Agricultura

Camino Limia: «El campo se muere y al Gobierno le da igual»

Esta ganadera que cambió la toga por las ovejas se manifestará el domingo en Madrid por la supervivencia de su modo de vida y para exigir al Ejecutivo un plan de salvación del campo

María del Camino, ganadera
María del Camino, ganaderalarazon

El campo grita al cielo que «ya basta». Basta de estoicismo, de apechugar sobre sus espaldas el peso del trabajo y el desdén del Gobierno. De aguantarlo todo, de la indiferencia y del menosprecio. Hartos están ya de portazos. El campo ha dicho «hasta aquí hemos llegado». Lo gritan agricultores, ganaderos, cazadores, el mundo rural en general y María del Camino Limia en particular. Esta ganadera explica sin filtros a quién le quiera escuchar que se han cansado ya de «tanto desprecio continuo, de la dejadez de nuestros gobernantes y la ignorancia con la que nos atacan. No pueden hacer más oídos sordos a nuestros gritos de auxilio. El campo se muere y a ellos, a los del Gobierno, les da igual».

Limia cambió la toga y las leyes por la llamada del campo, por las ovejas a las que tanto quiere. Sus ovejas, las mismas que puede perder después de tantos años de esfuerzo si no se pone remedio a la sangría que viven las explotaciones españolas. Los precios de la energía y los carburantes por las nubes, el valor de sus productos congelado en el tiempo. Atrapados están en una pinza mortal entre la crisis de suministros y la guerra de Ucrania. Por eso, el domingo se echan a la calle, para que «la España vaciada no sea también la España olvidada».

Tal vez por primera vez, el campo se ha unido en una sola voz, sin fisuras, sin desvíos políticos, para «reclamar solo lo que es justo. Ya no vamos a ir cada uno por su lado, sino que pescadores, agricultores cazadores... el campo se une en Madrid para denunciar el acoso y derribo que hacen algunos políticos al sector primario, al que dan la espalda con ideologías basadas en la mentira. Y por estas mentiras nos dan de lado y no nos quieren ayudar, como sí han hecho con otros sectores productivos».

No hay sesgo político en las tierras de labor, ni en los establos, ni en los barcos de pesca: «Nuestras reivindicaciones no son políticas, son de vida o desaparición», explica Limia. Solo quieren defender sus negocios de una muerte segura. Por eso, cuando se les ataca y se les da la espalda ellos responden con la verdad: su trabajo. «El sector rural no entiende de política, las ovejas, las vacas, las hortalizas son apolíticas. Hemos sido demonizados por ideas ambientalistas sin ningún rigor científico, basadas en una ideología extremista, cuyo objetivo parece ser la ruina de la agricultura y la ganadería, acabar con un sector esencial para la sociedad y la base de nuestra soberanía alimentaria».

La mirada y el pensamiento se van irremediablemente hacia el ministro de Consumo, Alberto Garzón, que protagonizó una grave polémica hace unos meses tras cargar contras las explotaciones intensivas y el consumo de carne. «Para ser ministro hay que ser profesional, tener conocimientos sólidos sobre lo que se habla o se dice y no tirar de argumentaciones ideologizadas por chiringuitos animalistas, que no saben lo que es la sostenibilidad y juegan con la desinformación. Es vergonzoso».

Clama con la fuerza de una mujer hecha a sí misma que «el Gobierno debe escuchar a la sociedad rural, a su sector primario. Debe saber que su pueblo está sufriendo y que si no toman ninguna iniciativa, nuestra fe en ellos y en el futuro se desvanece».

Se ha unido a otras voces rebeldes del mundo rural para defender el sector primario desde la atalaya de las redes. Junto a Joaquín López «Bernabé», Kaelia Cotera, Jesús Manuel Martín Crespo o Pencho Carrión –y otros muchos– han creado la plataforma La Resistencia Rural. Suman más de 10 millones de visualizaciones semanales en redes sociales y 2,5 millones de seguidores, que siguen con fidelidad cada unos de sus mensajes. Su intención es salvaguardar los valores y actividades del campo, sus derechos y ocupaciones, algo que «si no se toman medidas será un recuerdo. Cada vez menos gente se va a dedicar a producir alimentos. Ya hay miles de explotaciones que han empezado a cerrar y otras están a punto de hacerlo porque les es imposible aguantar. Eso va a llevarnos directamente al desabastecimiento de la población y al abandono». Limia denuncia que «los agricultores se están arruinando trabajando, que es lo más cruel y trágico que alguien puede sufrir. La sociedad rural es una sociedad que trabaja y todo ese esfuerzo solo está produciendo endeudamiento de los productores y más España vaciada».

No piden nada del otro mundo. «A corto plazo ajustes en los costes, bajadas de impuestos y cotizaciones, pero de verdad –inquiere– y ayudas directas que nos mantengan a flote. Y a largo plazo, un plan de contingencia para el sector primario que salvaguarde la autosuficiencia de los productores, su eficiencia y su sostenibilidad». No piden mucho y piden todo: salvar el campo.