España
Luis Navajas: «Cobardes. Los trapos sucios se ventilan en casa»
Su informe opuesto a las querellas contra el Ejecutivo por la pandemia y su apoyo a Sánchez han desatado una crisis sin precedentes en la Fiscalía. Muchos le acusan de ser el abogado del Gobierno
Desde hace días se palpan los cuchillos en los pasillos del Tribunal Supremo y la Fiscalía General del Estado. Las explosivas declaraciones del Teniente Fiscal, Luis Navajas, y la actuación de la número uno de la Institución, la ex ministra socialista Dolores Delgado, han provocado una crisis sin precedentes. Hasta el punto de que algunos fiscales definen el actual clima de «shock» con la popular canción de Mecano: «Cruz de navajas por una mujer». Muchos no entienden la sumisión de un hombre, hasta la fecha de prestigio en la Carrera, hacia Lola Delgado, y le acusan de ser el abogado del Gobierno. «A Luis le han calentado los cascos», comentan casi todos. Estas opiniones han hecho explotar a Luis Navajas, quien se lanzó en tromba ante los medios de comunicación y arremetió furioso contra los compañeros que le critican por lo bajo, sin dar la cara. «Son unos cobardes, los trapos sucios se ventilan en casa», aseguró el fiscal Navajas, visiblemente irritado, a sus colaboradores.
Hasta su informe opuesto a las querellas presentadas contra el Gobierno por su gestión de la pandemia, Luis Manuel Navajas Ramos nunca había sido un rebelde ni levantado la voz. Pero su apoyo al Ejecutivo de Sánchez, el culebrón de la Fiscalía Anticorrupción por el caso Dina y los líos de Podemos, y su enfrentamiento con la Inspección Fiscal en el caso Villarejo, han encendido una mecha inédita y una crisis como jamás se recuerda en el Ministerio Público. Las declaraciones de Navajas contra algunos de sus compañeros, incluso antiguos amigos como Consuelo Madrigal y Fidel Cadena, han provocado tal terremoto que la propia Dolores Delgado ha abierto una investigación interna. Ello enfurece a la mayoría de los fiscales, que observan en su actual Jefa una conducta sectaria, manejada en la sombra por Baltasar Garzón, y manipulando a Luis Navajas. Algo que muchos no entienden en un jurista que, según sus colaboradores, siempre defendió el rigor y la lealtad durante cuarenta y cuatro años de profesión.
Luis Navajas Ramos nunca fue un fiscal conflictivo. Al contrario, desde su etapa como alumno de Derecho tuvo fama de hombre discreto y estudioso. Nacido en Granada en una familia de juristas, su padre fue también fiscal del Tribunal Supremo, fue profesor en el Instituto Vasco de Criminología. Tras pasar por Almería y Badajoz, su carrera profesional viene marcada por el País Vasco, dónde fue fiscal en la Audiencia de Guipúzcoa. En aquella época se hizo famoso por el llamado Informe Navajas que investigaba unas tramas corruptas en el cuartel de Intxaurrondo de la Guardia Civil, y que salpicó al general Enrique Rodríguez Galindo. La causa fue archivada y recibió muchas críticas en el entorno de la lucha contra ETA. Tras dieciséis años en San Sebastián el entonces Fiscal General del Estado, Jesús Cardenal, bajo el gobierno de José María Aznar, le llamó al Supremo. «Amigo Luis, venga para acá, se lo ha ganado», le dijo Cardenal. Cual ironías del destino, como Teniente Fiscal pidió el sobreseimiento de la causa contra el juez Baltasar Garzón por haberse declarado competente para investigar los crímenes del franquismo. Hoy, el ex juez expulsado por prevaricación sigue en el centro de la polémica por su relación con Lola Delgado.
Después trabajó con Eduardo Torres Dulce, con el gobierno de Mariano Rajoy, dónde le pilló la consulta ilegal en Cataluña del 9-N de 2014 convocada por Artur Mas. Los fiscales catalanes se oponían a la querella contra Mas, pero una Junta de Fiscales del Supremo impulsada por Navajas la defendió y condujo a la posterior inhabilitación del presidente de La Generalitat. Tras la renuncia de Torres-Dulce, asumió interinamente la Jefatura del Ministerio Público hasta el nombramiento de Consuelo Madrigal, en aquel tiempo amiga suya y ahora enemiga acérrima por, según su versión, haberle presionado, junto a Fidel Cadenas, para cambiar el informe a favor del gobierno en la gestión de la pandemia. Volvió a ejercer como Fiscal General tras la súbita muerte de José Manuel Maza y el cese de María José Segarra, lo que siempre le granjeó fama como hombre de equilibrios para trabajar con equipos de distinto color político. «Ahora no podemos creer su actitud», insisten varios compañeros convencidos de la «larga mano» de Dolores Delgado y su gran amigo Baltasar Garzón.
Luis Navajas está que trina por las críticas recibidas y, como prueba de su neutralidad, ha contado estos días que él archivó las diligencias contra el líder del PP, Pablo Casado, en el caso del polémico máster universitario. «Qué me lo digan a la cara», repite con furia por los pasillos del Supremo, mientras no ahorra exabruptos contra Madrigal, Cadena, Fausto Cartagena o el fiscal Anticorrupción, Alejandro Luzón. «Estamos estupefactos», dicen muchos fiscales ante la conducta de Navajas. En lo que todos coinciden es en la enorme crisis institucional del Ministerio Público bajo la égida de la ex ministra de Justicia, Dolores Delgado. «Esto es la cruz de Navajas en la caverna de Lola», sentencia un veterano fiscal.
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