Barcelona

Siria-Bruselas-Ripoll: el siniestro trayecto de las órdenes del 17-A

Tercer aniversario de los atentados de Barcelona Aún no se conoce al autor intelectual de un ataque perpetrado por una célula del Daesh

El atentado en las ramblas de Barcelona en 2017
El atentado en las ramblas de Barcelona en 2017David ArmengouAgencia AP

Después de tres años de los atentados yihadistas de Cataluña, perpetrados por una célula yihadista asentada en Ripoll, no se conoce el nombre de los autores intelectuales de la masacre. Sin embargo, expertos consultados por LA RAZÓN están convencidos que la planificación pasó, como ocurrió con los atentados de París de 2015 y los perpetrados en la propia Bélgica, por el barrio de Molenbeek de Bruselas.

La clave habría que buscarla en el viaje que el jefe de la célula, el imán Abdelbaki es-Satty, hizo a Bélgica entre el 26 y el 28 de marzo, cinco meses antes de las acciones criminales. Allí habría recibido las instrucciones (procedentes originariamente de Siria) y, a su vuelta a España, hizo las gestiones necesarias para captar a los otros miembros del grupo.

Cuando ocurrieron los hechos, circuló la teoría de que la célula de Ripoll se podía haber articulado de una forma autónoma, tanto en la preparación de los atentados, financiación, adquisición de materiales, por la forma en la que fueron preparadas las acciones criminales.

Sin embargo, investigaciones posteriores han podido acreditar que individuos que se esconden en Siria son los encargados de dirigir y dinamizar los atentados que se cometen en Europa; y que Barcelona es un objetivo prioritario de los yihadistas.

La Guardia Civil, en una operación realizada este mismo año en la Ciudad Condal, les ha puesto nombres y apellidos: Mohamed Nadir; Abu Omar Al Sharni; Abu Kalash Al Magharibi y Al Iqam Al Baqi.

Estos individuos controlaban a un actor «lobo» solitario que preparaba atentados en Barcelona contra el Nou Camp y contra una comisaría de Policía Nacional. No se le habían ocurrido a éstos, sino que habían sido ordenados expresamente desde la ciudad de Siria.

Esta circunstancia nos hace retrotraer a lo acaecido en Cataluña en el verano de 2017, hace justo tres años este próximo martes. El hecho de que la mayoría de los integrantes de la célula murieran en la explosión del chalet «okupado» de Alcanar, donde se preparaban las bombas, o en enfrentamientos con los agentes de los Mossos D’ Esquadra, impidió que se les tomara declaración o que se investigaran una serie de asuntos que habrían dado pistas sobre los autores intelectuales de la masacre y los objetivos que iban a atacar.

Se da como seguro que uno de los fines era el de atacar el templo de la Sagrada Familia con un coche bomba cargado con 500 kilos de explosivos, pero hay otros en que, por su alta concentración de ciudadanos (era verano y había miles de turistas en Barcelona) constituían «objetivos blandos», como los definen los terroristas.

El Estado Islámico (Daesh) había dado una gran relevancia a la célula de Ripoll y tenían planes para sus integrantes que no se limitaban a los ataques en España, sino que incluían, al menos, objetivos en Francia, en concreto en los alrededores de la Torre Eiffel de París.

De hecho, días antes de los atentados en Cataluña, Younes Abouyaaqoub (el conductor del atropello masivo en La Rambla), Mohamed Hichamy y Youssef Aalla viajaron a la capital francesa. Allí se hicieron fotos como si de turistas se trataran, pero la finalidad era la de localizar los lugares más accesibles para dejar un coche bomba en un lugar tan concurrido como la citada torre.

Desde 2017, las Fuer zas de Seguridad del Estado han realizado numerosas operaciones en España contra el terrorismo yihadista y, conforme avanzan las investigaciones, se confirma que, aparte de los que puedan actuar por iniciativa propia (actores-lobos solitarios) hay una planificación por parte del Estado Islámico para extender sus actividades criminales a occidente. Y hacerlo de la manera más atroz.

Los atentados de Cataluña de 2017 estaban pensados para causar un número no menor de 200 víctimas mortales. Al Qaeda, con los ataques del 11M en Madrid, se acercó a esa cifra de personas asesinadas. Daesh había elegido nuestro país para dar el gran golpe en Europa, superior al perpetrado en París en 2015.

¿Por qué había escogido Cataluña? Las razones son obvias. Por el efecto desestabilizador que hubiera producido sobre el conjunto de la nación española viniendo de una Comunidad Autónoma que, por razones políticas, ya producía y produce, un efecto desestabilizador de origen distinto.

Los terroristas buscan acentuar las contradicciones entre los que consideran sus enemigos, los «infieles» a ojos de los yihadistas, y, de alguna manera, lo consiguieron con la difusión de teorías, que todavía están vigentes, sobre conspiraciones a cargo de servicios de información del Estado; o errores en las valoraciones de las alertas antiterroristas llegadas desde centrales de información extranjeras. No lo provocaron ellos, sino que se produjo como una consecuencia sobrevenida de esa situación de desestabilización en función de la cual el resto de España es un enemigo de Cataluña.

A estas razones, los yihadistas unen ahora el deseo de venganza por lo que consideran el «asesinato» de los componentes de la célula de Ripoll, incluidos los que murieron por un fallo propio, cuando preparaban las bombas en Alcanar. El mundo al revés, pero cuando la finalidad es matar al contrario cualquier argumento vale.