Editorial
Pablo Casado y el pacto con la Nación
En la Tribuna que, hoy, publica en LA RAZÓN, Pablo Casado hace un diagnóstico de la situación política y social de España con el que, seguramente, podrían estar de acuerdo la mayoría de los españoles, con independencia de su ideología, de no mediar, precisamente, la anomalía que se describe. Porque, como señala el presidente del Partido Popular, a diferencia de las graves crisis anteriores, las de 1996 y 2011, que respondieron fundamentalmente a causas externas, la responsabilidad de los actuales aprietos es singularmente propia, fruto indeseable de la inversión de los valores que sustentaban el contrato social de la Transición.
Ciertamente, y al socaire de la mayor crisis financiera internacional ocurrida desde la Segunda Guerra Mundial, surgió en nuestro panorama político un movimiento de ultraizquierda, empapado del populismo bolivariano, que ha tratado, con sus políticas divisivas, de desacreditar el vigente modelo de convivencia y que coincidió con el proceso separatista en Cataluña. Pero, también es cierto que, a la postre, ese movimiento está siendo reconducido a sus cortos límites por una ciudadanía que, cada vez que ha sido convocada a las urnas, ha demostrado su paulatino alejamiento de unas posiciones extremistas y maniqueas que a nada bueno conducen. De ahí, conviene resaltarlo, que la afirmación del presidente popular de que no desea una España sin aquellos que no piensan distinto es un paso en la dirección correcta y, sin duda, se ajusta a la percepción de una opinión pública cansada de frentismos.
Sin embargo, abrir los brazos al conjunto social, buscando una reedición del pacto con la Nación, implica necesariamente un cambio en las mayorías parlamentarias, cuya actual aritmética tiende a perpetuar la fragmentación social y política que padecemos. Que hay voluntad de cambio lo vienen afirmando las encuestas, pero su traducción a un gobierno del Partido Popular no deviene fácil ni segura por la persistencia de la división del espectro político del centro derecha.
Los propios votantes del PP son perfectamente conscientes de la situación y consideran muy mayoritariamente que será necesario mantener los acuerdos con VOX, pero Casado debería hacer un esfuerzo para ampliar su base electoral, asumiendo errores del pasado, y tratando de incorporar a ese pacto por la Nación a un sector social, que lejos de la caricatura que pinta la izquierda, defiende, precisamente, esos valores constitucionales socavados por el mismo neocomunismo que denuncia el presidente popular. Con ello, queremos advertir de que las bien probadas aptitudes del PP para reconducir los problemas económicos surgidos de las anteriores crisis, pueden no ser suficientes. Porque es momento de los valores y las convicciones.
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