
Competición
Legos para la conservación marina
La First Lego League contará en su edición internacional de este año, que se celebra en Sudáfrica del 7 al 9 de mayo contará con tres equipos españoles de entre los 800 que participan de todo el mundo. Uno de ellos (Jatta Printi) está formado íntegramente por siete chicas de 14 años que tienen un proyecto por el que pretenden ayudar a los investigadores en la conservación marina.

Carla, una de sus integrantes, explica que todas cursaban robótica en su colegio de Barcelona y que su entrenadora Inma ha sido fundamental para realizar este proyecto.
La propuesta con la que llegan a esta competición internacional es T-Bubble, una solución tecnológica para recuperar dispositivos de rastreo marino (tags) que se pierden durante el seguimiento científico de especies. Este robot (que quiere ser rápido, estable y lo más preciso posible) tiene cuatro motores (dos grandes para moverse y dos pequeños para los brazos), sensores de rotación, giroscopio y un sensor de distancia.
La idea nació tras conocer a una ex alumna de su colegio, bióloga marina, quien les contó que muchos datos se pierden por su faltade visibilidad. Estos tags, fundamentales para el estudio de la biodiversidad marina, acaban en la superficie, inaccesibles y sin cumplir su misión. A pesar de que estos dispositivos están dotados de GPS y radiofrecuencia, su pequeño tamaño, las duras condiciones del mar (olas, visibilidad reducida) o su desconexión accidental del animal dificultan su localización. Estas jóvenes han diseñado un sistema “ligero, económico y sostenible” que se hincha de forma remota, controlado por los investigadores, permitiendo que el tag flote hasta la superficie y pueda ser rescatado fácilmente por los científicos. Cuando un tag se separa del animal y llega a la superficie, los investigadores pueden activar el mecanismo de hinchado con un mando a distancia. Esto libera CO₂ de un cartucho, inflando una bola naranja fluorescente, altamente visible en el mar. Gracias a este sistema, los investigadores pueden localizar rápidamente el tag y recuperarlo sin dificultad.
Además de las evidentes enseñanzas en materia de robótica, programación o matemáticas, Carla asegura que esta aventura les ha enseñado a “espabilarnos”. “Nos ha servido mucho para ver que se aprende de todo; ver que desde la robótica puedes acabar en el océano, aprenderá a contactar con gente, que no nos de vergüenza, echarle ganas a todo…”, enumera. Además, asegura que eran chicas que no se conocían entre sí antes de iniciar esta asignatura y ahora “nos llevamos super bien y compartimos pasiones”.
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