Análisis

China y su capacidad para liderar el mercado europeo en todas las industrias clave

El Viejo Continente puede ser el mercado perfecto para la creciente capacidad productiva del gigante asiático

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Bandera de ChinaEuropa Press

Las noticias recientes nos hacen temer que no podemos esperar un acuerdo comercial rápido y satisfactorio. La posición de China parece haber cambiado de manera radical en poco tiempo. ¿Qué ha pasado?

El gobierno de China no quiere eliminar sus barreras arancelarias y no arancelarias a corto plazo, y fuentes internas reflejadas por Reuters y CNBC argumentan que es un proceso lento y de varios años. Las autoridades de China consideran que se debe dar tiempo a la apertura de su economía. Ven una oportunidad de oro de crecer en el mercado europeo, donde la regulación y trabas no arancelarias son muy elevadas pero la competitividad de las empresas chinas es muy superior, tanto en tecnología como en costes operativos.

Las ventajas competitivas de China pueden hacer que sustituya al consumidor estadounidense por el europeo, ofreciendo productos de alta calidad a muy bajo coste y contando con que la posición de la Unión Europea con respecto a Estados Unidos es similar, no querer negociar la eliminación de límites legales y normativos.

A China no le preocupan las trabas al comercio de la Unión Europea, y entiende que puede liderar el comercio ganando cuota de mercado rápidamente por supremacía tecnológica, energética y competitividad en costes. La Unión Europea parece recelar de su socio natural y de las formas de la administración estadounidense, y se resiste a levantar sus propias barreras, aunque lo exijan las empresas europeas y el propio Mario Draghi. En ese escenario, Europa puede ser el mercado perfecto para la creciente capacidad productiva de las empresas chinas.

La UE parece valorar más su tejido regulatorio que acercarse a Estados Unidos

Existe un precedente importante. La posición de Alemania y la Unión Europea con respecto a Rusia y su dependencia energética también se convirtió en rechazo numantino a cambiar por negarse a reconocer nada de lo que advertía Estados Unidos y Trump en particular. Preferir lanzarse a depender de un país como Rusia antes que cambiar las decisiones legislativas y regulatorias y dar la razón a Estados Unidos.

La Unión Europea parece valorar más su tejido regulatorio y arancelario que las posibilidades de unirse a Estados Unidos. Es decir, parece que hay más miedo a que las empresas estadounidenses entren en Europa que a dejar que las chinas lo hagan. Las primeras exigen eliminar barreras, mientras que las segundas están acostumbradas a ganar cuota de mercado en países con elevado nivel de intervención regulatoria y estatal.

Las empresas chinas no molestan ni sacan los colores a los políticos. De hecho, China ha entendido que cuánto más intervenido y regulado esté un país o región económica, mayor ventaja competitiva tiene su entramado empresarial. La Unión Europea es, por lo tanto, el objetivo a conquistar mientras China se desacopla de Estados Unidos.

Muchos políticos y oficiales europeos prefieren abrir la puerta de la ciudad de Troya a China antes que retirar las trabas regulatorias, fiscales y arancelarias que han tejido durante tantos años, y ven como enemigo a Estados Unidos y como oportunidad a una China que no pide cambios legislativos ni negociaciones.

Economía.- EEUU y China acuerdan "mantener abiertas las líneas de comunicación" tras las tensiones comerciales
Economía.- EEUU y China acuerdan "mantener abiertas las líneas de comunicación" tras las tensiones comercialesEuropa Press

No es una novedad. En muchos países del mundo hemos visto como los gobiernos con mayor intervención y control estatal de la economía abrían la puerta a China como socio cómodo para el poder y se las cerraban a Estados Unidos, al que se percibe como un conjunto de malvadas empresas privadas con objetivos diferentes. China y sus empresas son una sola entidad y Estados Unidos es una economía de mercado. Para muchos líderes políticos esa combinación de planificación central y autoridad de poder aparentemente ilimitado es una ventaja. No es incómodo para el poder político local.

China ofrece un enorme potencial a través de los comités de compras, que se comprometen a aumentar las importaciones de productos europeos. A cambio, entraría con alfombra roja en el mercado europeo y goza de la ventaja de no tener que cumplir ninguna de las exigencias que la regulación impone a las empresas europeas. Normal.

La capacidad de resistencia económica de China es otro factor. La información que llega desde medios de comunicación en China afirma que el aparato del Partido Comunista Chino está dispuesto a mantener el conflicto con EE UU a largo plazo, incluso si esto implica un coste económico severo para la población china. Según Cai Qi, la posición de los líderes cercanos a Xi Ji Ping es que el pueblo chino debe soportar las dificultades económicas derivadas de tensión comercial y no negociar reducciones de barreras arancelarias y no arancelarias, incluso si ello supone sufrimientos comparables a los de la Gran Hambruna de 1959-1961, que causó la muerte de unos 40 millones de personas en zonas rurales de China. The Epoch Times destaca que Xi Jinping aboga por una lucha prolongada y por movilizar a toda la población para resistir las presiones de EE UU, priorizando la autosuficiencia y la demanda doméstica ante el impacto económico de los aranceles estadounidenses.

Es extremadamente inteligente. China se presenta como el aliado del poder político que no exige cambios normativos, apertura fiscal ni eliminar regulaciones, y a cambio entra por la puerta grande en el mercado sin necesidad de cumplir esas regulaciones absurdas.

Para las autoridades de China, la excesiva regulación y carga fiscal europea no son trabas que eliminar, sino ventajas competitivas relativas, casi como un regalo de las autoridades europeas a las empresas chinas del que beneficiarse en su crecimiento mundial. Si, además, el nuevo socio no tiene liderazgo tecnológico, financiero ni energético, mucho mejor. China puede convertirse rápidamente en el líder del mercado europeo en todas las industrias clave y, además, en tecnología y financiación de primer recurso para empresas.

La Unión Europea es, para la expansión de China y su principal socio estratégico lo que Estados Unidos ya no va a ser. Un mercado muy amplio con un tejido empresarial con poca capacidad competitiva y un entorno burocrático, fiscal y normativo crecientemente restrictivo para las empresas europeas. Al poder político y burocrático puede que le parezca más cómodo que llegar a acuerdos con Estados Unidos pero, ¿es así para las empresas europeas?.