Editorial
El timo del pacto de estado climático
El código del sanchismo resulta tan simple como inmoral. Donde el mundo ve una tragedia, ellos ven una oportunidad, hasta haber convertido en un lema el de no hay mal que por bien no venga
Pedro Sánchez retornó sin mayores complicaciones para proseguir con sus vacaciones estivales al abrigo del Palacio de La Mareta tras su peripecia relámpago a Orense y León por la crisis de los incendios forestales. Apenas pisó tierra quemada, mucho menos cualquiera de los muchos frentes abiertos en los diferentes parajes; ni visitó a los heridos ni se acercó a conocer de primera mano el estado de los vecinos conmocionados. La agenda planificada desde Moncloa evitó con minucioso interés todo contacto con la gente. Por lo demás, nada nuevo en el presidente, que no es lo que se dice un enamorado de la cercanía con los gobernados. En todo caso, nos gustaría detenernos en el remedio de Moncloa para sofocar de una vez la catástrofe de las llamas que sumó un nuevo bombero fallecido y que calcinó 138.000 hectáreas hasta el día 10, cifras oficiales. Sánchez puso encima de la mesa todos los medios disponibles para las comunidades autónomas y un pacto de Estado sobre la emergencia climática. Hablar de decepción en la conducta del presidente no viene al caso, porque ni siquiera se molesta en alterar el guion de su desempeño en anteriores desastres. De hecho, la vicepresidenta María Jesús Montero enfatizó que las administraciones implicadas cuentan con todos los recursos del Estado desde «el minuto uno». El desahogo crónico lo facilita la ausencia absoluta de escrúpulos para mentir a la cara de las decenas de miles de españoles envueltos en humo, ceniza, miedo y desesperación únicamente por la vana idea de que le reportará una ventaja política. El código del sanchismo resulta tan simple como inmoral. Donde el mundo ve una tragedia, ellos ven una oportunidad, hasta haber convertido en un lema el de no hay mal que por bien no venga. En horas, las redes se han llenado de quejas sobre las carencias de medios y el colapso de los operativos, además de las denuncias sobre la no ayuda prometida por Sánchez, que llegará cuando ya no sea precisa, si es que lo hace. En cuanto al pacto de Estado sobre la emergencia climática, es otra prueba de humor negro en esta España sanchista calcinada y harta de columnas de humo políticas de tres al cuarto y faltas de respeto convertidas en auténticas estafas. Uno de los rasgos de la presidencia de Sánchez ha sido sabotear los acuerdos de Estado sobre cualquier materia. Ha sido imposible compromiso alguno con un mandatario que ha convertido la comunicación con la oposición en incomunicación, como parte de la estrategia de erradicar la alternativa y con ella la alternancia, pilar de la democracia. Por tanto, creemos que nada honorable se puede consensuar con un régimen deshonesto, mendaz y corrupto y que el PP debe centrarse en cumplir con los ciudadanos y estar junto a ellos, especialmente en momentos de emergencia nacional. Y así hasta que se le devuelva la voz arrebatada a ese pueblo que no está para más timos.