Bióloga molecular y científica española. La investigación en la que trabaja con su equipo en el CNIO acaba de abrir nuevas vías para el tratamiento de pacientes con lesiones pulmonares pos-Covid.
–Esta semana anunciaron el descubrimiento de que los pacientes graves de coronavirus tienen telómeros (secuencias repetitivas de ADN no codificante del cromosoma que protegen de cualquier daño) más cortos. ¿Qué consecuencias puede tener en las terapias para los pacientes?
–Hemos visto que hay una correlación estadísticamente significativa entre telómeros cortos y mayor gravedad de la enfermedad Covid-19. Esto podría indicar que la presencia de telómeros cortos podría contribuir a las patologías que produce el virus. Ya habíamos demostrado antes de la enfermedad Covid-19 que telómeros cortos en las células Alveolares Tipo II del pulmón producían fibrosis pulmonar. El virus Sars-cov-2 infecta, precisamente, estas células del pulmón, lo que podría forzar a que las restantes se tengan que multiplicar más veces para regenerar el pulmón. Este proceso de multiplicación sabemos que acorta los telómeros. En aquellas personas que tenían telómeros ya más cortos, la infección del pulmón por el virus podría resultar en que los telómeros se agoten y no sea posible la regeneración pulmonar, contribuyendo al desarrollo de fibrosis pulmonar, que es una de las secuelas graves de la enfermedad Covid-19.
–¿Y qué aplicaciones puede tener en los tratamientos?
–En mi grupo hemos demostrado ya hace años que podemos frenar o curar la fibrosis pulmonar asociada a telómeros cortos mediante una terapia génica que consiste en la introducción de telomerasa en las células alveolares tipo II del pulmón. Estos experimentos los hemos hecho en ratones. Esta terapia génica hace que estas células del pulmón produzcan la telomerasa, que es una proteína que es capaz de realargar los telómeros cortos. Este alargamiento de los telómeros en las células alveolares tipo II del pulmón les permite seguir regenerando el pulmón y, por lo tanto, que se cure la fibrosis pulmonar. Pensamos que este tratamiento también podría ser efectivo en el tratamiento de la fibrosis pulmonar asociada a la enfermedad Covid-19. Hay que recordar que, hoy por hoy, no hay ningún tratamiento efectivo contra la fibrosis pulmonar: nosotros hemos identificado que un posible origen de esta patología son los telómeros cortos y esto nos ha permitido desarrollar una estrategia terapéutica para corregirlo.
–¿Hay que prepararse para más infecciones globales como ésta?
–No es la primera vez que surge una nueva enfermedad infecciosa. En 1919 y 1920, la gripe española arrasó el mundo, y en los años ochenta, el sida causó, y sigue causando, millones de muertos. El ébola asoló países africanos y, hace poco, el SARS o el MERS nos mostraron el peligro de los coronavirus. El Sars-cov-2 es un coronavirus muy parecido al SARS o al MERS. Todos estos virus viven normalmente en animales salvajes y saltan a los humanos a través de animales intermediarios. Se han aislado cientos de coronavirus nuevos de murciélagos. Como cada vez los humanos, o granjas de explotación de animales por parte de los humanos, están más «cerca» de donde viven estos murciélagos, hay más posibilidades de que salten a humanos, bien directamente o bien a través de animales intermediarios. Éste es uno de los efectos negativos de la deforestación. Por eso, son las zonas que más sufren la deforestación las que son el origen de nuevos virus. Esto ha pasado con el sida y el ébola en África, y con el Sars y el Sars-cov-2 en Asia. Se piensa que Brasil podría ser el origen de futuras pandemias debido a la deforestación del Amazonas.
–¿Qué lección deberíamos aprender de esta pandemia?
-Creo que la más importante es reconocer que lo único que nos va a sacar de esta crisis global es la ciencia. La ciencia ha actuado rápido y esto es porque ya había muchísima investigación sobre otros coronavirus (el Sars lo descubrió una científica china, que es la misma que ha descubierto el Sars-cov-2, Shi Zengli), sobre los mecanismos que usa el virus para infectar a las células, sobre la respuesta inflamatoria que produce el virus, sobre cómo se copia el material genético de este virus... Esto ha permitido actuar rápido. Lo mismo ha ocurrido con las vacunas.
–¿Le preocupa que vuelvan a dispararse los contagios?
–Los contagios suponen más enfermos graves, más colapso de los hospitales, y esto es, lógicamente, preocupante.
–¿Le he leído que «el envejecimiento no es una enfermedad, es la causa de las enfermedades»? ¿Podremos frenar el envejecimiento?
–Los científicos ya hemos conseguido frenar el envejecimiento en animales, como los ratones, y lo que hemos descubierto es que esto hace que vivan sanos y sin enfermedades durante más tiempo. Esto demuestra que el envejecimiento molecular y celular es el origen de muchas de las enfermedades que nos matan, que son la mayor parte de las enfermedades del envejecimiento. Lo que estamos haciendo ahora en mi grupo es usar este conocimiento para desarrollar terapias efectivas contra enfermedades del envejecimiento, como, por ejemplo, la fibrosis pulmonar o renal, el infarto de miocardio o el cáncer.
–¿En qué punto estamos en la lucha contra el cáncer?
–Cada día hay nuevos tratamientos que se aprueban contra el cáncer. En el caso del cáncer se tomó el camino correcto cuando se empezaron a tratar los tumores según sus rasgos moleculares, según su origen. Eso ha permitido que ahora haya tratamientos efectivos contra tumores antes incurables. El secreto ha sido la investigación, que nos ha permitido averiguar qué los origina, el oncogen o proteína defectuosa que los origina, y atacarlo. Más recientemente, los tratamientos que ayudan a que nuestro sistema inmunológico ataque al tumor, como si se tratara de un patógeno externo, también han dado buenos resultados. Todas las enfermedades tienen un origen, aunque el cáncer es una enfermedad especialmente compleja porque puede tener muchos genes alterados. Sin duda, solo conociendo el origen, lo podremos curar y eso pasa por la investigación. Curiosamente, la vacuna de BionTech/Pfizer está basada en vacunas similares que se estaban desarrollando contra oncogenes del cáncer.
–Teniendo en cuenta el tiempo tan corto en encontrar vacuna contra el Covid, algo histórico, si se pusieran los mismos medios, ¿no se podría acabar muy rápido con el cáncer?
–Cuantos más medios haya para investigar, más rápido va la investigación. Cuanta más investigación, más conocimiento, más tratamientos, más soluciones de nuestra sociedad para afrontar retos globales.
–¿Cuándo estima usted que lo habremos vencido?
–Una enfermedad no es una guerra, es un problema sanitario y social. Cada día estamos más cerca de resolver este problema porque cada día hay más investigación y más aplicaciones de esta investigación para prevenir (vacunas) y tratar (nuevos medicamentos) el Covid-19 y las secuelas del Covid-19.
–¿Cree que el Covid está causando muchas muertes por cáncer por falta de atención sanitaria a tiempo?
–El CNIO es un centro de Investigación y no es un hospital. Nuestra actividad de investigación no se ha visto muy afectada. Entiendo que, en los meses más duros de saturación asistencial, esto ha podido afectar al diagnóstico y tratamiento de pacientes de cáncer y de otras enfermedades.
–¿Cómo se puede explicar que en meses tengamos vacuna contra el Covid y no haya todavía contra la malaria o el ébola? Lleva a pensar que la investigación también se mueve por intereses farmacéuticos y comerciales.
–Creo que la ciencia avanza en todos los frentes. El Covid es una crisis global de la humanidad con consecuencias devastadoras. Los países han invertido en el desarrollo de las vacunas y de tratamientos, no ha sido sólo una decisión de las farmacéuticas.
–¿Hay igualdad en la ciencia?
–Es una de las profesiones más igualitarias porque los méritos se pueden medir y, además, se miden de manera internacional. Si eres un buen científico o científica eres famosa en el mundo, no solo en tu país. En las carreras de biomedicina ya hay más mujeres que hombres, y eso se traduce en que en un centro como el CNIO haya un 70% de investigadores que somos mujeres. Sin embargo, el mundo de la toma de decisiones en la ciencia (qué investigar y cómo), que es lo que hacen los directores de investigación o jefes de laboratorio, aún es fundamentalmente masculino. Necesitamos facilitar las cosas en las instituciones para que más mujeres quieran dar el paso para dirigir la investigación. En el CNIO hemos hecho muchas cosas para facilitarlo, como con una jornada laboral continua y flexible.
–¿Qué tenemos que hacer para que haya más niñas que quieran ser científicas?
–Hay aún muchos estereotipos sobre lo que se espera y se valora en un niño o una niña, y que normalmente suelen asociar las carreras científicas con los niños. Hay que tener esto presente y procurar luchar contra estos estereotipos en el contexto de las familias, la educación, los medios de comunicación, etcétera. Las carreras científicas serán de las más demandadas y valoradas en el futuro y las mujeres no podemos quedarnos fuera del futuro. Cada mujer con capacidades científicas que se pierde supone perder una oportunidad para mejorar el mundo.
–¿Tienen futuro las nuevas generaciones que quieran dedicarse a la investigación científica en España?
–En España hay centros de investigación, hasta 50, que están entre los mejores del mundo. Son centros que tienen la acreditación Severo Ochoa o María de Maeztu, que es una acreditación del Gobierno que se obtiene por un periodo de 4 años y que para renovarla hay que mantener un nivel internacional.
–¿Qué coste tiene el capital humano que se marcha fuera porque aquí no tienen espacio para desarrollar sus proyectos ni financiación?
–La investigación es internacional. Alemania es el país que más moviliza sus científicos, en el CNIO tenemos científicos alemanes. La movilidad es buena, el problema se produce si no podemos traer talento o retener talento en nuestro país cuando queremos hacerlo. Un problema son los salarios, que no son competitivos. Para tener talento en una profesión que es internacional necesitas ser competitivo con los salarios que ofreces. Hay demasiadas trabas administrativas y restricciones que hacen que, aun teniendo los fondos, no podamos traer talento a nuestro país. Estamos perdiendo oportunidades.
–¿Cuáles deberían ser las prioridades de la ciencia para los próximos años?
–Una de las prioridades, sin duda, es poder desarrollar tratamientos efectivos contra las enfermedades que aún nos matan y que van en aumento, como todas las enfermedades del envejecimiento. Estas enfermedades están aumentando como consecuencia del envejecimiento demográfico de la población. El cambio climático también supone un gran reto para la ciencia.
– Tendemos a considerar a los investigadores seres poco más que extraterrestres. Cuando sale del trabajo, ¿a usted qué le gusta hacer?
–Muchas veces continúo trabajando, pero me gusta pasear, la naturaleza (la montaña, los pájaros…), ir al cine, estar con amigos, me gusta el arte, la música. Los científicos, en general, somos muy curiosos e inquietos, nos gusta estar aprendiendo siempre.
–¿Qué lee?
–Ahora estoy leyendo un libro de Hillary Clinton que se llama «What Happened», en el que cuenta lo que pasó cuando perdió las elecciones frente a Trump. Recientemente, he leído también «Clavícula», de Marta Sanz, y me ha gustado mucho. Entre mis autoras favoritas están Sylvia Plath, Virginia Woolf, Marguerite Yourcenar, Patti Smith, etcétera.