Economía
Ignacio Buqueras: «En España padecemos de “reunionitis”»
El economista cree que la cultura del presentismo en el trabajo «es tercermundista» y «perdemos mucho tiempo con reuniones»
El economista cree que la cultura del presentismo en el trabajo «es tercermundista» y «perdemos mucho tiempo con reuniones».
Le llaman «el hombre de los horarios» allá por donde va. Y es que este economista lleva décadas luchando por un cambio de mentalidad que nos permita tener unos más racionales, similares a los del resto de países europeos. En realidad, eran los que había en España antes de los años cuarenta. En esa época se almorzaba entre las 12:30 y las 13:00 horas y se cenaba en torno a las 19:30. El presidente de Honor de la Asociación Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (Arhoe) y también presidente de la Fundación Independiente acaba de publicar, junto con Jorge Cagigas, el libro «Dejemos de perder el tiempo» (LID) con un mensaje claro sobre el valor irrepetible de cada uno de los 86.400 segundos de cada día de nuestra vida.
No le gusta nada la impuntualidad. Y se queja cuando tiene que sufrirla. «Esta mañana he ido a una reunión en la que han pedido diez minutos de margen para que llegasen todos los convocados. No he podido callarme: ‘‘Esto no puede ser, una vez más la puntualidad está penalizada en este país. Esos diez minutos de cortesía son una descortesía para los que hemos llegado a tiempo’’», cuenta que dijo a los presentes.
–Parece el hombre más preocupado de España sobre cómo se distribuye el tiempo. ¿Cuándo empezó a abanderar esta causa?
–En el año 2001 hicimos un estudio de porqué teníamos en España una sociedad civil más débil que en otros países. Así vimos que todo obedecía a los horarios. Si una persona no tiene tiempo para ella, para su familia o para sus hijos, menos puede tenerlo para el mundo asociativo. Constatamos que éramos una singularidad en Europa. No había ningún otro país que tuviera unos como los nuestros.
–¿Y por qué ocurre eso?
–En 1940 España cambió de meridiano y abandonó el de Greenwich para adoptar el de Berlín, coincidiendo con la Segunda Guerra Mundial. Después del conflicto, países como Inglaterra o Portugal volvieron a su meridiano, pero nosotros no. La postguerra tampoco ayudó porque la necesidad hizo que naciera el pluriempleo y con ello los horarios interminables. Y ahora, si tenemos una misma moneda, ¿por qué no podemos tener los mismos horarios?
–¿Cómo ha influido la crisis en la racionalización de estos?
–Hasta 2008, se avanzó bastante. La gente lo primero que preguntaba en una empresa era cuánto iba a cobrar y cuál era su horario. Pero la crisis supuso un parón porque lo importante era tener trabajo, paguen poco o mucho. En este momento, todos los partidos políticos, con más o menos fuerza, han incorporado en sus programas el tema de la racionalizción de los horarios.
– ¿Cómo afecta a los trabajadores no tenerlos racionales?
– En el hecho de que seamos líderes europeos en baja natalidad. Muchas mujeres me han dicho: me gustaría tener más hijos pero con estos horarios, no me puedo plantear aumentar la familia. Para colmo, somos los últimos en ayudas a la familia. También el país europeo con más separaciones matrimoniales. Muchas parejas llegan a sus casas después de largas horas de trabajo y entre ellos se crean tensiones innecesarias. En el resto de Europa lo normal es que la gente acabe su jornada laboral a las cinco de la tarde. Nuestros horarios tienen también que ver con las altas tasas de abandono escolar porque los padres no tienen tiempo de ayudar a los hijos con los deberes.
–¿Estamos preparados para un cambio de mentalidad?
–Lo que se impone es la cultura del presentismo, que es tercermundista. Hasta que no se va el jefe, no se van los empleados. Esto no pasa en otros países. Si el jefe quiere quedarse...Como si tiene una litera en la oficina y quiere dormir allí hasta el día siguiente... Es su problema.
–¿Quién es el político que más se ha creído lo de la racionalización de horarios?
– Jordi Sevilla, que fue ministro de Administraciones Públicas con el PSOE. Aprobó el Plan Concilia en 2005 que marcaba que en las Administraciones públicas todos los empleados tenían que estar como máximo hasta las seis de la tarde, incluidos altos cargos. Duró poco en estos Alardeaba de que, como máximo, a las 18:15 o 18:20 se iba. Eso no quiere decir dejar las cosas sin hacer. Es una cuestión de organización.
–Denos algunos consejos prácticos para aprovechar el tiempo
–Hay que darle valor al tiempo. Gandhi decía: «Cada minuto que tú y yo vivimos es irrecuperable». Es necesario hacer diariamente una reflexión para ver cómo lo hemos empleado. No todo es urgente ni necesario. Hay que saber decir que no.
–¿Las nuevas tecnologías no nos esclavizan en cuestión de tiempo?
–Tienen que estar a nuestro servicio. No podemos estar mirando todo el día el correo electrónico. Abogamos por el teletrabajo. Eso facilita la racionalización del tiempo.
–¿España tiene uno de los «prime time» más tardones de Europa. ¿Por qué no se ha logrado convencer a las televisiones?
–Por esta falta de cultura del valor del tiempo. Es una asignatura pendiente muy importante. Me gustaría añadir también que somos el país de la «reunionitis», el que más reuniones hace y más tiempo pierde en ellas. Pocas empiezan a su hora.
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