Opinión

De cómo Poncio Pilatos se reencarnó en España y se lavó las manos

España tiene una recuperación más lenta, con una hiperinflación absoluta y un crecimiento casi estancado

Legitimidad para recurrir el decretazo
Legitimidad para recurrir el decretazoAdriel PerdomoAgencia EFE

Vivo unos años en los medios de comunicación en los que preferiría ser feliz a tener razón. Era 10 de enero de este año 2022, a las 7.50 de la mañana concretamente, cuando LA RAZÓN publicaba mi artículo sobre “Reducir la incertidumbre y reformas estructurales, claves en 2022″. No existía guerra en Ucrania, ni otros aspectos de actualidad, y ya eran evidentes los riesgos absolutos de este 2022 que comenzaba: España iniciaba una recuperación más lenta (y así está siendo), con una hiperinflación absoluta y un crecimiento casi estancado, a lo que se unen unas cifras de paro que en el cuarto trimestre serán imposibles de encubrir.

También indicábamos que las empresas y trabajadores comenzarían a vislumbrar que la agonía llegaría con el inicio de los concursos empresariales y familiares si no se tomaban medidas drásticas. Precisamente, la reforma laboral no vino a solucionar los problemas, sino a crear otros nuevos añadidos cuyos máximos efectos están por llegar.

Comentábamos que el desequilibrio euro-dólar podría alargar la recuperación e incomodar al BCE, que se vería en la tesitura de tener que endurecer las condiciones. En la actualidad, este momento ha llegado, teniendo que decidir entre inflación, crecimiento y tipos de interés, actuando a remolque de una economía norteamericana no siempre acertada.

La contención de la inflación indicábamos que era clave. Desde enero no se hizo nada para luchar contra la misma, ni tampoco contra la subyacente. No sólo NO ha existido contención, sino que se ha disparado a niveles nunca vistos en casi 40 años, abandonando el crecimiento económico. Es especialmente relevante en nuestro país, en el que algunos tratan de hablar de economías comparadas para justificar ciertas acciones, sin darse cuenta que cuando hablamos de economía comparada, en la zona euro, debemos tener en cuenta la fiscalidad, la sociedad, la legislación y la economía de cada país, entre otros factores... No se pueden comparar a la ligera las medidas de unos países y las de otro sin contemplar el resto de variables, pero SÍ las consecuencias de las medidas. Y, en nuestro país, son desoladoras.

Por último, señalábamos que íbamos a depender de la capacidad de dirección de la economía española para acometer reformas reales y desarrollar condiciones de inversión ventajosas, para lo cual se deberá contar con Europa. Las reformas fueron disfraz de una realidad no aceptada, incapaces de desarrollar crecimiento alguno pese a la ayuda de la Unión Europea y despilfarrando recursos que necesitaremos en breve para necesidades básicas.

Ahora díganle a la población que es culpa de otros factores que no tienen nada que ver con las Administraciones Públicas, ni guerras lejanas ni hidrogeles cercanos. Lo siguiente será enfrentarnos a unos con otros para lavarse las manos