La investidura de Sánchez
El artículo 102 CE
La actitud de Sánchez para ser investido Presidente es –como poco– una gravísima irresponsabilidad, y nunca será excesivo repetirlo. Sentarse a negociar la gobernabilidad de España con enemigos declarados, que han sido condenados por el TS tras cometer delitos gravísimos contra nuestras leyes, y que no manifiestan el más mínimo arrepentimiento, puede llegar a estar incluido en el artículo 102 de la Constitución.
La Transición fue posible porque había un deseo compartido de superar divisiones y enfrentamientos, de renunciar todos un poco para ganar mucho juntos. Por ello, a nadie se le preguntó de qué bando venía, sino a dónde quería ir. Ahora Sánchez, con su actual política, está yendo en la dirección contraria. Con una sectaria y selectiva «memoria» de la Historia, exhumando tumbas y horadando trincheras, ha abierto la caja de Pandora de nuestros demonios familiares. En este clima, negociar su investidura con quienes quieren destruir España es –además de irresponsable– muy peligroso. Y, por si fuera poco, tenemos al PSC con Iceta al frente afirmando que España es una «nación de naciones»; por cierto, que ya nos explicará cuántas y cuáles.
De la misma forma que el concepto actual de «golpe de Estado» es distinto al del siglo pasado, también lo es el de traición. Quiero confiar y desear que las cosas no lleguen a que 88 diputados –la cuarta parte del Congreso– se sientan abocados a tener que aplicarlo: El artículo 102 CE. Dicho queda.
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