Rescate a Grecia

España espera con inquietud, pero sin alarma el desenlace de la crisis griega

España espera con inquietud, pero sin alarma el inminente desenlace de la crisis abierta entre Grecia y sus socios europeos, ya que incluso si se produjera la ruptura de la zona del euro el impacto en la economía y las finanzas españolas sería limitado.

Tras varias semanas de negociaciones, ultimátums, amenazas y desplantes, las conversaciones están en punto muerto a la espera de que el lunes se reúna el Eurogrupo inmediatamente antes de la cumbre de líderes de la eurozona, que una vez más tratará de alcanzar un acuerdo in extremis para evitar una quiebra y una eventual salida del euro de ese país.

La consecuencia inmediata de esa salida de Grecia de la zona del euro sería, según los analistas, una crisis financiera y la emisión de una nueva moneda que habría que devaluar significativamente en relación con el euro.

Esto en lo que toca a Grecia, pero para Europa las repercusiones serían graves en cuanto a la credibilidad del proyecto europeo, que nunca hasta ahora había sido puesto en cuestión y se había considerado irreversible.

De este riesgo es muy consciente el ministro de Economía, Luis de Guindos, que aunque aseguró el viernes que España no necesita planes de contingencia por si hubiera una quiebra griega o una salida del país del euro, reconoció que lo que está en juego es el futuro de la eurozona.

En este sentido, y centrándose en España, Carlos Fernández, analista de XTB, distingue dos vertientes, por un lado las pérdidas económicas con motivo de una posible quita de deuda, y por otro las políticas, ya que se crea un precedente de abandono de la moneda única y se rompe el principio de que es un proyecto irreversible.

Siendo esto último lo más grave, y lo más difícil de estimar anticipadamente, las consecuencias económicas vendrían del lado del coste para el Estado, de la subida de sus costes de financiación, la salida de capitales extranjeros y el hundimiento de la bolsa.

De momento, el mercado de deuda soberana es el que más ha acusado la posibilidad de un “grexit”; en el secundario, el interés del bono español a diez años, el de referencia para medir el riesgo país, ha repuntado por encima del 2,3 %, su nivel más alto desde agosto de 2014, desde el mínimo histórico de marzo, por debajo del 1,2 %.

Esto ha elevado la prima de riesgo de España desde los apenas 90 puntos de mediados de marzo a los algo más de 150 que ha marcado esta semana.

Sobre este punto, Carlos Fernández explica que lo normal es que se produzca una subida, aunque al igual que los descensos se han sostenido por las compras de bonos del Banco Central Europeo (BCE), llegado el caso el organismo “podría aumentar la compra de bonos y mantener controlada la situación”.

Frente a la salida masiva de capitales de Grecia y la retirada de fondos y depósitos de los bancos griegos por parte de los particulares -casi 35.000 millones de euros desde noviembre, 3.000 millones sólo la semana pasada-, en España la situación es muy distinta.

Pese a la baja rentabilidad que ofrecen los bancos, los depósitos de familias y particulares que custodian las entidades financieras españolas han subido -un 0,6 % en abril, último mes del que el Banco de España ofrece datos-.

También el ahorro destinado a fondos de inversión ha crecido, casi un 15 % desde comienzos de año, según la patronal del sector.

Y tampoco se han desencantado los inversores extranjeros, que en abril gestionaban más de 400.000 millones de euros de deuda española, cifra récord y un 55,7 % del total.

Pero además, la exposición de España a Grecia es relativamente baja y muy inferior a la de otros países de nuestro entorno; en concreto, la ayuda que España aportó para los rescates es de unos 28.000 millones de euros, a los habría que sumar la exposición de las entidades financieras españolas a la deuda griega, unos 500 millones de euros.

Pese a que se trata de una cuantía elevada, Carlos Fernández cree que “no tendría excesiva repercusión en nuestro sector bancario, quizás algo para las arcas del Estado, pero en ningún caso una incidencia muy elevada”.

Por lo que respecta a la bolsa, el analista admite que puede que haya más volatilidad, aunque “es un escenario que se lleva barajando muchos meses y eso ha dado tiempo a los inversores a reducir su exposición a la deuda griega”.