Crisis
La Barcelona vaciada
La “turismofobia” es historia: la Ciudad Condal apenas tiene abiertos a medio gas un 25% de sus hoteles. La facturación hotelera y el número de clientes caen un 95% en un año negro
Desde el aborto de independencia unilateral de octubre de 2017, Barcelona no ha vuelto a ser la misma. Poco a poco, los turistas que hasta entonces atiborraban las calles de la capital catalana comenzaron a buscar destinos más acogedores. Primero, los nacionales. Luego, los americanos y asiáticos. La pandemia de coronavirus ha sido la puntilla. De repente, en apenas un par de años, la “turismofobia” alentada desde el propio consistorio de Ada Colau y sus afines es historia y todos los políticos que antes clamaban contra el exceso de visitantes están deseando recuperar aunque sea a una pequeña parte de los que llegaban y regaban de euros los hoteles, comercios, bares, restaurantes, taxis y demás transportes, y los locales nocturnos de la animada noche barcelonesa que hoy languidece.
Los datos son demoledores. La crisis del coronavirus en el sector turístico ha provocado que los hoteles de la capital catalana cierren el balance del año con un desplome del 95 % en la facturación y en el número de clientes, lo que para el Gremio de Hoteles de Barcelona es una situación “dramática”.
Tras meses cerrados por el confinamiento y con la ausencia de turistas debido, entre otras cosas, a las restricciones de movilidad impuestas para intentar controlar el virus, no llega al 25% los hoteles que actualmente están abiertos en la ciudad del total de 440 establecimientos censados.
El director general del Gremio de Hoteles de Barcelona, Manel Casals, ha explicado a Efe que están a punto de cerrar su “peor año”, con caídas de la facturación y de los clientes en torno al 95% y con entre 30.000 y 35.000 trabajadores en Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE).
Tras el parón del confinamiento, algunos establecimientos volvieron a abrir sus puertas, pero la mayoría las han vuelto a cerrar a medida que aumentaban los rebrotes del virus o se aplicaban nuevas restricciones, como los cierres perimetrales autonómico y municipal o las limitaciones horarias impuestas a la restauración.
En las últimas semanas, coincidiendo con las nuevas medidas tomadas por el gobierno catalán, han vuelto a cerrar “entre 40 o 50 hoteles” de la ciudad. “Dentro de poco llevaremos un año sin facturar”, ha subrayado Casals, que ha advertido que la “supervivencia del sector tiene un límite”.
La cena de Nochevieja, hasta las 21:00
Las últimas restricciones impuestas por la Generalitat, que establecen nuevas limitaciones en la restauración y que los hoteles solo pueden servir cenas a los clientes alojados en sus establecimientos hasta las 21:00 horas, Nochebuena y Nochevieja incluidas, “no ayudan, sino que perjudican” y hacen aún “más profunda la situación dramática” que viven los hoteleros.
“Esto no tienen ningún sentido”, asegura Casals, porque los pocos clientes que habrá en los establecimientos tendrán que cenar pronto y “estar dando vueltas” entre las 21.00 horas y la hora de las campanadas”.
Durante toda esta crisis, el sector no ha dejado de pedir a las administraciones “ayudas directas” para paliar las pérdidas, además de otras medidas como una rebaja del IBI, la exoneración de pagar el IAE y otras tasas e impuestos municipales desde marzo del 2020 hasta que se estabilice una situación que ahora mismo es “dramática” y en la que no cuentan con “ningún tipo de ayuda”.
Casals cree que a partir de mediados de 2021 los hoteles podrían empezar a funcionar “sin perder dinero”, pero que no será hasta 2022 cuando empiecen a tener una actividad más o menos “normalizada”, aunque, “visto cómo está evolucionando todo, todavía tardaremos tiempo en alcanzar las cifras del año 2019”.
“Costará mucho reactivar todo de nuevo”, ha señalado Casals, sobre todo en lo que se refiere al sector de ferias, congresos y reuniones, dado que las empresas han perdido mucho dinero con esta crisis. El director del Gremio de Hoteles de Barcelona cree que, pese a que puede haber algunos establecimientos que cierren sus puertas definitivamente, no serán muchos porque la hostelería y el turismo en Barcelona son “viables”, aunque sí es posible que haya cambios de propietarios.
En este sentido, ha asegurado que ya han empezado a aparecer los fondos buitres que quieren comprar establecimientos “a precio de saldo”. Según Casals, el “desánimo” es la tónica general entre los hoteleros barceloneses, ya que cuando se empieza a ver la luz al final del túnel con las expectativas abiertas por el inicio de la vacunación, llegan más malas noticias, como las nuevas restricciones o la aparición de una nueva cepa del virus en el Reino Unido, lo que sigue añadiendo incertidumbre a una situación ya de por sí muy complicada.
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