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¿Se resquebraja la mayoría de la investidura?

ERC visibiliza la soledad del Gobierno. El pacto con Ciudadanos irrita a los socios de Sánchez y alerta a Iglesias al destapar la fragilidad del bloque que sustenta al Ejecutivo

La crisis sanitaria ha puesto en evidencia la debilidad de los apoyos parlamentarios del Gobierno. La votación de la prórroga del estado de alarma de ayer en el Congreso puso de manifiesto las dificultades que va a tener Pedro Sánchez de ahora en adelante: la relación con sus socios de investidura (ERC y EH Bildu) ha quedado al borde de la ruptura y el acuerdo de última hora con Ciudadanos no sentó bien a sus apoyos que le reclamaron un viraje de estrategia si quiere continuar contando con su respaldo.

La sesión parlamentaria escenificó las primeras fisuras con Esquerra, que hasta ahora, había colaborado en las tres prórrogas del estado de alarma. Si bien, la presión de Quim Torra y la actitud del Gobierno han empujado a cambiar el signo del voto y pasar al «no», pese a las discrepancias internas. El president se ha mostrado un acérrimo defensor del rechazo a la prolongación del estado de alarma para recuperar las competencias y gestionar el desconfinamiento en Cataluña.

En el Congreso fue Gabriel Rufián quien visibilizó la ruptura con el Gobierno, a pesar de ser una de las pocas voces opuestas al imperativo de la Ejecutiva de ERC. La estrategia del portavoz es no dinamitar todos los puentes en Madrid, consciente de que entonces Sánchez comenzaría a apoyarse en Cs. Sin embargo, recordó al Gobierno la minoría parlamentaria en la que se sostiene y advirtió de que «sin diálogo no hay legislatura» – la última llamada entre Sánchez y Pere Aragonès se produjo el domingo–. Justificó de hecho el voto negativo en la ausencia de diálogo: «Hoy no se constata el no de ERC a la prórroga, sino el “no” del Gobierno a negociar con ERC». Y volvió a insistir en que, para seguir apoyándole, debe cumplir con los compromisos electorales, es decir el diálogo con Cataluña. «Facilitar la investidura no es gratis», le recordó, para explicitar la imagen que debe producirse: «atornillarnos en una mesa de diálogo», en sus palabras. En el horizonte, también, empiezan a asomar las elecciones catalanas, que puede ir condicionando todavía más a ERC mientras libra una batalla a cara descubierta –algo atenuada durante la crisis del coronavirus– con JxCat por la hegemonía del independentismo.

Las fisuras también son palpables en Bildu. De hecho, su portavoz Mertxe Aizpurua avisó a Sánchez de que el giro hacia Cs puede significar el «no» de sus socios en un futuro. «Esperemos que no sea la antesala, porque puede que consiga algún apoyo puntual, pero perderá muchos más», aseveró. Desde Podemos, el giro de ERC al «no» descolocó a su dirección. El vicepresidente es consciente de que el futuro de la legislatura descansa en la unión del bloque de la investidura y miran con recelo los próximos pasos entre PSOE y Cs.