Opinión

¿Te enteras?

“Ver a Iglesias y a Echenique de esa manera ante Felipe VI me provocó una sensación parecida a la de los tiros de Tejero”

Huecos de los disparos del intento de golpe de estado del 23-F, en el techo del Congreso de los Diputados
Huecos de los disparos del intento de golpe de estado del 23-F, en el techo del Congreso de los DiputadosEUROPA PRESS/J. Hellín. POOLEuropa Press

Desde siempre las imágenes del 23-F han producido en mí una violencia interior particular. Vistas por primera vez en la infancia, generan una sensación de impotencia, rabia y desprecio hacia los golpistas. Para los que nos hemos criado en la generación del «tejerazo», la confusión de los tiros, gritos y bravatas significó siempre la mayor afrenta a la democracia y un estímulo para mimarla aún más. Tenía nuestros mismo años, creció a la par que nosotros, la veíamos como a un igual que da el estirón después del verano. Tejero tratando de tumbar, con zancadilla y por la espalda, al general Gutiérrez Mellado causaba verdadera vergüenza y repulsión debido a la edad y rango del general. «¿Cómo podía suceder aquello?» Ni tiró al suelo al viejo militar, ni volvió la dictadura. Luego la salida de los diputados, todos fumando y con cara de mala resaca; pero eran los héroes, junto con la prensa y los transistores, de una noche para el recuerdo que sirvió de bisagra para entender un país.

El 23-F empezó con lo peor de la tradición española de los siglo XIX y XX, los pronunciamientos militares, y acabó con la firmeza de la Corona. Es decir, con lo mejor de la España actual, lo más estable. Por eso, ver a Iglesias y a Echenique de esa manera ante Felipe VI me provocó una sensación parecida a la de los tiros de Tejero y me obliga a tratar de encontrar qué mecanismo mental le permite al vicepresidente del Gobierno pensar que aún se encuentra en una asamblea de la facultad y no en un acto oficial con el Jefe del Estado presente. Es repugnante, al mismo nivel que hace 40 años, que alguien que se supone debe velar por los intereses de todos los españoles se comporte como un perfecto irresponsable.

Ni los diputados, ni los periodistas, ni el Rey, ni el resto de los españoles de bien que se jugaron el pellejo aquella noche por la libertad y la democracia lo hicieron para esto. ¿Te enteras?