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Unión Europea

Grecia acepta prorrogar el rescate cuatro meses

Los ministros de finanzas de la zona euro posan ante los periodistas hoy en la reunión del Eurogrupo.
Los ministros de finanzas de la zona euro posan ante los periodistas hoy en la reunión del Eurogrupo.larazon

El Eurogrupo presionaba ayer a Grecia para que accediera a aceptar una prórroga del programa actual y el cumplimiento de las condiciones. Objetivo conseguido. Atenas cedió a las exigencias europeas.

El Eurogrupo presionaba ayer a Grecia para que accediera a aceptar una prórroga del programa actual y el cumplimiento de las condiciones. Objetivo conseguido. Atenas cedió a las exigencias europeas. Tal y como preveía el ministro de Economía griego, Yanis Varufakis, antes de la reunión en Bruselas con sus homólogos europeos, hubo «fumata blanca», aunque más a nivel político que técnico. El semestre de prórroga que solicitaba el Ejecutivo heleno se quedará en cuatro meses finalmente.

Cuatro horas de encuentros bilaterales previos fueron necesarios para que los 19 titulares de Finanzas se reunieran en la misma sala. Adelantar trabajo era la meta de cara a presentar un texto consensuado al resto de ministros. Para ello, la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, y el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, se reunieron de forma separada con Alemania y Grecia, de los que obtuvo su aprobación al texto finalmente consensuado. «Un trabajo laborioso», reconocía Lagarde.

«Tuvimos un encuentro muy intenso. Se basaba en crear la confianza entre nosotros. Y esta noche hemos dado el primer paso de este proceso. Me congratula decirles que hemos encontrado puntos comunes para acordar un comunicado conjunto. Es un resultado muy positivo», explicaba en rueda de prensa el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.

Por su parte, el ministro de Economía griego, Yanis Varoufakis, se mostraba satisfecho por el acuerdo, porque no recoge una de sus líneas rojas, la reducción de las pensiones. «Hemos combinado dos cosas que siempre parecen contradictorias, lógica e ideología. Es tiempo de trabajo. Todavía no ha terminado todo. Sed pacientes», añadía. Varufakis aseguraba que después de este acuerdo la relación entre Grecia y Europa se da «entre iguales. Hemos dejado atrás el tiempo en que Grecia era tratada como una extranjera. Desde hoy seremos coautores de nuestro futuro, seremos nosotros los que decidamos las reformas», explicó.

Fundamentalmente, el texto firmado recoge una prórroga de cuatro meses más del rescate actual para Grecia, además del compromiso de mantener las condiciones que recoge el memorándum. es decir, pagar la deuda en los plazos acordados y respetar los ajustes aprobados hasta ahora. La extensión no contempla medidas nuevas de austeridad sino más bien «hacer el mejor uso de la flexibilidad que ofrece el programa», según aclaraba Dijsselbloem.

El acuerdo establece un calendario de trabajo que empieza el próximo lunes, cuando las autoridades griegas se han comprometido a enviar «una lista de reformas basadas en el acuerdo actual». Al día siguiente se aprobaría por videoconferencia. Será a finales de abril el límite para detallarla y que pueda acordarse con las instituciones. Asimismo, el acuerdo salva el límite del 28 de febrero, cuando concluía el actual programa, y permite, por otro lado, que Alemania, Holanda, Estonia y Finlandia puedan aprobar en su Parlamento la extensión del rescate griego. Además, abre la posibilidad de firmar un nuevo acuerdo con Atenas, lo que podría traducirse en un tercer rescate.

Las negociaciones no fueron fáciles. Según trascendió durante la reunión de los ministros europeos, algunos países como España y Portugal presentaron sus reservas al texto. El presidente del Eurogrupo rehusó aclarar si ambos países buscaban bloquear el acuerdo. El ministro de Economía, Luis de Guindos, reconocía a la salida que España había pedido aclaraciones sobre los compromisos adquiridos por Grecia al final de la negociación, descartando las informaciones sobre el bloqueo del acuerdo. «Forma parte de las negociaciones. España ha defendido sus intereses», aclaraba el ministro español.

La «histórica decisión política para el futuro de Europa» que vislumbraba el primer ministro griego, Alexis Tsipras, justo antes de la reunión del Eurogrupo, se quedó en un acuerdo de supervivencia para Grecia, asfixiada por los problemas de liquidez. Al gabinete de Tsipras le esperan dos días de fuertes turbulencias para amortiguar las posibles críticas de los sectores más radicales de Syriza y de su socio de coalición, Griegos Independientes. Como indicó el veterano comentarista político, Pavlos Tzimas, «se han hecho enormes concesiones, políticamente peligrosas para el Gobierno, que tendrá que superar un test interno», sobre la posible oposición a las reformas que debe presentar el lunes. Atenas trató de edulcorar el resultado de las negociaciones incluso antes de conocer su desenlace y evitar así defraudar a sus votantes.

Sobre las amplias concesiones de la delegación griega en Bruselas, Sakellaridis reconoció que «las condiciones han madurado para permitir el acuerdo», lo que Varufakis ilustró con una metáfora: «No hemos cedido una milla, sino diez». «Más no podemos ceder, se trata de nuestra soberanía» reclama Chrysanthos Vlamis, representante griego de la Heinrich Böll Foundation en declaraciones a este diario. Sobre el acuerdo final en el Eurogrupo, Vlamis asegura que «el Gobierno griego tiene que ser sincero y explicar lo que realmente ha firmado». «¿Han visto alguna vez otro Gobierno griego negociar con esta firmeza y efectividad en los últimos cinco años? ¿Un Gobierno que haya provocado desavenencias en el Ejecutivo alemán?», preguntaba el ministro de Servicios Sociales, Dimitris Stratoulis, en una tertulia televisiva. La rapidez para emprender las negociaciones sobre la deuda y el resentimiento general hacia Alemania por su implacable postura han permitido al nuevo Gobierno ganarse el respaldo del 70% de los griegos en tan sólo un mes. Acostumbrados al vértigo de las citas europeas, los griegos aplauden sin demasiado ruido el fin de la austeridad, como les prometió el Gobierno izquierdista, pese a las restricciones de un acuerdo que algunos consideran lo mismo que firmaron los anteriores gobiernos.