Editoriales
El Ejército no es coto político del Gobierno
Nunca sobra que la oposición apoye al Gobierno frente a las amenazas de una potencia extranjera.
No parece que esté fuera de lugar que el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, que, además, es senador del Reino de España, pretendiera girar una visita a los militares que cumplen misión con la OTAN en Letonia, en unas fechas, las del aniversario de la invasión rusa de Ucrania, en las que crece la tensión, de momento dialéctica, entre el Kremlin y los aliados occidentales.
No es cuestión de ponderar la evidencia de que tal viaje iba a cobrar relevancia mediática y que nos hallamos en un año electoral, pero ni es de recibo tildar de electoralismo cualquier actuación de nuestros representantes públicos en tales días ni el Ejército es un coto político del Gobierno, sino que es una Institución, y de las más prestigiosas, que se debe al conjunto de la Nación.
Por otra parte, si las políticas de defensa y de exteriores han de ser necesariamente de Estado, es decir, ajenas en lo posible al enfrentamiento partidista, nada más significativo que el jefe de la Oposición, al que todas las encuestas sitúan como probable presidente del Ejecutivo en la próxima legislatura, respalde públicamente a los hombres y mujeres que se encuentran cumpliendo órdenes en la frontera con Rusia, defendiendo en primera línea territorio aliado, como garantía de que el compromiso adquirido se mantendrá en el tiempo, no importa el color de quien gobierne.
Que se trate de una situación inédita, como al parecer argumenta la Presidencia del Gobierno, no empece para que la iniciativa se hubiera tomado con normalidad en Defensa, que ayer reiteró que Núñez Feijóo tenía, por supuesto, las puertas abiertas como cualquier ciudadano. Se trataba, pues, dado lo extraordinario de la misión, en continuas maniobras de entrenamiento y despliegue activo, de ajustar fechas, a lo que el senador popular, como han explicado fuentes de su partido, no había puesto el menor inconveniente.
En este sentido, el reconocimiento paladino por parte de fuentes gubernamentales de que se prohíben las visitas a nuestras fuerzas militares en el exterior en periodo electoral retrata ese uso patrimonialista que denunciábamos al principio y que suscita sospechas poco agradables sobre el hecho de que Su Majestad, Don Felipe VI, comandante supremo de la Fuerzas Armadas, lleve cuatro años sin visitar a los contingentes españoles desplegados fuera de nuestras fronteras. En cualquier caso, electoralismo o no, la pretensión de Alberto Núñez Feijóo merecía algo más que una negativa descortés y, por lo visto, inapelable. Aunque sólo sea porque la opinión pública es muy consciente de los peligros potenciales que supone para España nuestra posición de apoyo total a Ucrania y nunca sobra que la oposición apoye al Gobierno frente a las amenazas de una potencia extranjera. Compensaría, además, el penoso espectáculo que a este respecto están dando los socios comunistas de Pedro Sánchez, tan «pacifistas» ellos.
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