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Economía

Daniel Lacalle: "Sánchez es el ejemplo claro de un Estado depredador"

El economista jefe en Tressis, denuncia en "El nuevo orden mundial" (Deusto) lo que considera una deriva totalitaria y un afán de control social encubiertos bajo medidas de apariencia benévola, propias del progresismo y la socialdemocracia en lo que él denomina «Estados depredadores»

Entrevista con Daniel Lacalle.© Alberto R. Roldán / Diario La Razón. Alberto R. RoldánPHOTOGRAPHERS

"El Estado depredador es el vehículo de supervivencia de la clase política extractiva, que sabe que no va a cumplir sus promesas y debe reprimir el descontento social, y que es muy consciente de que la tecnología deja en evidencia la irrelevancia del entramado burocrático, por lo que debe intentar frenarla. El Estado depredador no es un concepto que los ciudadanos puedan aceptar con agrado, porque su objetivo es crear una clase dependiente y secuestrada incapaz de rebelarse contra los gobiernos, por eso viene escondido dentro del caballo de Troya del estado de bienestar". Daniel Lacalle, economista jefe de Tressis, introduce así su última obra «El nuevo orden económico mundial» (Deusto) que presentó en la Fundación Rafael del Pino. Un libro escrito, según cuenta, porque el "aparente avance inexorable del totalitarismo, del Estado depredador y de los políticos autocráticos, es evitable".

¿Cuál ha sido el principal motivo que le ha llevado a escribir este libro en este momento?

El objetivo principal del libro es explicar por qué estamos viviendo en un entorno en el que los gobernantes y las instituciones parecen darle la espalda a los ciudadanos. Preocupaciones como la inflación, el empobrecimiento de la clase media, el descontento con las políticas de inmigración... Muchos lo atribuyen a la incompetencia de los políticos o a que están desconectados de la realidad. Pero lo que quiero mostrar es que lo que ocurre no es casual ni reciente. Es el resultado de un proceso político deliberado: la creación de estados depredadores, que, bajo la apariencia del «Estado del bienestar» y banderas nobles como la igualdad o la defensa del medioambiente, han generado estructuras de poder que ya no responden a los ciudadanos, sino que utilizan a las familias y empresas como cajeros automáticos, poniendo a la sociedad civil al servicio del poder político, y no al revés.

¿Quiénes lideran este nuevo orden económico mundial?

Este nuevo orden empieza a consolidarse cuando los partidos mayoritarios, el llamado establishment, dejan de representar al ciudadano y se funden en estructuras supranacionales que buscan, ante todo, perpetuar su poder. Es ahí donde se borra la línea entre izquierda y derecha tradicional y se impone una lógica de control y centralización. En ese escenario, hay dos grandes líderes: Estados Unidos y China. Pero el modelo que inspira al político intervencionista es el chino. El político que quiere perpetuarse en el poder mira a China como un espejo.

¿Se mira Pedro Sánchez en ese modelo chino?

Absolutamente. Sánchez es un ejemplo claro de lo que significa un Estado depredador: la utilización de las instituciones para fines personales, el uso de la represión fiscal, el ataque a la libertad de expresión y a la parte productiva de la sociedad, y la creación sistemática de clientes dependientes, de ciudadanos que dependen del Estado para sobrevivir. Esa es la esencia del Estado depredador.

¿Le puede funcionar para perpetuarse en el poder?

No tengo una bola de cristal. Pero una de las cosas positivas que señalo en el libro es que, precisamente, el hecho de que estos políticos hayan acelerado su intento de control social es una señal de debilidad. La respuesta ciudadana en muchos países, los resultados electorales, demuestran que la sociedad civil es mucho más fuerte de lo que parece.

¿Cuáles son las herramientas para defendernos y liberarnos del control político?

La inversión, la posibilidad de mover capitales, la tecnología que protege la libertad de expresión... incluso la inteligencia artificial. Estas herramientas permiten defender la libertad individual, que es lo primero que ataca el estatismo depredador. El estatismo se disfraza de «protector» frente a amenazas como la desinformación o la ultraderecha. Pero en realidad, es la mayor fuente de desinformación. La propaganda es inherente al poder político.

¿Eso se traduce en blanqueo de extremismos?

Totalmente. Mientras se demoniza a la ultraderecha, se ha blanqueado a la ultraizquierda en todo el mundo. El neomarxismo ha utilizado causas justas —como el medioambiente, la igualdad, los derechos sociales— como caballos de Troya para imponer un modelo totalitario. Y esto ha sido posible gracias a una estructura de poder multilateral que ha elevado a regímenes como el chino a una posición dominante, normalizando sus prácticas en nombre del progreso.

¿Cuando habla de control de instituciones, se refiere también a España?

Por supuesto. La erosión institucional en España es evidente. El uso de las instituciones independientes para consolidar un poder personalista y autocrático está ahí. Y no es un fenómeno aislado. Lo mismo ocurre con Trudeau en Canadá o con Lula en Brasil. Mismo guión: inmigración ilegal como herramienta de dependencia, control de medios, cancelación de disidentes, y estímulos fiscales y monetarios para ganar tiempo político.

¿El wokismo y el neomarxismo vienen de fuera?

En gran parte, sí. Esta ola ideológica que blanquea el neomarxismo, el wokismo, la cancelación y la censura no nace en nuestros países. Lamentablemente, fue impulsada desde la administración estadounidense anterior y exportada al resto del mundo. Es irónico: si hoy defiendes la libertad de expresión o la propiedad privada, te tachan de extremista.

¿Qué opina de la posición de Europa respecto a Rusia y Ucrania?

Europa dice una cosa, pero hace otra. Aparentemente, apoya a Ucrania, pero en la práctica perpetúa la guerra. Las importaciones de gas y otros productos desde Rusia siguen siendo multimillonarias. Y no podemos ignorar que no hay solución en Ucrania sin China, que es el socio estratégico de Rusia, según su propio acuerdo. Europa necesita realismo, no política exterior de PowerPoint. Y debe entender que no se puede ver a China como si fuera neutral.

¿Y España, qué papel juega en esta estrategia europea?

España tiene una oportunidad enorme: invertir más en defensa, ser parte de un debate serio sobre seguridad, ser más consciente de los retos que tiene Europa. Pero también corre un gran riesgo: que el gobierno utilice esta coyuntura para aumentar el gasto público sin control, presentarse como aliado de todos y de nadie, y actuar como puerta de entrada de los enemigos de Occidente a la UE.

¿Qué acciones debemos llevar a cabo como ciudadanos libres?

Entre ellas, infórmate sobre tus derechos constitucionales y las leyes que limitan el poder del Estado. Participa activamente en el proceso democrático: vota y apoya a candidatos que defiendan la libertad individual y los límites al poder estatal. Apoya organizaciones que defienden las libertades civiles: colabora con grupos que trabajan para proteger los derechos individuales. Utiliza la tecnología que proteja la privacidad.

Para cerrar: ¿cuál es su modelo a seguir?

Muchos me dicen que solo me gusta Estados Unidos. Y sí, me gusta. ¿Por qué? Porque allí existe una cultura del esfuerzo, de superarse. Un país donde cada Estado tiene libertad fiscal. Un país donde la gente no espera que el gobierno les dé nada que no merecen. Como me dijo un taxista en Dallas: «Yo no quiero que el gobierno me dé cosas, quiero que me deje en paz».