Pedro Sánchez
Pruebas de cargo contra el Gobierno del «sí es sí»
Las víctimas no son más libres ni están más seguras. Es una burla cruel y dolorosa de la izquierda sanchista
El Gobierno sigue firme en la defensa de la literalidad y las consecuencias de la ley del sí es sí. Pedro Sánchez se ha comprometido personalmente con el texto en varias oportunidades y no ha permitido siquiera el mínimo matiz o prevención ante la bomba legal y social soltada por el Ministerio de Igualdad con la complicidad del resto del gabinete y el presidente a la cabeza. Al contrario, el control de daños ha consistido en una huida hacia delante y en un cierre de filas con Irene Montero que es otra forma de manifestar el carácter infalible y superior del propio Sánchez. Obviamente, esa disposición y decisión de renunciar a toda autocrítica y reconocimiento del más ínfimo error contrasta y decae en contraposición con la realidad que se ha generalizado en los juzgados y las cárceles entre una sociedad abochornada a la par que alarmada. Ese escenario que este Ejecutivo puede que se plantee como pasajero no lo será, porque la repercusión de la ley sobre las penas y el cumplimiento de las condenas no se interrumpirá ni siquiera en el caso de que Moncloa enmendara el despropósito, pues no existe la retroactividad negativa para el reo. Al contrario que con la norma del sí es sí y su plantel de rebajas para toda suerte de agresores sexuales. La verdad, que socialistas, comunistas y el resto de aliados promovieron con esta terrible chapuza en el Parlamento contra todos los informes consultivos, es que ya son casi medio centenar los violadores y delincuentes sexuales condenados que se han visto beneficiados por el nuevo marco de penas que recoge la ley Montero, entre revisiones de condena a la baja y sentencias posteriores en aplicación de la norma, con un total de 12 individuos ya excarcelados. Pero esta relación irá engrosando sin freno a media que los tribunales, que ya han ratificado que cumplirán las generales del Derecho, estudien los recursos. El Tribunal Supremo se ha pronunciado en ese sentido, el único posible, y ha ratificado que se analizará caso por caso y no en bloque como pretendía Moncloa para salvar la tropelía. Este Gobierno pasará a la historia por un legado sombrío y desleal, negligente e incapaz, y por haber sometido a la democracia a un proceso corrosivo contra la convivencia, con los enemigos de la nación en la dirección del Estado. Pero ninguno de esos yerros ha alcanzado el grado de inmoralidad del sí es sí, sin que haya merecido siquiera una leve contrición, ni por supuesto la asunción de responsabilidades. Se ha argumentado que el nuevo marco legal ampara a las víctimas, pero cómo puede hacerlo si gracias a ese articulado auténticos depredadores acaban en la calle, se recortan las condenas del pasado y se suavizan las del futuro. Cómo es posible falsear el relato de una manera tan descarada frente a todas esas mujeres que han sufrido una violencia y una angustia atroces. Ellas no son más libres ni están más seguras. Es una burla cruel y dolorosa de la izquierda sanchista que se ha ganado a pulso quedar relegada a un rincón oscuro de la memoria de España. Cuanto antes.
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