Memoria Histórica
La fecha de fundación oficial del Tercio de Extranjeros –conocido después como la Legión– se fija el 20 de septiembre de 1920, cuando se produce el alistamiento de su primer integrante. Esta fuerza de choque nacida por iniciativa del teniente coronel José Millán Astray, tuvo pronto oportunidad de demostrar su valía y la razón de ser de su creación: sustituir en primera línea como tropa profesional a los soldados de reemplazo que eran enviados a África como carne de cañón. La especial preparación para la lucha y su ideario, un código de honor basado en el Bushido japonés, imprime al legionario un carácter que a día de hoy mantiene a la Legión como una de las mejores unidades de combate de todo el mundo.
Para poner en marcha el Tercio, Millán Astray elige como lugarteniente al joven comandante Francisco Franco Bahamonde, que va a protagonizar la primera gesta legionaria. Tras el desastre de Annual, en julio de 1921, se decide que es el momento de que la nueva unidad entre en escena. En la zona occidental del Protectorado español en el Rif se despliega la III Bandera, mientras que la I y la II acuden a la zona oriental, donde protagonizan el episodio conocido como «Socorro a Melilla».
Es la culminación de la primera gran marcha rápida que hizo la Legión entre el 21 y el 22 de julio de 1921 para auxiliar a la ciudad del ataque de miles de kabileños al mando de Abd El Krim, el mismo que ha dejado miles de muertos españoles a sus espaldas solo días antes. Cien kilómetros en 30 horas hasta Ceuta es la marca de aquella jornada histórica a pie, sin apenas descanso, que se cerró el día 24 con el traslado en barco hasta Melilla y una arenga al llegar a destino a cargo de Millán Astray: «Melillenses, os saludamos. Es la Legión, que viene a salvaros. Nada temáis, nuestras vidas lo garantizan. […] ¡Melillenses!: los legionarios, y todos, venimos dispuestos a morir por vosotros. Ya no hay peligro. ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva Melilla!».
Sobre aquella agotadora expedición, Franco escribió: «¡No es posible! La gente no puede más y necesita descanso. […] A las tres y media se toca diana, hay que despertar uno por uno los soldados que, rendidos, permanecen sordos a la corneta» («Marruecos. Diario de una bandera»).
Hasta el pasado 23 de febrero, una estatua recordaba al comandante Franco en la Ciudad Autónoma, porque el Pleno de la Asamblea de Melilla aprobó un día antes su retirada de la vía pública. La Fundación Nacional Francisco Franco ha interpuesto un recurso contencioso-administrativo contra una «venganza histórica» –en palabras de Juan Chicharro, al frente de la FNFF– que culminó con la efigie en una caja de madera en el almacén municipal. De allí quiere rescatarla la Plataforma Millán Astray, que anuncia también acciones legales y se ofrece a pagar para quedarse con ella «lo que pidan», según su secretario, el abogado Guillermo Rocafort. «Que la tasen, la pagamos y nos la llevamos. No queremos que ocurra lo mismo que con la de Millán Astray en La Coruña, ni que la vejen o profanen, como suelen hacer los radicales de izquierda», lamenta.
Antes de que quitaran la estatua –«haciéndolo coincidir» con la fecha del golpe de Estado, el 23-F, algo que Rocafort considera «buscado»– presentaron tres requerimientos y uno posterior, alegando que recuerda un hecho previo a la Guerra Civil, y su instalación en un lugar declarado Bien de Interés Cultural (BIC) y, por lo tanto, «protegido», como es la zona de Melilla La Vieja, donde aun así «tuvieron que meter la piqueta». «No nos han contestado», apunta el también veterano legionario. «El pleito lo tenemos ganado», según las fuentes jurídicas que ha consultado, pero «nos va a costar muchos años, como nos está costando recuperar la calle Millán Astray en Madrid, cuando tenemos sentencias a nuestro favor».
La plataforma nace precisamente en septiembre de 2016 a raíz del anuncio de la entonces alcaldesa de Madrid Manuela Carmena de que va a eliminar del callejero la vía dedicada al fundador de la Legión. «Descubrimos que la calle era de 1924 y por eso ganamos el juicio, porque no cabe en el ámbito temporal de la Ley de Memoria Histórica, que abarca de 1936 a 1975». Y lograron evitar lo mismo en Cartagena.
Sobre la acción de 1921, Guillermo Rocafort considera que se trata de una «marcha épica que marca la historia de la Legión no solo por el perímetro defensivo que llevó a cabo sino porque ahí es cuando los mandos, Millán Astray y Franco, se dieron cuenta de que tenían en sus manos una fuerza militar sobrehumana. Porque aguantar una marcha de esa naturaleza, con todo el equipo, durante una treintena de horas, es algo sobrenatural».
Los legionarios no hicieron otra cosa que cumplir con uno de los puntos de su famoso credo, el espíritu de marcha: «Jamás un legionario dirá que está cansado, hasta caer reventado, será el Cuerpo más veloz y resistente».
Un empeño especial de la asociación –que forman 3.000 personas entre veteranos legionarios y simpatizantes–, es «intentar recuperar los lazos afectivos, que son los primeros que se rompen». «Y eso que en Melilla» Franco ha sido considerado «casi un padre», porque «salvó a la ciudad», dice Rocafort. En La Coruña, ciudad natal de Millán Astray, atacaron al creador del Tercio con una campaña de «estigmatización», cuando la inauguración de su monumento en 1970 «fue un acontecimiento espectacular en sus calles, como se ve en las fotos de la época».
Para Rocafort, «estamos defendiendo dos estatuas que van en paralelo». En el caso de José Millán Astray, considera que está «secuestrada» en La Coruña, donde hicieron una oferta al Ayuntamiento, «dispuestos a pagar» en este caso «lo que costó: 400.000 pesetas», como certifican las facturas en su poder. «Es una obra de arte que tienen en un almacén escondida, y no nos quieren decir dónde, tememos que la hayan profanado o destruido», así que «probablemente en las próximas semanas» pongan «una denuncia por destrucción del patrimonio artístico».
En función de la Ley de Transparencia, desde la plataforma reclamaron la «ubicación y una foto como “prueba de vida”, como en un secuestro, pero no nos quieren dar ni una cosa ni la otra», denuncia Guillermo Rocafort. Su destino «lo ocultan porque alegan que puede ser vandalizada, como si nosotros fuéramos a hacer algo, cuando han sido precisamente los que ahora están en el poder quienes no han perdido oportunidad de pisar o pintar obras parecidas».
Ataca Rocafort al BNG y el PSG que, apelando a la Ley de Memoria Histórica, «le quitaron» a Millán Astray su título de Hijo Predilecto de La Coruña y su estatua, cuando en la Guerra Civil «no tuvo un papel estelar». Dice el letrado que «como veterano legionario» quiere «saber dónde está mi fundador, pero también como español, quiero saber dónde está una obra de arte que le costó al erario público un dineral». En el caso del que fuera jefe de Estado y su efigie en Melilla, apunta que «como veteranos legionarios defendemos al Franco legionario, no nos metemos en política».
Su auxilio a la ciudad en la guerra de África ha inspirado cuatro pruebas legionarias de ultrafondo: 101 de Ronda –«una de las más fuertes del mundo», según Rocafort, «una locura»–, La Desértica, la Cuna de La Legión de Ceuta y la Africana de Melilla.