Partidos Políticos
Arrimadas incendia al PP con su presión sobre Feijóo
El pacto en el País Vasco sigue encallado por Galicia Depende de que Cs renuncie a su exigencia de coalición. Dirigentes del PP recelan del acuerdo con Ciudadanos
El proyecto de coalición electoral entre PP y Ciudadanos (Cs) queda, de momento, limitado al País Vasco, y a la espera de que Inés Arrimadas diga si acepta renunciar a su exigencia de que la coalición afecte a Galicia, además de al País Vasco y Cataluña. Las dos direcciones se reunieron ayer al más alto nivel, por presión de Arrimadas para conseguir esa fotografía, y sin más ambición, al menos por parte del PP, que la de intercambiar opiniones y estudiar posibles fórmulas para ver de qué manera pueden unir fuerzas en el País Vasco. Arrimadas armó una puesta en escena dirigida a enfrentar a Génova con su barón gallego y, con ello, alimentó los recelos dentro del Partido Popular hacia su estrategia y sus «presiones» a la dirección nacional. Dentro del PP se habla de «juego sucio» y de «trampas para ganar su Congreso y para ganar espacio mediático».
Las dos partes negocian con la vista puesta en responsabilizar a la otra del posible fracaso del diálogo. Y la pelota queda en el tejado de Arrimadas, porque el PP no pasará en ningún caso por su exigencia de una coalición PP-Cs en Galicia a cambio de utilizar la fórmula Cs-PP en Cataluña. En Galicia, el PP es un partido hegemónico, de gobierno, y que aspira a revalidar su mayoría absoluta. Es el bastión del poder territorial de los populares, el único gobierno en el que hasta ahora han aguantado en solitario sin depender de otras fuerzas políticas. Cs no existe en el Parlamento gallego ni tiene representación por esa circunscripción en el Congreso. En Cataluña, Cs ganó las últimas elecciones autonómicas, un resultado histórico, pero ahí se queda el hito, y las encuestas anticipan una importante caída de la formación naranja.
Por más que las dos partes insistieran en bendecir la necesidad de aglutinar al constitucionalismo, con importantes matices, ya que Arrimadas centra todo el juego en «golpear» a Feijóo, y Génova, sin embargo, en buscar fórmulas de unir votos más que siglas, la realidad es que una semana después de la convocatoria electoral de las vascas y gallegas las negociaciones quedaron ayer tarde en el mismo sitio que el lunes pasado, a la espera de que Arrimadas admita que cede en su exigencia de forzar una coalición en Galicia. Ha ido tan lejos que la rectificación sólo puede parecer ya una cesión.
La dirección nacional confirmó que en Galicia no se mueve de la posición fijada por el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y candidato a las autonómicas, y a lo más que pueden llegar en esa comunidad autónoma es a facilitar que dirigentes de Ciudadanos se integren en algunas de sus listas. Lo importante es «sumar» y buscar espacios de encuentro, insistió el secretario general de los populares, Teodoro García Egea.
Ésta es la oferta que siempre ha puesto encima de la mesa Feijóo. Pero Arrimadas, en pleno proceso congresual, ha afrontado esta negociación desde una posición de máximos, acuerdo a tres, en País Vasco, Cataluña y Galicia, y con la fórmula de coalición. El PP insistió ayer en que lo importante es seguir trabajando para que el plazo no se agote este jueves, cuando vencen los diez días para presentar coaliciones, porque puedan buscarse otras fórmulas. De integración de listas y de candidatura. Cs pretende que el acuerdo vasco integre además a UPyD para salvar la imagen y que no parezca solo un pacto con el PP.
La realidad es que desde las pasadas elecciones generales los intereses del PP y de Ciudadanos se han dado la vuelta. Casado sigue necesitando la suma del voto naranja para poder llegar a La Moncloa. Pero en Génova creen que la situación ha cambiado y que la vía que utilizaron en la última convocatoria de elecciones generales no es la más eficaz para llegar al mismo objetivo. Lo que ha cambiado radicalmente es la posición de Ciudadanos, que de estar en condiciones de disputar al PP el liderazgo de la oposición ahora lo que se juega es su supervivencia política de aquí a las próximas generales. El «España Suma», con el que el PP presionó en las últimas elecciones, fue eficaz para Casado para movilizar el voto útil, y en Ciudadanos han hecho autocrítica y balance del coste que a ellos les supuso rechazar esta fórmula. Pero las tornas han cambiado, y si a Cs le puede interesar rectificar el error, en Génova creen que pueden llegar al mismo objetivo, el de concluir la absorción del voto naranja, sin necesidad de perjudicar a sus siglas. Para Génova, Ciudadanos ha dejado de ser una amenaza, y dicen incluso que Arrimadas está utilizando todo el ruido que está generando con el tema de las coaliciones electorales autonómicas para intentar ganar un congreso, «y si hace falta la podemos ayudar, pero no puede intentar hacerlo a costa de dañarnos».
En Galicia no hay ningún entusiasmo con el acuerdo con Ciudadanos. Pero tampoco lo hay en el País Vasco ni en Cataluña. En el País Vasco porque la organización regional se teme que es una excusa para que Madrid fuerce su injerencia en la estructura y hasta en la candidatura de Alfonso Alonso, después de que ellos hayan intentado blindarla y, de momento, sea el candidato oficial. En la negociación que aún está en marcha puede caerse su nombre, como reconocen en Génova. En el PP vasco dudan, además, de que les sume Cs por su posición tan crítica contra la foralidad, y también dudan de que toda su militancia vea con buenos ojos diluir la marca con esa incorporación de figuras de la socialdemocracia que defiende Arrimadas. Cs está hablando con víctimas del terrorismo y se ha hecho circular el nombre de Rosa Díez.
En Cataluña el PP afronta esas futuras autonómicas con la expectativa de que sólo pueden ganar frente a la marca naranja, a la que las encuestas anuncian una debacle que puede llegar a dejarles, según algunos sondeos, en un tercio de su actual representación. La alianza, analizan, refuerza a Cs en Cataluña porque esconderá su fracaso, mientras que al mismo tiempo también pondrá sordina a una posible mejoría del PP, sin que además tengan garantizado que vayan a mejorar resultados por la suma.
Tras la reunión, que duró una hora y media, Arrimadas señaló que el escollo seguía siendo Galicia. La portavoz de Cs en el Congreso insistió en colocar toda la carga en Feijóo, pese a que la situación en esta comunidad autónoma no tiene nada ver con la que hay en el País Vasco ni en Cataluña. No aclaró si condicionará el acuerdo a que se acepte la fórmula de la coalición a tres. Pero sí dijo que contactará personalmente con el presidente de la Xunta como elemento de presión.
Por su parte, García Egea ratificó que no habrá cambios en la postura fijada en Galicia. «Ir juntos, no fragmentarnos, y aglutinar proyecto común. Esa necesidad es la que ha propiciado esta reunión al máximo nivel y es la única necesidad que el PP va a atender», explicó.
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