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Quim Torra

Torra quiere designar Conseller en Cap a la imputada Laura Borrás

Evitaría que Aragonés le sustituyera en caso de que el Tribunal Supremo le inhabilite Volvería a crear esta figura que asumiría las funciones presidenciales

La diputada Laura Borrás está investigada por el Tribunal Supremo en un caso de corrupción MariscalEFE

La estrategia de desobediencia y confrontación de Torra no deja nada al azar. La segunda parte de la estrategia es presionar a ERC y debilitarla. El objetivo del presidente catalán y de Puigdemont es ganar las elecciones a los republicanos, para obligarlos a reeditar la actual coalición. Es la única alternativa que tiene Junts per Catalunya para seguir dominando el tablero político catalán. Si ERC gana podrá elegir socio. Si gana Junts, ERC tendrá difícil embarcarse en otras aventuras mirando a Comunes e, incluso, al PSC. Las encuestas así lo pronostican. Ayer, La Vanguardia publicó la última. ERC gana holgadamente a Junts per Catalunya y, por primera vez, con los socialistas de Miquel Iceta se dibujan nuevas mayorías. De hecho, la encuesta da la mayoría absoluta a ambas formaciones, aunque está en el aire un gobierno de coalición, se abre un posible acuerdo de investidura.

Ante este escenario, Junts per Catalunya va a redoblar la presión. La estrategia de desobediencia de Torra a la sentencia del Supremo quiere poner a ERC ante la tesitura de seguir a Torra o reivindicar la presidencia en funciones de Pere Aragonés, actual vicepresidente y líder electoral de ERC. Si opta por esta segunda opción, la acusación será contundente: ERC rompe la unidad independentista y obedece a un «tribunal español». De aquí, la necesidad de Torra de realizar cambios en el Govern. No se podía permitir en el bloque de Junts per Catalunya ninguna duda y ninguna deserción. Pero si Aragonés se resiste, Torra tiene pensada una nueva jugada. Designar a Laura Borràs, la líder de JxCAT en Madrid como Consellera en Cap y dejar al líder republicano sin la sucesión provisional hasta las elecciones. Es decir, dejar a ERC como la colaboracionista del estado, la usurpadora de la presidencia y la traidora al independentismo. Pere Aragonés se lo ve venir y lleva semanas insistiendo en un acuerdo para hacer frente a la sentencia. Aragonés deja claro que no será el presidente, sino que asumirá parte de las funciones, consciente de que Torra desobedecerá. Puede simplemente no abandonar su despacho, aunque delegue, forzosamente claro, la firma de la presidencia, pero mantenerse en el Palau haciéndole la vida imposible. O puede, como explicábamos ayer, forzar la situación al máximo no acatando la sentencia para reventar las costuras institucionales. De una forma u otra, Aragonés y ERC estarán contra las cuerdas.

ERC quiere elecciones. Lo dice desde que Torra les acusó de deslealtad y están hartos de los continuos ataques y de tener que reafirmarse en su independentismo. Los republicanos piensan, como dijo Gabriel Rufián tras su encuentro con Pedro Sánchez que «sería conveniente gobernar pensando en el control de la pandemia y sus efectos y no gobernar pensando en el control de un partido y sus cargos». Quieren impulsar la Mesa de Diálogo, aunque saben que la resolución del conflicto no será fácil, negociar los presupuestos para influir en inversiones en Catalunya, tratar la situación de los presos y el papel de la Fiscalía, y quieren elecciones. Son independentistas de pura cepa, pero no quieren repetir los errores del pasado. No quieren forzar una nueva situación que conlleve a repetir una derrota porque a su juicio la confrontación no es el camino para alcanzar la independencia. La posición republicana es lacerada sin piedad por JxCAT que lanzan constantes ataques contra ERC acusándola de debilidad, de renunciar a la unidad independentista, de no querer implementar la república. En definitiva, de traidores. Una acusación de traición que subirá de tono si los consejeros de ERC no se sitúan al lado de Torra en su actitud de desobediencia y que puede dañar sus expectativas electorales. El último eslabón de la cadena de ataques es calificar a Pere Aragonés como usurpador, si éste no se aviene a seguir la desobediencia de Torra, lo que le podría tener consecuencias políticas.

Los republicanos se quejan amargamente de esta situación porque «no tendremos independencia y no tendremos autonomía». La sombra del 155 podría volver a planear sobre el tablero político catalán si Torra se empecina en buscar el cuerpo a cuerpo con Sánchez. Por si acaso, Aragonés se resiste a sus planteamientos, Torra tiene preparada otra jugada «inteligente», como dijo Puigdemont hace escasos días.

Torra desobedece, se atrinchera en el Palau. Aragonés no acepta y asume la sentencia aunque la rechace. Por tanto, Aragonés sería presidente hasta la celebración de elecciones. No se lo van a permitir. Torra moverá pieza y volverá a crear la figura de Conseller en Cap, que asumirá todas las funciones presidenciales. No lo hará el vicepresidente, con lo cual quedará relegado. Según ha podido saber LA RAZÓN, Laura Borràs, líder en Madrid e imputada por corrupción, será nombrada Consellera en Cap, robando la cartera una vez más a ERC. La estrategia está marcada. Ahora sólo falta saber hasta dónde tensarán la cuerda. Borràs ya sonó como consellera en esta última remodelación, pero se quedó calentando la banda. Si es nombrada consellera en Cap, podrá solicitar que su investigación pase del Supremo al Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, mareando de nuevo la perdiz y retrasar el proceso.

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