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Vallecas: ¿El nuevo Ohio de Madrid?
Abascal e Iglesias han colocado este barrio en el epicentro del discurso político. Sus vecinos reclaman trabajo para los jóvenes y transporte
Vallecas puede considerarse uno de los barrios más internacionales de Madrid. Conocido por las victorias del Rayo Vallecano o grupos musicales como Ska-P, cualquier español es capaz de situar a este barrio del sur de la capital. Es la suma de tres distritos (Villa, Puente y Ensanche) con más de 377.000 habitantes, es decir una población superior a ciudades como A Coruña o Granada. Es un pueblo dentro de Madrid. En sus calles la ropa se tiende de cara a la calle. En cada fachada hay toallas, calzoncillos, y camisetas saludando a los vecinos. Las calles están sucias y los adoquines de muchas aceras levantados. Entre sus estrechas avenidas germinaron los movimientos vecinales que fueron capaces de transformar el barrio. Obrero y humilde, son dos palabras que acompañan siempre a su nombre. Hasta allí, fue Vox este miércoles a presentar su campaña electoral de cara a las elecciones autonómicas del próximo 4 de mayo. Su mitin es considerado por muchos vecinos como una provocación al barrio obrero. Otros, sin embargo, entendieron, que Santiago Abascal tenía todo el derecho del mundo a iniciar su precampaña donde quiera. En cualquier caso, el hecho de que Abascal y varios dirigentes de Vox fueran a Vallecas tuvo un final bastante violento que acabó con varios policías heridos y algunos manifestantes en el hospital. LA RAZÓN habla con los vecinos de la Plaza Roja de Vallecas –donde se desató la batalla campal el pasado miércoles– para tomar el pulso a un electorado y un barrio que está en el ojo del huracán en el inicio de la campaña electoral madrileña.
«Trabajo y recursos», son las dos palabras que más repiten los vecinos al preguntarles por las necesidades del barrio. Las últimas cifras de febrero de 2021 del Servicio Estatal Público de Empleo (SEPE) revelaron el impacto de la pandemia en el mercado laboral de Puente de Vallecas: un incremento del 28%. En términos de edad, los jóvenes entre 20 y 24 años son los más afectados.
Marta y Silvia comen pipas mientras charlan animadamente. En vez de llamarse por su nombre, se dirigen la una a la otra con un cariñoso «gordi».Queda solo una hora para que arranque el mitin de Abascal y las dos están sentadas, ajenas al follón que se montará minutos más tarde. «Es una provocación», dice Marta, que trabaja como sanitaria y cree que con una pandemia «no es momento» de ir a las urnas y organizar las elecciones. «Vienen a un barrio obrero y antifascista donde nadie les vota para incitar al odio. Es muy preocupante el clima de tensión que se está generando en la calle por culpa de partidos como Vox que solo buscan enfrentamientos», dice. «No entiendo por qué vienen al barrio», le interrumpe Silvia. «A mí que no me digan que ser buen español es llevar una bandera. El buen español es el que va a Mercadona y, con 15 euros, compra alimentos para el que no tiene», le responde.
Ismael tiene 24 años. El jueves por la mañana –un día después de los violentos disturbios– pasea con su amigo Sergio (21 años) por la plaza Roja, en la que impera la calma tras la tempestad del día anterior. «La crispación y que la gente no sepa convivir con las ideas de cada uno está feo», dice mientras enumera todas las vulnerabilidades del barrio. «No hay trabajo, no hay recursos, no hay autobuses», lamenta. La política, tanto a él como a Sergio, les importa «más bien poco. Todos son los mismo, con opiniones distintas en frente de las cámaras pero al final forman parte de los mismo», afirma. «Falta mucho trabajo, mas del 70% de los jóvenes españoles están sin curro, sobre todo aquí, en los barrios más obreros y humildes, donde no hay ni ayudas ni recursos».
A sólo unos metros, en el parque infantil, Laura (26 años) juega con su pequeña de dos años en el tobogán. «Lo de ayer fue una locura. En un sitio tan pequeño y en medio de la pandemia», critica. Según los cálculos de la Policía, hasta este barrio del sur de Madrid acudieron alrededor de 500 manifestantes contrarios a la misma y unos 350 asistentes al mitin de Vox. «Lo de Abascal fue un poquito una provocación», manifiesta. A menos de un mes para las elecciones, asegura que en su entorno «hay ganas de votar, de cambiar las cosas». Reconoce que todavía no tiene decidido su voto y que puede variar tanto hacia la derecha como hacia la izquierda. «Depende de lo que prometan, aunque no me los crea», asegura con resignación.
Alrededor del 17,5% de la población del barrio es mayor. Es mediodía y los bancos están llenos de jubilados y jubiladas que comentan el día. La temperatura es buena, a pesar de que el cielo es de un gris plomizo, antesala de la tormenta que caerá al día siguiente. En uno de esos corrillos se encuentra, José (74 años), jubilado, que asegura que «aquí somos gente de bien: trabajadora, que no nos metemos con nada y queremos vivir tranquilos». Al igual que la mayoría de sus vecinos critica que «se han olvidado un poco del barrio. Necesitamos más prestaciones. Lo único que queremos es lo de todo el mundo: más sanidad, mas autobuses, y que todo el mundo tenga trabajo», dice con esperanza. A los pocos metros nos encontramos con Carmen (80 años) que dice no reconocer al barrio en los incidentes del pasado miércoles. «Esto es un barrio muy tranquilo, aunque sí es cierto que con las crisis, hay un poco más de delincuencia». Tolerante y combativo, Vallecas votará el próximo 4 de mayo y, con toda seguridad, aquí la izquierda volverá a ganar las elecciones pese a la visita incómoda de Santiago Abascal.
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