Editorial

El PP ante el cambio que necesita España

España está atrapada en una anomalía terrible, la que representa un gobierno que hace oposición a las autonomías que no son de su cuerda y, además, con el empleo desahogado de los instrumentos que el Estado pone en sus manos.

Fernando López Miras, Alberto Núñez Feijóo y José Creuheras. Desayuno informativo con Fernando López Miras en La Razón
Fernando López Miras, Alberto Núñez Feijóo y José Creuheras. Desayuno informativo con Fernando López Miras en La RazónJesús G. FeriaLa Razón

La sucesión sin solución de continuidad de los desatinos gubernamentales, donde las polémicas mueren como las olas en la orilla, en medio del estruendo y de la espuma, pero nada más, mantienen distraída a la opinión pública de las cuestiones verdaderamente nucleares, que son las que afectan directamente a unos ciudadanos en absoluto representados por el frentismo descarnado que impulsa La Moncloa. De ahí, que las intervenciones, ayer, en la casa de LA RAZÓN del presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, y del líder de los populares, Alberto Núñez Feijóo, tuvieran la virtud de situar en sus verdaderas y preocupantes dimensiones la actual situación política.

Porque, como denunció el presidente murciano, España está atrapada en una anomalía terrible, la que representa un gobierno que hace oposición a las autonomías que no son de su cuerda y, además, con el empleo desahogado de los instrumentos que el Estado pone en sus manos. Se argüirá que no nos hallamos ante ninguna revelación extraordinaria, especialmente para quienes residen en Andalucía o Madrid, pero es preciso escuchar cómo López Miras iba desgranando las fortalezas de Murcia –región puntera en las más avanzadas tecnologías agroalimentarias, nudo logístico especializado en el transporte frigorífico, polo petroquímico y vanguardia en la innovación del tratamiento de los recursos hídricos– y cómo ofrecía para el mejor interés de España proyectos de futuro ilusionantes, como la inversión de Repsol en los combustibles del futuro, para entender la frustración que produce contender con un Gobierno que aquilata las inversiones en función del concepto amigo/enemigo y que emplea la financiación autonómica como pago de favores políticos.

Murcia, por supuesto, seguirá batallando por sí misma, pero, también, porque su esfuerzo y los éxitos que de ese esfuerzo se desprendan son la aportación que se hace a ese proyecto común que es España. Proyecto, como demandó Núñez Feijóo, que exige abordar un cambio político que sólo puede venir desde un adelanto electoral, pero que se antoja ineludible ante el deterioro institucional que vive la Nación.

El líder de los populares, que desde su experiencia como presidente de la Xunta de Galicia comprende en toda su gravedad lo que significa ser la enemiga del Gobierno para el normal desarrollo de una región, representa ese cambio que necesita España y que debe producirse desde la centralidad y la vocación de servicio a los ciudadanos sin el frentismo estéril que ha caracterizado las legislaturas del sanchismo. Lo ideal sería que los electores concedieran un respaldo suficiente a la opción popular, pero, en cualquier caso, no se debería repetir el escenario de cesiones y sumisión a unas minorías parlamentarias con agendas propias y sin margen negociador.