Caso Bankia

Rato apunta a Goirigolzarri y se escuda en el Banco de España

Usa su derecho a la última palabra para defender que el supervisor lo aprobó todo. «La razón de este juicio son las decisiones tomadas por el consejo que nos sustituyó». El juicio ha quedado visto para sentencia

El expresidente de Bankia, Rodrigo Rato, haciendo uso de su derecho a la última palabra en el juicio por la salida a Bolsa de Bankia
El expresidente de Bankia, Rodrigo Rato, haciendo uso de su derecho a la última palabra en el juicio por la salida a Bolsa de Bankialarazon

Usa su derecho a la última palabra para defender que el Banco de España lo aprobó todo. «La razón de este juicio son las decisiones tomadas por el consejo que nos sustituyó». El juicio ha quedado visto para sentencia

La Audiencia Nacional dejó ayer visto para sentencia el juicio por la salida a Bolsa de Bankia. Después de diez meses, 72 sesiones, 34 acusados, 57 testigos y una veintena de peritos el «caso Bankia» inició su capítulo final, aquel que llevará al dictado de la sentencia por presunta estafa a inversores y falsedad en las cuentas del grupo de 2010 y 2011.

En el penúltimo acto, la defensa de la matriz de la entidad, BFA, expuso sus últimas conclusiones, profusa y que se alargó horas, pero la máxima expectación estaba en el último turno de palabra que tenían a su disposición cada uno de los acusados antes de que la jueza, Ángela Murillo, dejara todo visto para sentencia. Sobre todo ante lo que pudiera decir Rodrigo Rato. Y no defraudó. Fue el único acusado que decidió acogerse a este derecho y lo ejerció de verdad. El ex presidente de Bankia se levantó y, consultando unos apuntes escritos sobre una cuartilla y con tono pausado, recordó los cinco años de instrucción y sus 17 meses de prisión, durante los que cree haberse atestiguado que las entidades financieras que componían BFA «eran complejas, con lo más altos estándares de calidad y supervisión. Nuestros profesionales eran los mejores y contábamos con el asesoramiento de las mejores firmas contables».

Tras esta introducción, el expresidente lanzó una primera andanada. «Todas nuestras decisiones fueron en favor de nuestros accionistas y contrastadas por el supervisor –refiriéndose al Banco de España–. Todas las decisiones que tomamos fueron con su aprobación». Rato también quiso dejar constancia de que entre la gestión de su equipo directivo y el desembarco del nuevo –comandado por José Ignacio Goirigolzarri desde mayo de 2012–, la entidad superó tres test de estrés del regulador europeo y hubo otros tres cambios regulatorios en España, que se aplicaron «de manera correcta» y «aprobada» por el Banco de España.

Fue en este punto donde la temperatura subió varios grados, muchos en realidad. Rato apretó el gatillo, pero no acertó del todo en la diana. «Todos somos conscientes de que la razón por la que se ha producido este juicio son las decisiones tomadas por el consejo de administración que nos sustituyó». Fue el primer disparo, aunque luego no quiso rematar. Se limitó a afirmar que el nuevo consejo «solicitó ayudas públicas por razones de futuro y no de pasado, y en base a cambios en estimaciones y regulatorios». Y aquí cambió el tono y evitó ir más allá. «Tenían toda la razón, porque la crisis financiera fue muchísimo peor en 2012, 2013 y 2014, hasta el punto de que en 2019, Bankia, en relación a su balance, vale menos que cuando salió a Bolsa, y por ello pido la absolución», concluyó.

Previamente, el abogado de BFA, Alberto Gómez Fraga, había solicitado la absolución de la matriz de Bankia como posible responsable de las supuestas irregularidades, al entender que ninguno de los 34 acusados cometió “ningún delito"por el que el grupo deba responder como persona jurídica. En su larga y profusa exposición, en la que desarrolló hasta diez puntos, rechazó que cualquiera de los responsables de la entidad falsearan las cuentas del banco y afirmó que actuaron con “transparencia, sin incurrir en actos falsarios”. También quiso dejar constancia de que cualquiera de los pasos que se dieron para la salida a bolsa de la entidad fueron aceptados por los órganos de supervisión, principalmente el Banco de España, la CNMV o la misma Deloitte.

"Hemos acudido a un juicio de acusaciones mutantes, como si fuera una película de los hermanos Marx: éstos son los delitos de los que les acuso, y si no les gusta tengo otros", reprochó irónico a la Fiscalía su exposición. Gómez Fraga fue desgranando pormenorizadamente cada una de las acusaciones vertidas sobre BFA y los acusados, concluyendo que “si no hay pruebas acusatorias no hay delito, y por tanto no puede haber delito penal”.

Nadie más quiso alzar la voz y la jueza Murillo bajó el martillo y dejó el «caso Bankia» visto para sentencia.