Proximidad

Tecnología para un consumo más sostenible

El comercio de proximidad y la fruta y verdura «fea» tienen nuevas oportunidades de competitividad y gracias a varias iniciativas tecnológicas locales

Naranjas. Frutas y verduras TALKUAL
Naranjas. Frutas y verduras TALKUALCarlos Rodríguez Fotografía

No solo se produce menos contaminación y residuos al necesitar menos transporte, sino que comprar productos de proximidad supone un apoyo a la economía local, dado que permite a los pequeños productores y empresarios a seguir funcionando con su negocio, lo que contribuye al tejido económico y al empleo.

La tecnología puede, en muchos casos, ser un aliciente para fomentar esta cercanía y la apuesta por la economía local, y puede hacerlo en cuestiones tan remotas como los alimentos frescos o la ropa y los complementos.

Fea, pero sabrosa

Cuando compramos fruta y verdura, muchas veces nos topamos con productos que son muy parecidos en tamaño y forma, pese a que la naturaleza no siempre da los frutos de forma similar o clonada. «El supermercado, que muchas veces puede hacerlo por cuestiones de eficiencia en el transporte, solo paga al agricultor por las piezas que le compra, por lo que estas piezas «feas» se acababan desperdiciando», relata Marc Ibós, cofundador junto a Oriol Aldomà de Talkual, un Marketplace en el que ponen en contacto a consumidores (tanto finales como empresas) y productores para que este desperdicio acabe siendo menor.

Según explican a La Razón, en estos momentos trabajan con más de 100 agricultores que, todas las semanas, envían estos productos «igual de sabrosos y de calidad que el resto» pero que no son descartados por su apariencia. Mientras, tienen unos 8500 suscriptores que reciben esta mercancía. Dado que la media es recibir un pedido cada dos semanas, suelen enviar unas 5.000 cajas de productos frescos.

De esos clientes, 200 son considerados VIP y un 5% serían empresas, quienes apuestan por estas compras como parte de sus políticas de bienestar de los empleados ofreciéndoles frutas en los espacios de trabajo.

En estos momentos, la compañía sirve en toda la España peninsular, de donde también procede todo el género. «Trabajamos especialmente la huerta de Europa, que es Murcia y Almería, de donde sacamos muchísima verdura», detalla Aldomá, quien también destaca que «necesitamos tener agricultores en todos sitios porque el género se producen momentáneamente en cada sitio; es decir, cuando es la temporada de a naranja y la mandarina, trabajamos Valencia, pero de Cádiz tenemos la remolacha, mientras que en Lérida hay mucha fruta de hueso y manzana».

Además, y frente a otras propuestas como TooGoodToGo, los fundadores de esta empresa destacan que su producto es siempre fresco y no a punto de caducar. «El producto que entregamos tiene que ser recién cogido. Es super sano aunque tenga problemas estéticos que no afectan a la calidad del producto. Es un producto imperfecto pero siempre priorizamos el sabor», destaca Ibós.

Tras cuatro años funcionando, Talkual asegura que el año pasado alcanzaron los 2,8 millones de frutas y verduras no desperdiciadas y que este año quieren alcanza e incluso superar la barrera de los 3 millones. Algo que se traduce, según sus propios cálculos en 4.569.486 bolsas de plástico ahorradas, 6.275 toneladas CO2 emitidos en vano si el producto se desperdiciase, 475.227 litros agua aprovechados, que se hubieran malgastado con el producto derrochado.

Además, buscan crecer ofreciendo otro tipo de productos, como frutos secos o miles con fechas de caducidad cercanas a los 6 meses o mal etiquetadas.

La tienda de barrio

El comercio local, por su parte, se enfrenta a varios problemas, muchos de ellos derivados de la globalización. «La tienda de moda de mi barrio de toda la vida, una tienda multimarca, cierra. Uno de los problemas que tenía era la falta de visibilidad», nos cuenta Álvaro Herranz, quien abandonó un trabajo en una consultoría para desarrollar una solución tecnológica con la que quiere los comercios de barrio tengan más opciones de supervivencia.

«Hicimos varias encuestas y entrevistas y nos dimos cuenta de que había una desconexión absoluta entre lo que el cliente demandaba y lo que finalmente obtenía», asegura.

Es así como nace Byder, un marketplace en el que «permitimos encontrar y reservar cualquier artículo de moda en tiendas físicas». Algo que, reconoce, ya existe en otros sectores (como restauración, pádel, eventos o belleza) pero no en tiendas de moda.

La app funciona como un buscador en el que el usuario debe introducir el producto que quiere encontrar. Como «plataforma que empodera al comercio local», Byder muestra, en modo escaparate virtual, dónde puede encontrar el producto que se desea, especificando la distancia a la que se encuentra cada establecimiento que lo tiene. El usuario puede reservar el artículo e ir a adquirirlo e las siguientes 24 horas.

Herranz, que aún está en desarrollo de esta tecnología, asegura que los 700 usuarios que ya tienen se muestran contento con las posibilidades de esta plataforma, que cuenta ya con 30 tiendas adheridas, de momento todas en Madrid «porque es donde es más difícil localizar en qué puntos se venden los artículos, al ser una ciudad tan grande». El siguiente reto sería llegar a Barcelona y, en unos cuatro años, poder expandirse incluso a nivel internacional.

«Somos unos enamorados del retail, pero la gente demanda cosas diferentes, cada vez más exclusivas. Tenemos menos tiempo y se apuesta por el slow fashion también como modelo de sostenibilidad», añade el fundador de Byder, quien asegura que también ayuda que «los envíos y devoluciones gratuitas en 24 horas han demostrado ser inviables». Según sus datos el 79% del dinero que se mueve en moda en Europa se paga en tiendas físicas.

«Somos un puente entre la tienda física y la comodidad de buscar online», determina, añadiendo que ambos mundos tienen que convivir.