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El MEDE será un FMI europeo para salvar a las economías en peligro

El Eurogrupo acuerda iniciar los trámites para convertir este fondo en un mecanismo de intervención rápida en futuros rescates y en la vigilancia de los países. En 2022 funcionará como cortafuegos bancario

La ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño
La ministra de Asuntos Económicos, Nadia CalviñoServicio Ilustrado (Autom�tico)EUROPA PRESS

Puede que la crisis económica ocasionada por el coronavirus haya sido la artífice del empujón final. Tras un año de bloqueo, los ministros de Economía y Finanzas de la divisa común llegaron ayer a un pacto para reformar el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), la hucha europea utilizada para auxiliar a los países con problemas de financiación en los mercados durante los peores momentos de la crisis de deuda y cuyo nombre causa sudores fríos en las capitales del Sur. Evoca viejos fantasmas de hombres de negro, troikas y recortes.

En esta ocasión se trata de dar más poder a este mecanismo en los futuros rescates, en la vigilancia de las países y también en posibles líneas preventivas de ayuda. Aún queda lejos de un futuro FMI europeo, pero puede convertirse en un embrión que crezca en los próximos años. Hace doce meses, el acuerdo parecía inminente, pero Italia se negó a dar su bendición final, ya que esta reforma facilita que los acreedores puedan en última instancia asumir pérdidas si hay que reestructurar la deuda. Roma argumentaba que esto podría encarecer sus bonos en los mercados. «La reforma del MEDE refuerza el euro y a todo el sector bancario europeo porque estamos haciendo la eurozona aún más robusta frente a virulentos ataques de especuladores», aseguró ayer el ministro de economía Olaf Scholz.

Además, ayer también se logró un acuerdo para que este fondo se convierta en una red de emergencia de último recurso para el Fondo Único de Resolución Bancaria (FUR). Este mecanismo se sufraga con las aportaciones de los bancos europeos, con el propósito de que no sea necesario acudir una vez más al dinero de los sufridos contribuyentes para auxiliar a las entidades en riesgo de quiebra. Además, no puede utilizarse para dejar con vida artificial a los bancos zombies a través de recapitalizaciones sino para completar los procesos de resolución, por los que los accionistas y acreedores del banco acaban asumiendo pérdidas sin afectar ni a los ahorradores que tienen depositado su dinero en la entidad ni a las finanzas de los Estados.

A pesar de estas buenas intenciones, existe el peligro de que los fondos con los que actualmente cuenta el FUR no sean suficientes en caso de quiebra de un banco considerado sistémico, cuya caída puede afectar a todo el sector. Para estas situaciones, los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro aprobaron ayer que el MEDE pueda convertirse en el prestamista de último recurso a partir del año 2022, dos años antes de lo inicialmente previsto. Los países partidarios de la ortodoxia presupuestaria habían supeditado su sí a la reducción de los créditos morosos. Una condición que se cumplía el año pasado de manera holgada, pero que puede cambiar drásticamente en los próximos meses debido a los estragos ocasionados por la pandemia en las economías de empresas y familias. El comisario de Economía, Paolo Gentinoli, intentó ayer despejar estos temores, al asegurar que la situación de los bancos europeos es ahora «mucho más fuerte» que la de hacer una década.

Los ministros tuvieron también la oportunidad de conversar con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva. El organismo con sede en Washington advirtió de que la segunda ola de la pandemia puede exigir nuevas medidas de estímulo como las puestas en marcha en los primeros compases de la crisis sanitaria, después de que los países europeos contaran con la bula generalizada de Bruselas para inyectar dinero público sin respetar las normas de déficit público del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

Lejos de pedir contención a partir de ahora, el informe presentado ayer asegura que retirar los apoyos demasiado pronto «puede hacer descarrillar la recuperación».

El informe también advierte de las consecuencias para los países más débiles como España e Italia. A pesar de que las medidas extraordinarias adoptadas por el BCE han conseguido anestesiar las reacciones en los mercados, el FMI no descarta que ante un empeoramiento de la situación pueden volver a vivirse «reacciones adversas» en los parqués. El organismo multilateral cree que el dinero fondo de recuperación –del que a España le corresponden 140.000 millones de euros entre préstamos y transferencias– puede aliviar estas tensiones, pero no descarta la necesidad de acudir a las líneas precautorias del MEDE. Tanto Madrid como Roma se han resistido hasta el momento a esta opción ante el estigma de recurrir a este instrumento vinculado con los traumáticos momentos de la crisis de deuda.

La ministra española de Economía, Nadia Calviño, cree que se trata de un paso «importante desde el punto de vista de la resiliencia y solidez de la unión bancaria y de toda la UE».