2019 la reforma que el Pacto de Toledo venía fraguando desde hacía tres años. A última hora, Podemos se descolgó pidiendo la restauración de la edad legal de jubilación a los 65 años en vez de avanzar hacia los 67, como proponía la reforma de 2011. En vigor desde 2013, dicha reforma ya apostó por la prolongación de la vida activa. Con este fin, se establecieron un incremento paulatino de la edad legal de jubilación (desde los 65 hasta los 67 años) y una modificación del período de cotización necesario para acceder al 100% de la base reguladora (desde los 35 años hasta los 37). Asimismo, la reforma introdujo una nueva modalidad de jubilación anticipada, que permitía, por voluntad del interesado, el acceso a la jubilación antes de la edad legal, con el requisito de acreditar una carrera de cotización suficientemente amplia. Esta prolongación actualizaba la edad legal de jubilación de acuerdo a la esperanza de vida ya que los 65 años se fijaron con una franja de esperanza de vida en el entorno de los 70-75 años cuando en la actualidad se ha incrementado en diez años.

La edad de jubilación ha mostrado una tendencia creciente desde al menos 2006 y registró un pico en 2013. Entre 2006 y septiembre de 2018 aumentó alrededor de nueve meses, de 63,5 a 64,2 años. En junio de 2020 se situó en 64,6 años. Sin embargo, en 2018, algo menos del 40% de las altas de jubilación se vieron afectadas por un cambio en la edad legal tradicional, 65 años. A lo largo de esos años, la evolución del mercado laboral se ha visto muy condicionada por el impacto de la crisis y la salida de la misma, lo que complica la posibilidad de analizar si el retraso en un año de la edad real de jubilación ha tenido alguna incidencia en el acceso a un empleo de los menores de 25 años. En cualquier caso, los estudios coinciden en que la evolución del empleo en mayores y jóvenes está condicionada por el ciclo económico. Cuando más trabajadores mayores hay ocupados, más jóvenes encuentran trabajo.

Evidencias

Así lo determina el trabajo de las investigadoras Alicia H. Munnell y April Yanyuan Wu en la Universidad de Stanford. En el informe «¿Pueden los trabajadores mayores expulsar a los jóvenes?», se analizan los datos de Estados Unidos y China desde 1977 hasta 2011 con la conclusión de que «no existe evidencia» de que a más trabajadores mayores activos disminuyan las oportunidades de encontrar empleo entre los más jóvenes. Un hecho que se mantuvo durante los años de «la Gran Recesión».

En Reino Unido, un estudio del Instituto de Estudios Fiscales analizó el impacto de las oleadas de prejubilaciones que se pusieron en marcha desde el año 1977 con la conclusión de que se redujo la tasa de empleo entre los trabajadores más mayores sin ningún impacto positivo sobre el empleo juvenil.

En otro informe publicado en la red abierta IZA World of Labour, en el que comparten información investigadores europeos y norteamericanos sobre asuntos laborales, se cruzaron los datos de las 22 principales economías del mundo entre 2000 y 2018 con similares resultados: «Más puestos de trabajo para los mayores no reducen las posibilidades de trabajo de los jóvenes».

Esta situación se refuerza aún más a medida que se acelera la revolución tecnológica. Las capacidades de los jóvenes están cada día más diferenciadas de las de los mayores, por lo que ambos grupos no son intercambiables para sustituir los empleos que ocupan los trabajadores de más edad. No lo son ni por aptitudes ni por capacitación ni por experiencia, lo que tiene más lógica que la afirmación de que si los mayores prolongan su vida laboral, los jóvenes no podrán encontrar empleo. Además, los incentivos a la formación digital para quienes están a punto de jubilarse son menores, lo que amplía la brecha tecnológica y diferencia aún más las capacidades de ambos grupos de población.

De hecho, hay estudios que apuntan justo a lo contrario. Y es que prolongar la vida laboral de los trabajadores más mayores aumenta su consumo y, por tanto, estimula la creación de empleo juvenil.