Opinión

El pensionazo o el ansiado sueldo para lo que te quede de vida

Es necesario realizar una reforma en profundidad del sistema de pensiones, de arriba abajo, en vez de poner parches en forma de cambios paramétricos, que son “pan para hoy y hambre para mañana”.

Pensionistas en un banco
Pensionistas en un bancoCristina BejaranoLa Razón

Una mala noticia se cierne sobre los españoles pues se ha cumplido uno de los presagios que muchos ya vaticinábamos hace tiempo, a pesar de que una gran mayoría de políticos lo negaban, aunque lo reconocían en privado. Se trata del recorte de las cuantías y el endurecimiento de los requisitos de acceso a la pensión de todos aquellos que hayan nacido entre 1950 y 1975, es decir, los llamados “babyboomers”, que suponen una avalancha de nuevos pensionistas en los próximos años y que pueden terminar de romper las tensadas costuras de nuestro sistema actual, que a todas luces es insostenible desde que comenzó a generar un desequilibrio que arrasó con la hucha de las pensiones y que, además, acumula un déficit de más de 150.000 millones de euros y una deuda de 85.351 millones.

A pesar de estas cifras, todavía hay personas que dicen que el sistema es sostenible y que sólo necesita unos pequeños ajustes como si fuese un reloj que atrasa la hora. Sin embargo, el Gobierno nos vende este recorte como un mecanismo que garantizará las pensiones futuras y la sostenibilidad del sistema. ¿Pero no era sostenible?

De acuerdo con las exigencias de Bruselas, hay que ahorrar 30.000 millones en pensiones y la realidad es que nuestro sistema de pensiones basado en el reparto no soporta mucho más el aumento incesante de pensionistas y de mayores cuantías de la pensión. Todo ello teniendo en cuenta que el colectivo al que más afectará esta medida ya se tendrá que jubilar con 67 años. El eufemismo de que esta generación es más ancha y que deberá asumir un esfuerzo -como si no lo estuviésemos haciendo con el hachazo fiscal que sobrevuela nuestro país- es, sin lugar a dudas, la confirmación de que el recorte en las pensiones futuras será importante, pero si estamos hablando de equidad intergeneracional, lo que no es de recibo es que una generación tenga que hacer un esfuerzo y recibir menos pensión mientras que esa misma generación está pagando con sus contribuciones las pensiones actuales sin exigir ningún tipo de esfuerzo a nadie. Y muchos de esos “babyboomers” son autónomos a los que se les quiere subir las cotizaciones de forma exagerada.

Y, por si fuera poco, ahora tenemos el mismo perro con distinto collar: se eliminará el factor de sostenibilidad por otro mecanismo que en su esencia tendrá el mismo efecto, pero que tendrá otro nombre más chulo. Pero, al final, conllevará que, si alguien en un despacho dice que una persona va a vivir más tiempo, tendrá que cobrar menos pensión que los de anteriores cohortes, de nuevo la equidad de boquilla.

Numerosas instituciones y organismos internacionales llevan tiempo sugiriendo que cambiemos el sistema de pensiones, no que lo ajustemos, porque es evidente que el crecimiento demográfico nos lleva a una pirámide invertida que lamentablemente no se puede resolver con mayores dosis de inmigrantes o nacimientos. Tenemos un problema estructural en toda la línea de flotación de nuestra economía: la precariedad de nuestro mercado de trabajo, que además tiene unas de las tasas de desempleo más elevadas del mundo. Ese es el primer problema que hay que resolver. Sería bueno, acometer primero una reforma laboral sin sesgos ideológicos, imitando lo que hacen otras economías avanzadas.

Muchos llevamos años denunciando la necesidad de hacer una reforma en profundidad del sistema de pensiones, de arriba abajo, en vez de poner parches en forma de cambios paramétricos que son “pan para hoy y hambre para mañana”. Pero no hay político que se enfrente a más de 10 millones de votantes cuando lo que está en juego es su permanencia en el trono y más con la cercanía las urnas. Lo menos malo, hacerlo con los que se van a jubilar pronto y aprovechar que los demás tenemos memoria de pez y cuando nos llegue la hora de la jubilación ni nos acordaremos de que aquellas lluvias trajeron estos lodos.