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España: el reto de duplicar la energía renovable en diez años
Europa acaba de dar su beneplácito a los planes del Gobierno de duplicar la presencia de energía limpia en el mix en una década. Eso implicaría añadir casi 6.000 MW renovables cada año
La Comisión Europea acaba de remitir las evaluaciones individuales a los planes nacionales sobre energía de los Estados miembros. Y por supuesto también lo ha hecho con España, dando su visto bueno al Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030. En él se establecen como objetivos a alcanzar en 2030 un 42% de renovables en el uso final de la energía, mientras que en el sector eléctrico la presencia de renovables subiría hasta el 74%. El plan español también pretende alcanzar el 39,5% de mejora en eficiencia energética y reducir un 23% las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) respecto a 1990.
En lo que a capacidad de instalación se refiere supone instalar unos 60.000 MW más de aquí a 2030, les decir, casi 6.000 MW cada año. Los grandes beneficiados serán el sector fotovoltaico, que sumará 39.000 MW y el eólico, que terminará con 50.000 MW más.
Pero, ¿dónde estamos? Según los últimos datos oficiales, en 2019 estábamos en el 18,1% de participación de renovables en la energía final. Este 2020 deberíamos cerrar con el famoso 20% de energía verde. «Probablemente estaremos muy cerca o lo cumplamos. Hay que tener en cuenta que el año pasado se batió un récord de instalación con más 7.000 MW. También cerramos el año consumiendo un 37% de energía renovable y el PNIEC establece para 2030 un 74%. El reto es grande pero factible si se hacen las cosas bien», opina José María González Moya, director general de la Asociación de Empresas de Energías Renovables.
El hecho de que desde el Gobierno se haya comprometido para la transición verde un 37% de los 72.000 millones de euros, junto al de que se quiera adelantar los objetivos del PNIEC o que existan hasta cuatro herramientas legales encima de la mesa para cambiar el modelo energético –el Proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que podría aumentar su ambición en las próximas semanas; la Estrategia de Transición Justa; el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC) y el ya mencionado PNIEC–, son una buena noticia para el sector.
Retos pendientes
Sin embargo, hay retos aún pendientes. Por ejemplo, las subastas. El ya mencionado récord del año pasado en instalación responde a las últimas subastas de energías renovables de 2016 y 2017. El Gobierno ha asegurado que prepara una primera subasta para antes de que se acabe este año, aunque el Real Decreto que las debe regular todavía está en tramitación.
Cómo deben ser las nuevas subastas es algo que todavía crea muchas discrepancias entre los diferentes sectores. La Asociación Nacional de Productores de Energía Fotovoltaica reclamaba esta semana una reserva del 20% de la potencia para proyectos de hasta 5 MW, pero también hay reivindicaciones sobre convocatorias de renovables específicas para cada tecnología, etc. «En los últimos meses se han llevado a cabo avances regulatorios importantes para el sector renovable, pero es necesario avanzar en una regulación completa de acceso y conexión; detallar un nuevo diseño de subastas y definir un calendario con visibilidad a cinco años como mínimo, además de agilizar y simplificar los trámites administrativos o garantizar la capacidad industrial, etc. Estamos en el buen camino para llegar a los objetivos, pero es importante la planificación, estabilidad, el consenso político y la simplicidad normativa», opinan desde la Asociación Empresarial Eólica.
Integración
Aparte de la regulación, hay otros retos importantes para la integración de renovables en el sistema como el almacenamiento y las energías de apoyo para cuando no haya sol o viento. En el caso del primero se espera añadir 6,6 GW en una década; todo un reto si tenemos en cuenta que ahora mismo no hay prácticamente instalaciones de acumulación. Por otro lado, habrá que ver cómo afecta la crisis económica derivada de la pandemia a los objetivos.
Un descenso de la demanda puede aumentar de forma natural la penetración de renovables en el sistema eléctrico, pero puede tener consecuencias negativas en los objetivos que afectan a la eficiencia. «En eficiencia se tiene que llegar al 39% de reducción de consumo cuando ahora rozamos el 20%. Sin planes de ayuda para ciudadanos y empresas y con una crisis encima habrá que ver», opina González.
Lo mismo pasa con el coche eléctrico. El plan de España establece que en 2030 habrá 5.000.000 de estos modelos transitando, pero lo cierto es que durante la pandemia la venta de coches de más de 20 años, la mayor parte diésel, se ha disparado un 31%. Estos emiten hasta un 30% más de CO2.
Eso sí, como recuerda la Agencia Internacional de las Energías Renovables (Irena), el cambio lleva consigo ventajas: «La transformación del sistema energético podría impulsar un aumento acumulado del PIB mundial, respecto a la situación actual, de 98.000 millones de dólares hasta 2050. Prácticamente se cuadruplicarían los empleos en la energía renovable a 42 millones y se expandiría el empleo en el ámbito de la eficiencia energética a 21 millones».
Burbuja y especulación
La Agencia Internacional de las Energías Renovables (Irena) señala que hasta 2030 la inversión total en energía alcanzará los 50.000 millones de dólares. Se espera un boom en renovables a costa de los combustibles fósiles. Un boom que en España se está dejando ver también en forma de burbuja con los derechos de acceso. Una situación que se está intentando regular a través del Real Decreto 23/2020, que se está tramitando y que establece, entre otras cuestiones, que las nuevas centrales no estén a más de diez kilómetros de un punto de conexión. Sin embargo, «se trata de especulación empresarial que no debería repercutir en el sistema ni en el consumidor final», dice José María González Moya.
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