Urbanismo

Ciudades inteligentes... y artificiales

Varios países crean ciudades de la nada en las que combinan las últimas tecnologías y tendencias de sostenibilidad para un nuevo urbanismo

Telosa
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The Line (La Línea), el proyecto de crear una ciudad en mitad del desierto de Arabia, es el caso más paradigmático (pero no el único) de esta nueva generación de ciudades diseñadas e ideadas desde el principio para que reúnan en un único espacio todas las tendencias de urbanismo, sostenibilidad y humanismo auspiciadas por las nuevas tecnologías. Este proyecto de ciudad se extiende a lo largo de 170 kilómetros y sobre 500 metros del nivel del mar, desde las montañas de Neom y a lo largo del desierto de Arabia hasta el Mar Rojo. El proyecto está concebido para que allí vivan 9 millones de personas en una extensión de 34 kilómetros cuadrados (Madrid tenía 3,3 millones de habitantes según el último padrón de 2020 en una superficie de casi 606 kilómetros cuadrados).

Según sus promotores, esta alta densidad de población permitirá reducir la huella de infraestructura: no habrá carreteras ni, por tanto, coches, lo que hará que no haya emisiones. Sí que contará con un tren de alta velocidad, capaz de recorrer la ciudad de un extremo a otro en un viaje de 20 minutos. Además, The Line funcionará con energías 100% renovables y el 95% de la tierra se preservará para la naturaleza.

La salud y el bienestar de las personas tendrán prioridad sobre el transporte y las infraestructuras, a diferencia de las ciudades tradicionales. Por eso, quienes vivan en The Line tendrán acceso a todos los artículos de primera necesidad a cinco minutos a pie.

¿Cómo se conseguirá eso? Cambiando la manera en que se diseñan las ciudades, de plano horizontal a uno vertical. La idea de estratificar verticalmente las funciones de la ciudad ofreciendo a la gente la posibilidad de moverse sin problemas en tres dimensiones (arriba, abajo o a través) para acceder a ellas es un concepto denominado urbanismo de gravedad cero. A diferencia de los edificios altos, este concepto agrupa parques públicos y zonas peatonales, escuelas, viviendas y lugares de trabajo, de modo que uno pueda desplazarse fácilmente para llegar a todas las necesidades cotidianas en menos de cinco minutos.

La tecnología, además, jugará un papel fundamental en esta ciudad. Para cambiar la forma habitual de hacer negocios, el diseño de la ciudad se digitalizará por completo, y la construcción se industrializará en gran medida mediante avances significativos en las tecnologías de la construcción y los procesos de fabricación. Además, tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial y la robótica se integran en la vida cotidiana, ofreciendo soluciones inteligentes de eficiencia energética, gestión de residuos y seguridad.

Otra de esas nuevas ciudades emergentes artificiales es Telosa, que quiere alcanzar una población de 5 millones de personas en 2050, con una primera fase de construcción que de cobijo a 50.000. La propuesta de 607 kilómetros cuadrados incluye arquitectura respetuosa con el medio ambiente, producción de energía sostenible y un sistema de abastecimiento de agua resistente a la sequía. Está previsto que Telosa sea una ciudad de 15 minutos, con lugares de trabajo, escuelas y bienes y servicios básicos a menos de 15 minutos de los hogares de los residentes. En la ciudad no se permitirán vehículos propulsados por combustibles fósiles, sino que se hará hincapié en los desplazamientos a pie y en el uso de patinetes, bicicletas y vehículos eléctricos autónomos.

Además de un diseño urbano innovador, el proyecto también prevé una gobernanza transparente y un nuevo modelo de sociedad: Equitismo, un nuevo modelo económico basado en la premisa de que los ciudadanos deben tener una participación en la tierra y que, a medida que la ciudad vaya mejor, sus habitantes también. Mantiene el sistema del capitalismo, pero con un mecanismo de financiación adicional para mejorar los servicios: a través del suelo. Con el Equitismo, Telosa pretende crear un nivel mucho más alto de servicios sociales ofrecidos a los residentes, sin cargas adicionales para los contribuyentes.

Muchas de esas tecnologías se presentan en el Mobile World Congress de Barcelona, donde operadoras, desarrolladores y fabricantes muestran los avances en los que trabajan para permitir conceptos como los coches autónomos, la telemedicina o las retransmisiones de Realidad Aumentada en tiempo real y que no serían posibles sin estos avances tecnológicos.

Otras ciudades

The Line no es la única ciudad nacida de la nada y en la que se apuesta por estos nuevos modelos de urbanismo. Telosa (en Estados Unidos), BiodiverCity (en la Isla de Penang, Malasia) o Amaravati (en la India) son algunos de estos nuevos desarrollos.

Sigfrido Herráez, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, comenta a La Razón que todos ellos son conceptos o prototipos de cómo deben ser las ciudades del futuro. Una idea que suscribe Rafael Riquelme, experto de la comisión de energía del Colegio de Ingenieros Industriales de Madrid, para quien estos proyectos no dejan de ser un símbolo que proyecte la imagen de poder, concordia o modernidad que cada país quiera transmitir. «Muchas veces lo que se quiere resolver con estos proyectos son problemas sociales eternos, como la saturación en los entornos públicos de las capitales», asegura Riquelme.

Pero lo cierto es que estamos ante unas ideas que se quieren poner en práctica. Uno de sus mejores exponentes sería el desarrollo urbanístico conocido como Nuevo Norte que está desplegando el Ayuntamiento de Madrid.

Estas ciudades artificiales son un «ejercicio extremo y utópicos» de estos nuevos diseños. «Marcan unos máximos en materia de sostenibilidad, de ahorro energético o de transporte sostenible», puesto que en todos ellos se está calculando un consumo cero de energía y de huella de carbono.

Eso sí, los arquitectos buscan una plasmación real de estos conceptos, lo que implica hacer unos diseños completamente distintos a los que vemos ahora, que datan de la década de los 60 y los 70. «Se tiene que caracterizar por el uso de energía de una manera sostenible», detalla Herráez, quien explica, por ejemplo, que esto afecta incluso hasta la dirección de las calles, de manera que en función del sol, del aire y de clima de cada urbe, se tracen con una orientación u otra.

«Los urbanistas trabajamos con el objetivo de que el consumo energético sea mínimo y que la ciudad sea más amable para el ciudadano», de forma que sea «más cómoda de utilizar, más agradable para ir a pie, en bicicleta o en vehículo, de forma que todo se conjugue de una manera más sostenible y que ahora mismo es imposible que ocurra”, detalla.

Más allá de experimentos

A excepción de Estados Unidos, muchos de estos proyectos de ciudades emergentes se dan en países no occidentales. «No tiene mucho sentido, si en países más avanzados se piden determinados estándares de sostenibilidad, que estos países donde se desarrollan estas ciudades emergentes no los cumplan», advierte Riquelme, para quien estas nuevas ciudades van asociadas a la idea de modernidad. “No puedo hacer algo moderno a base de ladrillos como los que se hicieron en Londres a finales del siglo XIX», expone, para añadir que estos símbolos que se construyen «tienen que ser algo que implique modernidad, y para ser moderno tiene que ser sostenible».

Por eso, considera que para ver la viabilidad de estas ideas no hay que hacer experimentos, sino construir donde realmente están los problemas, en las ciudades que ya están construidas. «Primero tiene que ser un experimento o un prototipo, luego un piloto que se va haciendo de menor a mayor y en un entorno controlado» para valorar la viabilidad de las nuevas ideas. «Plantearse esta experiencia como un prototipo lo veo completamente desmedido», asegura este experto, para quien no tiene mucho sentido meter a tantos habitantes en una extensión tan pequeña.

Sin embargo, para el decano del colegio de Arquitectos, el único problema de trasladar estos diseños de ciudades de un prototipo a la realidad es la cuestión económica. «Desde los niños y los jóvenes a la gente más mayor, estamos súper mentalizados de que el mundo necesita cuidar el medio ambiente y dejar a nuestros hijos un planeta mejor que el que nos hemos encontrado. No hay un problema de mentalización que sí hubo en un principio», detalla. «Ya nadie se plantea hacer un edificio que no sea bioclimático».

Madrid Nuevo Norte: un trozo de smart city

Madrid Nuevo Norte supone apostar por un nuevo modelo de ciudad y movilidad, en el que la movilidad y el transporte serán fundamental, tanto para la ciudad de Madrid como para toda la Comunidad Autónoma e incluso el territorio nacional.

Para el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, estamos ante «la mayor operación de transformación y regeneración urbana, el futuro del mejor Madrid». Se trata de un desarrollo que permitirá ampliar la zona financiera de la capital con la construcción no sólo de gran cantidad de edificios de oficinas, sino que, gracias a un nuevo modelo urbanístico, se incorporarán varias zonas verdes, numerosos edificios de viviendas y diversas dotaciones y equipamientos urbanos. El proyecto de urbanización de este nuevo ámbito estará finalizado en 2023 y las obras de urbanización podrían empezar en 2025, siempre que la tramitación del proyecto cumpla con los plazos establecidos.

Sostenible, innovador, eficiente e hiperconectado, así será el nuevo Centro de Negocios de la capital. «El paradigma de las grandes ciudades ha cambiado», ha dicho Almeida, quien ha señalado la «calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos» como las características determinantes para el futuro de las grandes ciudades y «para el crecimiento de Madrid en todos los ámbitos».

No es el único proyecto de smart city, puesto que, en mayor o menor medida, casi todos los ayuntamientos de una cierta entidad están incluyendo este nuevo urbanismo tecnológico y digital en los nuevos planes de crecimiento de las ciudades en España.

Tecnología digital para un urbanismo más humano

El verdadero potencial de una ciudad digital es poner a las personas en el centro de la toma de decisiones, introducir mejoras en su calidad de vida y lograr un entorno más eficiente desde el punto de vista medioambiental y social.

Para ello, es necesario contar con un óptimo despliegue de las redes de telecomunicaciones. De ahí la importancia de tecnologías como 5G e IoT, que serán habilitadoras de muchas de las tecnologías que harán inteligentes a las ciudades y que permitirá optimizar el consumo de energía o el agua o de la recogida de los residuos.