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Infodefensa

El coronavirus golpea con fuerza a la Industria Aeroespacial y de Defensa

El sector genera 57.000 puestos de trabajo y factura 11.838 millones de euros, el 1% del PIB

La planta de ensamblaje del avión militar Airbus A400M en la factoría de San Pablo en Sevilla. EFE/Julio Muñoz Julio MuñozEFE

Nada ni nadie escapa a los efectos de la pandemia del coronavirus, que sitúa ya a España como el segundo país en número de contagios en Europa, solo por detrás de Italia. El Covid-19 también está golpeando con fuerza a la industria aeroespacial y de defensa española. Al igual que el resto del tejido productivo, este sector industrial, que genera 57.000 puestos de trabajo y factura 11.838 millones de euros (el 1% del PIB), según las cifras de la patronal Tedae, afronta la paralización de la producción en la gran mayoría de las empresas, sin saber muy bien cuándo y en qué condiciones podrán regresar a la actividad.

La incertidumbre se ha extendido, más rápida que el propio virus, por compañías que trabajan en programas de gran envergadura y alcance internacional, en el que están en juego miles de millones de euros. Es el caso, por ejemplo, de Navantia, que construye en San Fernando (Cádiz) cinco corbetas para Arabia Saudí, o Airbus, que ensambla en su planta de Sevilla su famoso avión de transporte militar A400M.

Precisamente, la multinacional europea Airbus comunicó el martes 17 de marzo la suspensión de la producción en todas sus plantas de Francia y España durante cuatro días, después de tensos encuentros con los sindicatos, que incluso llegaron a denunciar a la compañía ante la Inspección de Trabajo en Madrid. La decisión, explica la empresa, permitirá tomar medidas sanitarias y de distanciamiento para garantizar la seguridad de los trabajadores y retomar la actividad, en principio, el próximo lunes. No obstante, en Francia, los sindicatos ya han solicitado a la empresa que mantenga los centros cerrados. El grupo aeroespacial cuenta con unos 13.000 trabajadores, solo en España, repartidos en hasta ocho centros de producción: Getafe, Illescas, Tres Cantos, Barajas, Albacete, Puerto Real, Tablada y San Pablo.

La decisión de Airbus ha tenido un efecto de arrastre en el resto de la industria aeronáutica y aeroespacial que crece en torno al gigante europeo, sobre todo, en Andalucía y Madrid, pero también en otras zonas de España, como el País Vasco. Fabricantes de aeroestructuras y componentes como Aciturri o Aernnova han seguido el camino marcado por Airbus y han suspendido la actividad en la mayoría de sus plantas también hasta el lunes 23 de marzo. Juntas, suman casi 7.500 trabajadores. La misma medida ha tomado ITP Aero, el fabricante de motores para aviación comercial y militar, con 1.900 empleados en plantilla, solo en el País Vasco.

Cierre del casco resistente del S-81NavantialA rAZÓN

El coronavirus también ha parado las grúas e impuesto el silencio en los astilleros de Navantia en la ría de Ferrol, en la bahía de Cádiz y en el puerto de Cartagena. En estos centros, trabajan más de 5.000 empleados. La empresa pública anunció, después de la declaración en España del estado de alarma, el sábado 14 de marzo, que reducía la actividad a los servicios imprescindibles de mantenimiento de instalaciones y seguridad. Por el momento, programas como las corbetas de Arabia Saudí, el submarino S-80 o los buques logísticos para Australia, están paralizados.

Otras empresas como Santa Bárbara Sistemas, proveedora de vehículos militares a las Fuerzas Armadas, han recurrido a fórmulas incluidas en el convenio de los trabajadores para aprobar el cese durante 15 días la producción de sus plantas de Trubia en Asturias y Alcalá de Guadaira en Sevilla. En concreto, la empresa, con unos 800 trabajadores, ha aplicado la llamada “bolsa de horas negativa”, que envía a casa a sus empleados con la obligación de recuperar más adelante, cuando sea posible, las horas de trabajo que dejan de hacer.

También hay compañías que han tratado de mantener la producción. Es el caso de la multinacional tecnológica Indra, uno de los principales clientes del Ministerio de Defensa en áreas como el espacio, la ciberdefensa o la aviación militar, que sigue con sus centros de trabajo abiertos, aunque, explica, ha extremado las medidas de desinfección, aprobado estrictas normas de distanciamiento y flexibilizado los turnos. La compañía, además, acaba de instar a los representantes de los trabajadores a la creación de en una mesa de negociación para acordar las condiciones de un futuro ERTE que afectaría a una plantilla con unos 20.000 trabajadores en España.

Instalaciones de Indra en Madrid. Foto: IndraArchivo

Entre las que intentan que el virus no afecta a sus plantas se encuentra también la madrileña Escribano Mechanical & Engineering, con unos 300 trabajadores en sus instalaciones de Alcalá de Henares, especializados en la fabricación de estaciones de armas para vehículos y buques y en cámaras de alta resolución para vigilancia e identificación de objetivos. Las medidas, las misma que las de Indra: turnos con menos personal y más cortos, y aumento de la limpieza de las zonas de trabajo.

En todas ellas, la actividad continúa con normalidad, dentro de lo que cabe, en aquellos casos en los que no es necesaria la presencia física. El coronavirus, como ha ocurrido en otros sectores industriales, ha llevado el teletrabajo a su máxima presión con reuniones por las múltiples plataformas virtuales que existen y ha hecho que miles de trabajadores instalen la oficina en casa.

Desde el Ministerio de Defensa, el almirante Santiago Ramón González Gómez, responsable de la adquisición de material para las Fuerzas Armadas españolas, lanzó esta semana un mensaje de apoyo al sector. Hay que tratar de minimizar las pérdidas, dijo, y, sobre todo, estar preparados para situarse a la cabeza de la reactivación económica cuando el virus tan solo sea un mal recuerdo. “Es duro reconocer que este nuevo ‘enemigo coronado’ ha pillado a la humanidad con la guardia baja, pero su efecto devastador puede ser más duro si no nos preparamos para el momento en que los verdaderos héroes (sanitarios, transportistas, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, Fuerzas Armadas...) ganen la batalla”, decía el almirante. Un buen resumen de la actitud con la que afrontar esta guerra contra un enemigo invisible.

Hoy, a una semana del inicio de la cuarentena, es difícil calcular las pérdidas y medir el impacto real en la industria aeroespacial y de defensa, por no decir casi imposible, al igual que sucede en otros tantos sectores azotados por el coronavirus. Lo que está claro este Covid-19 también aparecerá en la cuenta de resultados de las empresas, en muchos casos, a lo largo varios ejercicios.

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