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Caso Tarjetas «B»

Blesa autorizó retirar efectivo con las tarjetas de Caja Madrid

Blesa sale de la Audiencia Nacional tras declarar ante el juez Andreu
Blesa sale de la Audiencia Nacional tras declarar ante el juez Andreularazon

En la etapa de Terceiro, los gastos eran conocidos por el regulador y estaban limitados a 600 euros al mes

Las tarjetas de crédito que existían en Caja Madrid hasta la llegada de Miguel Blesa a la presidencia en 1996 tenían un límite máximo mensual de 600 euros, tenían el mismo tratamiento contable e informático que el resto de las emitidas por la entidad financiera y no permitían la retirada de dinero en efectivo (los consejeros y directivos implicados en el escándalo retiraron entre 2003 y 2012 cerca de 2 millones en efectivo). La imputación de los ex presidentes de Caja Madrid y Bankia, Miguel Blesa y Rodrigo Rato, respectivamente, en el escándalo de las «tarjetas B» ha reabierto el debate sobre el origen de estos instrumentos de pago destinados a cubrir los gastos de representación de directivos y consejeros. Ambos han sostenido ante el juez Andreu que la práctica ya se hacía en el momento de su llegada a la presidencia de la caja en los años 1996 y 2010.

Gastos de empresa

Según ha podido saber LA RAZÓN, las tarjetas de empresa que había en Caja Madrid durante la presidencia de Jaime Terceiro (1988-1996) estaban destinadas única y exclusivamente a satisfacer los gastos de representación originados en el desempeño de sus funciones, con un límite máximo de 100.000 pesetas mensuales (600 euros). El comité de auditoría interna de la entidad era el encargado de vigilar minuciosamente todos los gastos, que tenían que ser justificados documentalmente. La información sobre estas tarjetas de empresa era «absolutamente transparente para la institución, los auditores y los reguladores».

La razón de su existencia es que en aquellos años, la caja no disponía de comedores privados a disposición del equipo directivo y de sus consejeros. De hecho, ni siquiera los directores generales tenían asignados de forma exclusiva automóviles para sus desplazamientos, que se realizaban mediante el uso de una flota de uso compartido. Nada que ver con la ostentación de la época de Miguel Blesa. Su penúltimo capricho fue la compra de un BMW de la serie 7, blindado, por el que Caja Madrid pagó en abril de 2009 510.717 euros.

Nada más llegar Blesa a Caja Madrid cambió al director de Auditoría y nombró en su lugar a Ildefonso Sánchez Barcoj (484.200 euros gastados con la «tarjeta B»), imputado también por el juez Andreu. A partir de ese momento su contabilidad se escondió, el importe disponible se multiplicó por veinte y se permitió retirar efectivo.

Jaime Terceiro, que convirtió a Caja Madrid en una de las instituciones más solventes y rentables del panorama financiero español (cuadruplicó su beneficio y triplicó los depósitos de los clientes)tenía un salario de 180.000 euros y no quiso ninguna indemnización al dejar el cargo. Blesa llegó a percibir, con los consejos en los que se sentaba, 4,5 millones anuales y cobró una escandalosa indemnización al abandonar la presidencia.