Motor

La UE prohíbe la venta de coches nuevos de gasolina y diésel a partir de 2035, pero salva los biocombustibles

El pacto sale adelante tras levantar Alemania su veto y a pesar del "no" de Italia y Polonia, que no logran una minoría de bloqueo

Imagen de gasolineras y combustibles por la escalada de precios de gasolina y diesel.
Los coches de gasolina y diésel nuevos no se podrán vender en la UE dentro de tan sólo 12 añosJesus G FeriaLa Razón

Los vehículos con motores de combustión seguirán a la venta tras 2035 si utilizan biocombustibles respetuosos con el medio ambiente, como los llamados combustibles sintéticos o "eFuel". En cambio, estará prohibida la venta de coches nuevos que usen gasolina y diésel convencional, incluidos los híbridos Así ha sido aprobado este lunes por los embajadores europeos de los Veintisiete después de que Alemania y la Comisión Europea llegaran a un acuerdo este pasado sábado. Italia ha votado en contra de este pacto, pero no ha podido echar atrás el acuerdo al no poder formar una minoría de bloqueo. Polonia ha votado en contra y Bulgaria se ha abstenido, al igual que hicieron en la primera votación. Se espera que este martes los ministros de Transportes den la luz verde definitiva al acuerdo.

El pasado 3 de marzo, Alemania sorprendió al resto de socios europeos al frenar in extremis la adopción de esta normativa después de que la Eurocámara hubiera votado a favor y tan sólo fuera necesario un mero trámite formal de ratificación por parte de los Veintisiete e Italia decidió unirse a este veto. Esta legislación pretende que a partir de 2035 no puedan adquirirse coches de primera mano con motores de combustión que empleen gasolina y gasoil y también quedarán prohibidos los híbridos.

Tras la conmoción inicial, el Ejecutivo comunitario decidió negociar de manera bilateral con Alemania un texto que, si bien formalmente no modifica el paquete antes citado, introduce un cambio por la puerta de atrás mediante una declaración política. Alemania asegura que no está en contra de la implantación del coche eléctrico, pero pretende que los motores de combustión puedan seguir funcionando en el mercado más allá de 2035 si utilizan biocombustibles verdes en vez de los convencionales. Esta exigencia no había sido incluida en el paquete final, ya que estos combustibles sintéticos no están lo suficientemente desarrollados y su precio resulta ahora mismo prohibitivo.

A pesar de esto, el acuerdo inicial sí que introduce una cláusula de revisión en el año 2026 que permite un retraso de la fecha en la implantación del coche eléctrico más allá de 2035 y también incluye estudiar el desarrollo de los biocombustibles para esa fecha.

La utilización de este tipo de combustibles siempre ha sido polémica, ya que si bien emiten dióxido de carbono cuando arranca el motor de un vehículo, se considera que esto queda recompensado por la cantidad extraída de la atmósfera durante su proceso de fabricación que consiste en la sintetización de emisiones de dióxido de carbono e hidrógeno renovable. Esto lleva a que se consideren neutrales.

Más allá de los aspectos técnicos del pacto, este veto in extremis de Alemania habían sentado mal en el resto de las cancillerías europeas que consideraban que esto podía sentar un peligroso precedente para otros países en temas especialmente delicados. La brecha en la coalición de gobierno en Alemania- con liberales y verdes enfrentados en contra del coches eléctrico y a favor respectivamente- también había sido señalada como la verdadera causa del repentino cambio de postura por parte de Berlín.