Inmigración ilegal

El capitán del Aita Mari: “El coronavirus no frenará los rescates en el Mediterráneo”

Asegura que la Covid -19 no evitará que la gente se lance al mar para tratar de llegar a Europa desde Libia porque en “sus países sufren pandemias que combaten sin recursos ni medicinas”

La tripulación del Aita Mari durante la cuarentena frente a las costas de Palermo
La tripulación del Aita Mari durante la cuarentena frente a las costas de PalermoLa Razón

Estuvieron quince días fondeados en la bahía de Palermo y en unos días iniciarán los trámites para intentar volver a casa. “El 3 de mayo terminamos la cuarentena y ahora nos vamos al puerto para hacer el test del Covid-19. Nos harán la prueba, desinfectaremos el barco, y si todo va bien, el once de mayo pondremos rumbo a España”, explica a LA RAZÓN Marco, el capitán del barco de rescate humanitario Aita Mari.

Las misiones de rescate humanitario en el Mediterráneo Central no son ajenas a la crisis del coronavirus que está golpeando a todo el planeta. Tampoco lo son las personas rescatadas en medio de la inmensidad del mar. El virus también muta las misiones de rescate y nadie se escapa de las restricciones y controles que se han impuesto a lo largo y ancho del mundo.

El pasado 15 de marzo, el atunero vasco Aita Mari, habilitado como embarcación de rescate y con bandera española, se vio forzados a aplazar su tercera misión del Aita Mari por la incertidumbre generada en Italia por culpa del coronavirus. En aquel entonces, el país transalpino se convirtió en el país europeo más golpeado por el virus. Se cerraban escuelas y universidades a lo largo del país, así como las fronteras terrestres, aéreas y marítimas. La decisión de poner punto y final a los rescates llegaba cuando la cifra de afectados desde que comenzara la emergencia sanitaria en Italia superase los 3.000 contagios y de que los muertos alcanzaran las 107 personas. Además, un fuerte temporal que hubiera hecho la navegación muy complicada propició que la tripulación del buque, que permanecía en Siracusa (Sicilia), se trasladara hasta Pasaia para poner en marcha las labores de mantenimiento y, después, dirigirse rumbo a casa.

“En la navegación empezamos a recibir llamadas de pateras, y lógicamente, fuimos para allí porque ni Malta ni Italia se estaban haciendo cargo. Encontramos a 44 personas al límite en una patera: había casos de deshidratación, una mujer embarazada con su hermana de siete años y varios menores”, describe el capitán. A diferencia de otros rescates que se producen en el Mediterráneo, este se llevó a cabo en área SAR ( en inglés search and rescue) y coordinado por el país europeo, circunstancia que obligaba a llevar la embarcación rescatada hasta un puerto de ese país. “Pasaron de nosotros”, describe Marco.

Decidieron acercar el atunero con las 47 personas rescatadas cada vez en peores condiciones de salud hasta la Isla de Lampedusa “para presionar al gobierno italiano” mientras, a bordo, el capitán y la tripulación ejercían de “doctor Alaska” y trataban de curar las heridas de los rescatados mediante instrucciones radiofónicas. “Sufrían hipotermias. Mucha gente llevaba cinco días a la deriva en el mar y estaban muy mal. Yo soy patrón, no médico”, explica. Quince personas fueron rescatas por motivos médicos antes de que el gobierno italiano ordenara el desembarco de los migrantes. “Italia se portó bien fue Malta quien lo hizo mal”, subraya el capitán del Aita Mari.

Los 34 migrantes rescatados por el Aita Mari fueron trasladados a un ferry en el que pasaron la cuarentena
Los 34 migrantes rescatados por el Aita Mari fueron trasladados a un ferry en el que pasaron la cuarentenaSALVAMENTO MARITIMO HUMANITARIOEFE

Desde entonces, los migrantes permanecen en un ferry “como los que llegan Mallorca” pasando la cuarentena atendidos por la Cruz Roja. Todos ellos salieron de la convulsa Libia donde las luchas por el poder y los recursos pertroleros convierten a este país magrebí en un estado fallido. De allí siguen saliendo barcazas precarias y todo apunta a que con la llegada del buen tiempo se reactivará esta ruta en la que el año pasado murieron más de 1.000 personas ahogadas, según la Organización Internacional de Migraciones. “Las salidas no dependen tanto del buen tiempo como del estado de la mar. Si sopla el viento del sur, salen. La diferencia es que en verano pueden estar entre cuatro y cinco días a la deriva y en invierno, a las 48 horas si no son rescatados se mueren de frío o ahogadas”, lamenta Marco.

Los rescatados por el atunero vasco proceden de Bangladesh, Sudán, Argelia, Eritrea o Senegal. El pasaje de la muerte que adquieren a las mafias cuesta unos 350 euros, frente a los 2.500 que pagan quienes salen desde Marruecos. “Les engañan y dicen que hay barcos esperándoles para rescatarles”, lamenta el capitán del Aita Mari. En su opinión, la pandemia del Covid-19 no le asusta porque “en sus países sufren tienen pandemias todos los días que combaten sin medicinas ni recursos sanitarios”. Con los intensos bombardeos en Libia, todo hace presagiar que las barcazas volverán a llenar el Mediterráneo.

Tercera cuarentena en el Aita Mari

“Es nuestra tercera cuarentena”, explica Marco, quitándole importancia al hecho de permanecer confinando en una embarcación de rescate. “Estamos acostumbrados. Más allá de los típicas quejas del marinero estamos todos bien. Ademas no estamos solos, somos nueve. La cuarentena es más dura para los que están solos”, subraya. Durante los quince días que estuvieron fondeados se sometieron a exhaustivos controles médicos de temperatura y control de la saturación que posteriormente comunicaron tanto a las autoridades italianas como españoles. Mientras, a bordo, aprovechan para poner a punta la embarcación. “Llevamos tres días limpiando a fondo con lejía, lijando y pintando. En un barco siempre hay trabajo”, asegura. Dice, que, en cierto modo, su cuarentena es más llevadera que la de muchos de españoles que permanecen confinados en pequeños pisos con vistas un patio interior. “Tenemos una vista preciosa y la temperatura acompaña”, asegura. Aún así, hay ganas de volver a casa y estar con la familia en estos momentos tan difíciles para todos.