Unión Europea

Trump declara la guerra al comercio mundial

Trump declara la guerra al comercio mundial
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Las promesas proteccionistas del presidente electo torpedearían la globalización. El nuevo inquilino de la Casa Blanca insiste en revocar la deslocalización de empresas hacia otros países para crear empleo en territorio estadounidense.

El sueño americano comienza a desvanecerse, lo que ha aupado a Donald Trump como nuevo inquilino de la Casa Blanca. Los estadounidenses asisten con recelo al empeoramiento de las expectativas de vida de las futuras generaciones, debido a las bajadas de salarios, a los aumentos de la desigualdad, a las pérdidas de oportunidades y al envío de puestos de trabajo al extranjero. Y un eje de la campaña del presidente electo de Estados Unidos ha pivotado sobre su crítica frontal a los acuerdos internacionales de libre comercio, a los que achaca la culpabilidad de que las grandes empresas norteamericanas hayan deslocalizado sus centros de producción, originando la destrucción de multitud de empleos.

Si se materializaran las promesas proteccionistas, no sólo se torpedearía la actual globalización, sino que se abriría la veda para una futura guerra comercial. De hecho, Trump insiste en revocar la deslocalización de compañías hacia otros países para generar trabajo en territorio estadounidense.

Los acuerdos comerciales de EE UU han quedado en vilo. El presidente electo ha prometido retirarse del Tratado de Asociación Transpacífico (TPP) y renegociar el de Libre Comercio de Norteamérica (TLACN). «Lo más probable es que Trump comience el proceso de retirada del NAFTA tan pronto como pasen 200 días después del 20 de enero. Esta decisión podría culminarse con el abandono del TPP, ya que la Casa Blanca ha reconocido que no lo intentará ratificar». Ekaitz Cancela, autor de «El TTIP y sus efectos colaterales», asegura que estas cuestiones, aún sujetas a toda suerte de incertidumbres, «desafiarán la forma en la que hemos concebido durante las siete últimas décadas el comercio y la globalización, y determinarán si la idea del orden liberal salta por los aires». No obstante, confiesa que ni siquiera un oráculo es capaz de prever cómo impactará la llegada de Trump a cada uno de los tratados.

Relaciones con China

Adivinar los efectos de la victoria del republicano en las relaciones bilaterales entre EE UU y China se antoja como una incógnita. Si, por una parte, el presidente chino, Xi Jinping, ha mostrado predisposición a reunirse con el nuevo inquilino de la Casa Blanca; por el otro, el gigante asiático ha amenazado con un golpe al iPhone en el caso de que estallara una guerra comercial mediante la implantación de tarifas del 45% a las importaciones chinas, tal y como amenazó Trump durante la campaña electoral.

En un mundo globalizado, lo que acontezca entre las dos primeras potencias económicas afecta al resto de países. Máxime, teniendo en cuenta que China es el principal exportador del mundo y EE UU, su segundo socio comercial –sólo por detrás de la UE–. Iván Máñez, director general de Global Asia, piensa que «lo más lógico sería que las amenazas proteccionistas se queden en meras promesas electorales y que, finalmente, no haya una guerra comercial entre estos dos gigantes».

Tras la victoria de Trump, los grandes países europeos dan por acabadas las negociaciones del acuerdo comercial entre la UE y EE UU. Un acuerdo que se ha suspendido temporalmente, pero que podría tener un impacto próximo a los 120.000 millones de euros anuales de beneficio para la UE e incrementar el volumen de exportaciones hacia el país norteamericano cerca del 30%. Mientras que la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, reconocía que «durante bastante tiempo el TTIP estará en el congelador», el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ya ha reclamado «aclaraciones» a Trump sobre sus planes en política comercial. En cualquier caso, lo cierto es que el presidente electo no tiene una postura concreta sobre el TTIP. «No es que lo haga peligrar, sino que pone en jaque el papel que tendrá la UE como aliado de EE UU. La postura de Trump con la Unión Europea será dura, y no podemos olvidar que seguimos dependiendo de EE UU para proteger nuestras fronteras y para nuestra estabilidad económica. Echaremos de menos la benevolencia de Obama en una futura negociación», advierte Cancela.

Pablo Zalba, vicepresidente de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios en el Parlamento Europeo, afirma que todavía es pronto para hablar del efecto Trump sobre el TTIP y que desde la UE continúan comprometidos en alcanzar este acuerdo que consiga sentar las bases del comercio mundial del siglo XXI. El proteccionismo que propugna Trump pretende evitar la deslocalización de empresas americanas, que suelen llevarse a países con menores costes laborales –como los asiáticos–, por lo que el peligro de que una compañía estadounidense se traslade a Europa es muy bajo. «Esto nos debería arrojar un mayor optimismo respecto al TTIP, aunque aún es prematuro hacer una valoración al respecto. Tenemos que esperar a que la Administración Trump se ponga en marcha», agrega el eurodiputado del PP.

Impacto en España

Las promesas proteccionistas de Trump podrían poner contra las cuerdas los 7.530 millones de euros que exportaron las empresas españolas a Estados Unidos durante los ocho primeros meses del presente ejercicio. El estadounidense es el principal mercado para España más allá de las fronteras europeas y constituye la fuente más importante de ingresos para algunas de las compañías españolas más relevantes. Además, EE UU tiene un gran potencial sobre nuestra balanza comercial, ya que se trata del primer cliente entre los países con los que España no tiene firmado un tratado de libre comercio.

Si bien la firma del TTIP espolearía de forma notoria las ventas de España, este tratado puede entrar en una fase de cuarentena tras la victoria del republicano. Sin embargo, Zalba asegura que, en principio, las relaciones bilaterales no se verán afectadas. El ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, ya ha recordado que las relaciones entre dos socios tan antiguos no cambian según el color político o las personas que estén en el poder. De hecho, aunque los vínculos se enfriaron hace unos años por algún que otro desaire del Gobierno socialista, se mantuvo la cooperación. «España y EE UU seguirán trabajando conjunta y estrechamente», remarca Zalba.