Vivienda
El furor por mudarse a la España vaciada se esfuma
La demanda vuelve a concentrarse en los grandes núcleos urbanos por las dificultades logísticas que entraña vivir fuera tras el retroceso del teletrabajo
Hubo un momento muy concreto de la pandemia, el del confinamiento, en el que a todo el que vivía en un piso sin balcón o terraza en una gran ciudad a buen seguro que se le empezó a caer la casa metafóricamente encima. Sobre todo, si era pequeña y había niños pequeños alborotando alrededor de la improvisada oficina instalada en el salón o en una habitación. En ese momento, muchos empezaron a anhelar la vida en el campo que otros tienen, con grandes espacios al aire libre y amplias casas para su disfrute. Y allá que, espoleados por el crecimiento del teletrabajo, no pocos se lanzaron en busca de una vivienda unifamiliar en alguna pequeña localidad más o menos cercana a la gran ciudad en la que vivían para refundar su proyecto de vida. Tantos que, por momentos, parecía que el problema de la España vaciada pudiera solucionarse casi por ensalmo. Pero nada más lejos de la realidad.
«El coronavirus lo cambió todo, incluidas las preferencias de vivienda de las personas. Estas buscaron establecer su hogar en zonas rurales, por el teletrabajo y para evitar masificaciones. Pero ahora, con la vuelta a las oficinas, la gran ciudad vuelve a tomar fuerza hasta el punto de que podemos afirmar que la España vacía vuelve a vaciarse», explica Ferrán Font, director de Estudios del portal inmobiliario pisos.com.
Vuelta a la normalidad
«Tras los primeros meses de la pandemia en los que el mercado inmobiliario se vio afectado directamente por el confinamiento, el porcentaje de ventas de viviendas en las grandes ciudades descendió sensiblemente respecto al total a consecuencia del cambio en las preferencias de la demanda. Sin embargo, tal y como constatamos en la plataforma comercial de Solvia, el interés por la vivienda en las ciudades ha ido avanzando de forma paulatina desde entonces hasta recuperar en los últimos meses la normalidad respecto a la adquisición de inmuebles fuera de los grandes núcleos urbanos», coincide también en apuntar Ernesto Ferrer-Bonsoms, director de negocio de Solvia.
La vuelta de la demanda a las grandes ciudades tras los primeros meses de la pandemia la empezó a percibir idealista ya en el mes de mayo del pasado año, con el fin del estado de alarma. Entonces, este portal inmobiliario ya vaticinaba el «fin del éxodo urbano, si alguna vez se produjo». Según sus datos, las búsquedas de vivienda en capitales de provincia habían escalado ya hasta el 43% desde el 38,8% del mes de abril de 2020, en pleno confinamiento. Esta misma semana, el marketplace inmobiliario ha vuelto a poner de manifiesto que los municipios con más presión de la demanda son las capitales de provincia, con Madrid a la cabeza; y algunas de las localidades de la periferia de la capital como Getafe, Pozuelo de Alarcón, Móstoles, Torrejón de Ardoz o Alcalá de Henares.
Sonia Bentué, directora comercial de Unltach España, compañía de servicios de digitalización inmobiliaria, aporta otro dato de la propia idealista para apuntalar este cambio de tendencia: el de la venta de viviendas unifamiliares. Si a finales de 2020 sumaron el 23% de las ventas, en el tercer trimestre de 2021, los pisos volvieron a superar el 80% de las operaciones.
Fotocasa también ha constatado que el año pasado la demanda en Madrid capital creció un 10,3% con respecto a 2020, mientras que en Barcelona lo hizo un 2,5%. Además, corroboró igualmente importantes avances en ciudades periféricas como Móstoles y Alcorcón en Madrid (18%) y Sabadell (21%) o Badalona (17%) en el caso de la provincia de Barcelona. «Parece que, después de la emergencia sanitaria, empezamos a valorar nuevamente vivir en la ciudad, si bien es cierto que la ausencia de suelo, los precios, en muchos casos inaccesibles y la superficie de las viviendas nos conduce nuevamente a los desarrollos urbanísticas y municipios cercanos al primer cinturón de las capitales, donde se está construyendo obra nueva», asegura Bentué al hilo del incremento de la demanda en zonas periféricas.
Como esboza Ferran Font, la pérdida de interés de los compradores por las viviendas fuera de las grandes ciudades tiene en el paulatino retroceso del teletrabajo uno de sus principales motivos. Aunque por momentos pareció que esta modalidad se generalizaría como alternativa laboral en determinados sectores, lo cierto es que con la relajación de las restricciones las compañías están volviendo a reclamar a sus trabajadores en sus puestos de trabajo. Según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del último trimestre de 2021, el 7,9% de los ocupados (1.586.700) trabajaron desde su propio domicilio más de la mitad de los días y el 5,7% (1.155.200) lo hizo, pero con menor frecuencia. Unos porcentajes que contrastan con los del segundo trimestre de 2020, cuando, en pleno confinamiento, el 16,2% de los trabajadores teletrabajaba de forma intensiva y otro 2,9% lo hacía de forma ocasional, lo que ha desinflado en parte el interés por vivir fuera de las ciudades. «El día a día se ha acabado imponiendo», afirma Iñaki Unsain, presidente de la Asociación Española de Personal Shopper Inmobiliario (Aepsi). «La realidad es que no se han producido tantas operaciones de viviendas de este tipo [fuera de las grandes ciudades]. La compra de una vivienda en la primera o segunda corona de una gran ciudad acarrea grandes problemas de traslado, cambios de colegio, embotellamientos...y la realidad acaba con la ilusión de tener una vivienda con más vistas o espacios», argumenta Unsain.
«Es cierto que hubo un ligero aumento de demanda de compraventa de viviendas en zonas rurales y núcleos más pequeños entre 2020 e inicios de 2021 debido al interés de algunos trabajadores por buscar zonas menos pobladas para teletrabajar. Pero, en todo caso, parece que la vuelta generalizada al trabajo presencial o mixto ha devuelto también la tendencia habitual de comprar en las grandes ciudades y el litoral mediterráneo», le secunda Toni Expósito, consejero delegado de Comprarcasa, la inmobiliaria de Unión de Crédito Inmobiliario (UCI).
Ferrán Font considera que este alejamiento de las zonas periféricas y rurales de los compradores se acentuará este año. «Para 2022, hay una tendencia clara de buscar vivienda en grandes ciudades, que se impondrá por completo a las casas de tipo unifamiliar en otros entornos, que poco a poco van perdiendo fuelle respecto al año anterior», asegura.
Para Font, una de las claves para combatir el éxodo permanente desde los entornos rurales es que el Plan Estatal de Acceso a la Vivienda 2022-2025 tenga éxito. Aprobado el pasado mes de enero por el Consejo de Ministros, este proyecto recoge subvenciones de hasta 10.800 euros para menores de 35 años que estén interesados en adquirir viviendas en localidades con menos de 10.000 habitantes. La subvención estará limitada al 20% del precio total de la operación -que no podrá exceder los 120.000 euros- y a aquellas personas que cuenten con una renta anual igual o inferior a tres veces el Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples (Iprem), es decir, 24.318 euros anuales.
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