Economía

Daniel Lacalle: “La renta mínima del Gobierno de Sánchez es una subvención a la obediencia”

Su nuevo libro «Libertad o igualdad. Por qué el desarrollo del capitalismo social es la única solución a los retos del nuevo milenio» (Deusto) fue escrito antes de que se desatara la epidemia pero que las reflexiones que aporta nunca han sido más pertinentes.

Daniel Lacalle, economista.
Daniel Lacalle, economista.Gonzalo PérezLa Razón

Poco antes de que comience la entrevista avisa de que su nuevo libro «Libertad o igualdad. Por qué el desarrollo del capitalismo social es la única solución a los retos del nuevo milenio» (Deusto) fue escrito antes de que se desatara la epidemia pero que las reflexiones que aporta nunca han sido más pertinentes.

–El libro se titula «Libertad o Igualdad» y a muchos les sorprenderá que plantee esta disyuntiva ya que precisamente la izquierda ha hecho bandera de que la una conlleva la otra.

–Sin libertad no hay igualdad. Lo que la izquierda vende es igualitarismo, que no es lo mismo que igualdad de oportunidades. El intervencionismo y el socialismo lo único que hacen es igualar a la baja. Por eso es tan importante que el ciudadano entienda que cada vez que nos ofrecen una solución mágica, lo que se nos propone (o impone) es siempre que demos una parte de nuestra libertad a cambio de una supuesta seguridad o igualdad que nunca va a llegar. La igualdad es el resultado del progreso, del crecimiento, del empleo y sobre todo de la prosperidad. Ninguno de esos factores se consiguen si tu pones como objetivo principal y como pilar de tu política la igualdad.

–Dice en el libro que «desde el alarmismo populista no se busca la prosperidad sin el control y eliminar la libertad individual», por lo que esta pandemia puede ser utilizada para la consecución de sus fines.

–El socialismo, el intervencionismo y toda forma de totalitarismo no pueden establecerse de manera democrática. Se tiene que imponer y para ello se utilizan siempre situaciones extremas. Se utiliza una epidemia para imponer un estado de alarma en el cual, además de cerrar la economía por decreto, se pervierten todos los mecanismos de la democracia. Desde siempre los totalitarismos, ante la evidencia de que sus políticas nunca las van a poder llevar a cabo por decisión mayoritaria de la ciudadanía que siempre preferirá libertad, apertura y cooperación. Por eso siempre se busca una crisis, una situación de hambre, una guerra para imponerlas. Utilizan además la coacción.

–¿Le parece exagerado calificar al Gobierno de «socialcomunista» en lo que a su política económica se refiere?

–No. No hemos sido ni yo ni usted los que hemos dicho que Pablo Iglesias, Irene Montero, Alberto Garzón y Yolanda Díaz son comunistas. Han sido ellos mismos. Y no solo eso sino que en sede parlamentaria en una democracia consolidada como la española el vicepresidente segundo ha lanzado una soflama de defensa de uno de los sistemas más totalitarios, asesinos y fracasados de a historia sin el más mínimo pudor.

–¿Hasta que punto va a ser grave la crisis económica que se avecina? ¿Más que la del 2008?

–Yo creo que va a ser distinta en el sentido de que la de 2008 fue una crisis localizada en un sector, el inmobiliario, con un impacto muy específico sobre otro sector, el financiero. El turismo, el automóvil, la exportación y los países emergentes continuaron funcionando de manera que la capacidad de la economía de salir adelante era fuerte. En lo que entramos ahora es una crisis con una ramificaciones a largo plazo muy complejas. La decisión de cerrar la economía por decreto tiene implicaciones muy importante. La crisis de 2008 fue una crisis de crédito. Esta es una crisis de solvencia que no se soluciona con liquidez y gasto público.

–¿Que opinión le merecen las propuestas que hasta el momento ha escuchado por parte del Gobierno?

–Son propuestas orientadas desde un diagnóstico equivocado. El Gobierno decide ignorar que España y la Eurozona ya estaban en un proceso de ralentización muy importante en 2019. Además la inmensa mayoría de las medidas es darle la posibilidad a los sectores privados de endeudarse de manera masiva para pagar impuestos en el futuro. Estas medidas no atienden al problema generado por el cierre forzoso, un problema que continúan negando.

–¿Y en concreto el ingreso mínimo vital?

–La izquierda es experta en apropiarse palabras. El ingreso mínimo vital, no es un ingreso, es una subvención, no es mínimo y desde luego no es vital. Es una subvención a la obediencia. Y nos olvidamos en este debate de que no se está eliminando la renta mínima de inserción que dan las Comunidades Autónomas. Éste es el único Gobierno que está implementando ayudas de este tipo que no están condicionadas a la búsqueda de empleo.