La ruina de llenar el depósito

Tres nóminas y la vida laboral para echar gasolina

Los disparatados precios de los carburantes amenazan la economía doméstica de millones de familias y provocaron un incremento generalizado de los precios ante la subida de costes a los transportistas

Esta semana me han llegado al WhastApp numerosos «memes» de lo más ingeniosos a cuenta de los disparatados precios de los carburantes. En el caso de la gasolina –a 1,60 la acabo de ver– han supuesto un nuevo récord histórico, que no tardará mucho en caer con el diésel. Este es el que más gracia me ha hecho, si no fuese por los 86 eurazos de clavada que cuesta ya de media repostar un coche de gasolina: «¿Me llena el depósito por favor?». «Claro, necesito las tres últimas nóminas y la vida laboral». Como «meme» tiene gracia, pero hasta ahí. Este otro tampoco está mal: “Tengo el sueldo híbrido. La mitad se me va en gasolina y la otra mitad en electricidad”.

La realidad es que semejante hachazo tiene la gracia justa, teniendo en cuenta además que es sólo una más de la creciente lista de amenazas para la economía doméstica de millones de hogares españoles, que hacen malabares para llegar a fin de mes sin dejar la cuenta en números rojos. Millones de hogares que no van a la gasolinera nómina en mano porque disfruten o les dé igual el hachazo, ni porque sean unos insensibles terroristas medioambientales –«que vayan en transporte público», dirá alguno–, sino sencillamente porque lo necesitan. Lo necesitan para llegar al trabajo en hora sin pasar dos horas entre buses y metros, para dejar y recoger a los niños del colegio antes y después del trabajo, o de inglés, fútbol, tenis, ballet o cualquier extraescolar que a uno se le ocurra, para llevar a ese familiar enfermo al médico, y a veces, sólo a veces, incluso por ocio.

En cualquier caso, el problema no afecta sólo a esos hogares. Los transportistas se las ven y se las desean para hacer rentable su actividad. Los 86 euros de gasolina de un vehículo medio se quedan en nada comparados con los casi 1.500 euros que cuesta ya llenar un depósito de 1.000 litros de un camión, tras una subida de más del 30% en el último año. Alza que sólo deja dos salidas: empresarios y trabajadores más pobres y trasladar ese incremento de costes al precio final de los productos que transportan. Ya sean alimentos o bienes de consumo, todo tiene que ser transportado hasta su destino final, por lo que la subida de los carburantes va a terminar más pronto que tarde haciendo mella también en el bolsillo de los consumidores. Otra más. La gasolina del Falcon ya si eso otro día.