Entrevista

García-Page: «El PSOE debe medir que el odio a Iglesias no se deposite en él»

El presidente de Castilla-La Mancha defiende un PSOE moderado, aun a costa de su estabilidad parlamentaria. Reconoce a Ayuso su capacidad de conectar con la sociedad madrileña

Ha vuelto a escuchar música. Un hábito que también quedó momificado por la pandemia, y al que hoy se refiere como la señal de que, por fin, después de más de un año, debemos sentir que se acerca el fin de la pesadilla. Hoy, afirma: «El dolor de las víctimas siempre nos acompañará, pero la vacuna está acabando con el virus». Como «pata negra» del socialismo, se felicita de la caída de Pablo Iglesias, rechaza más cesiones al independentismo y defiende un PSOE moderado.

-¿No haber mantenido el estado de alarma causará más muertos, como dice ahora el PP?

-En estos momentos no hablamos de un estado de alarma como el de marzo del año pasado, que nos confinó a todos en los domicilios y que fue muy eficaz y una buena decisión. De lo que se discute es sobre la conveniencia de mantener un paraguas jurídico, en el que, por supuesto, no haría falta agotar todas las medidas posibles, como tampoco ha hecho falta hacerlo en estos últimos seis meses. Las comunidades no hemos utilizado todas las posibilidades que nos ofrecía el estado de alarma que ha estado en vigor durante seis meses, y ahora creo que sigue siendo conveniente algún tipo de amparo para unificar el mensaje y evitar el caos. No deja de ser paradójico que quien solicite el estado de alarma sea el PNV. Y está haciendo un ejercicio de responsabilidad. Aunque también es verdad que la evolución es positiva y que la vacunación va a vencer al virus.

-¿Entiende que el presidente del Gobierno se aparte para no desgastarse más después del batacazo en Madrid?

-No creo que sea así. Probablemente el Gobierno habría actuado de otra manera si no hubiera tenido que buscar el consenso parlamentario.

-Entonces, ¿la culpa es del PP?

-Ha faltado consenso y voluntad de acuerdo, pero también es cierto que la oposición no podía dejar de ser oposición por la pandemia, ni el Gobierno podía dejar de gobernar. Todos hemos ido aprendiendo y también tengo que decirle que la sociedad española ha tenido un comportamiento muy por encima del nivel de otros países. Y las instituciones han estado también más coordinadas de lo que ha podido parecer bajo el ruido de la política nacional. Cuando tengamos perspectiva, creo que podremos sentir un razonable orgullo del comportamiento colectivo. Que convivirá con el dolor por las vidas perdidas, por supuesto. Ese dolor está ahí y seguirá estando ahí. Pero España ha estado en la media alta de la responsabilidad y del cumplimiento y aquí no ha habido nadie, ni Gobierno ni oposición, ni lo partidos más radicales, que haya actuado con frivolidad como sí hemos visto en otros países. No hemos tenido Bolsonaros.

-Aquí han llegado a echarse los unos a los otros las víctimas a la cara.

-Hay que distinguir entre responsabilidad y culpabilidad. Los políticos somos responsables de gestionar esta crisis, pero el único culpable de las muertes ha sido el virus. Esto es como quien echa la culpa a la Guardia Civil de la violencia o del terrorismo. No mezclemos cosas que no tienen nada que ver, y se lo digo después de que pidieran mi dimisión nada más producirse el primer fallecimiento en Castilla-La Mancha.

-¿Qué lección debe aprender el PSOE de las elecciones de Madrid?

-La pandemia solo ha adornado una crítica global, ideológica, contra Pablo Iglesias y contra la izquierda. Si perdemos esto de vista, nos equivocaremos. La pandemia ha servido de complemento para la confrontación, pero lo determinante ha sido ese rechazo ideológico que ha hecho que hubiera más voto a la contra que en positivo. Por supuesto, a Ayuso hay que reconocerle que ha sabido empatizar con la sociedad madrileña en muy pocos meses. Cuando dijo que España le debía una por sacar a Iglesias de Moncloa señaló el objetivo final de la campaña, y esto se lo ha reconocido hasta Iglesias cuando en su despedida asumió que por cada voto que conseguía tenía dieciséis en contra. Conozco socialistas de toda la vida que en estas elecciones de Madrid han votado a Ayuso y que lo han hecho pensando en Iglesias. Pero también hay que tener en cuenta que cada elección tiene su truco y, dentro de dos años, las autonómicas de Madrid no se celebrarán bajo las mismas condiciones.

-¿Está diciendo que no ganó Ayuso, sino que ustedes perdieron por culpa de Iglesias?

-La gente premia hablar con claridad, llamar al pan, pan, y al vino, vino. Y si esto es siempre importante, en los momentos de crisis lo es aún más.

-Ayuso dice que ustedes, el resto de presidentes autonómicos, quiero decir, son responsables de la ruina de sus bares y restaurantes por no haber seguido su modelo.

-No es verdad que haya habido un modelo alternativo de gestión de la pandemia, el 90 por ciento de las decisiones que unos y otros hemos tomado han sido iguales. En Madrid se ha hecho una perimetración por distritos porque cada barrio tiene la misma población que casi toda Castilla-La Mancha. Pero es verdad que Ayuso ha construido un discurso que ha conectado con la gente y que ha jugado con la ventaja de que en Madrid todo tiene un componente nacional, que no se mueve con tanta fuerza en otras elecciones autonómicas.

-¿El voto fue entonces contra Sánchez?

-En Madrid hay una politización superior a la que hay en otras partes de España y se mezcla mucho más la política nacional con la autonómica. Yo siempre digo que de la M-30 hacia dentro hay un metabolismo distinto, y Ayuso ha sido capaz de extender la frontera de ese metabolismo hasta más allá de la M-50.

-Interpreto de lo que dice que considera que es muy buena noticia que Iglesias se marche de la política.

-En política hay dos tipos de pactos. Los que haces sin que los necesites, sólo porque crees que pactar es bueno, y le pongo el ejemplo del acuerdo con empresarios y sindicatos que acabamos de firmar en Castilla-La Mancha, y que será muy importante para la creación de empleo. Y luego están los pactos que son consecuencia de la necesidad. En este último caso siempre es mejor reconocer que no hubo más remedio que pactar, como nos ha ocurrido con Podemos. Es mejor admitir esta situación que presumir de un pacto obligado. En Castilla-La Mancha siempre dije que iba a trabajar desde el Gobierno para echarles del Parlamento, y, al final, lo conseguimos. Yo creo que hay que llegar a acuerdos para gobernar las instituciones, pero esto no quiere decir que se finja. Por eso, la salida de Iglesias de la política nos traerá más franqueza y menos hipocresía.

-¿Esto beneficiará al PSOE?

-Ahora hay un problema que me preocupa. Me refiero a ese odio que había contra Iglesias, y que está como flotando, y vamos a ver dónde se deposita. El PSOE tiene que conjurar ese riesgo para que esa nube de odio no se ponga encima de él.

-¿Lo conjuran distanciándose de sus socios?

-Antes de nada, al PP le diría que mida sus entusiasmos porque Sánchez es un especialista en ganar cuando todos le dan por perdido. Así que yo no vendería la piel del oso antes de cazarlo si fuera Pablo Casado. El PSOE va a volver a sus posiciones más clásicas, que son las que conectan con la moderación. Y Casado, que controle sus ritmos, no debe acelerarlos por el éxito de Ayuso. Que el sprint de Ayuso no le haga olvidar que lo suyo es una carrera de fondo.

-La «moderación» a la que apela es bastante incompatible con los socios de Legislatura del Gobierno de coalición.

-Yo no cuento con que haya estabilidad parlamentaria. Pero, sin Pablo Iglesias dentro del Consejo de Ministros, sí habrá más estabilidad de gobierno. Tenemos muchos casos de Gobiernos que han aguantado sin estabilidad parlamentaria, de hecho, llevamos mucho tiempo sin tenerla. Tampoco la hubo en la última etapa de Mariano Rajoy. Por tanto, es preferible un Gobierno en minoría, pero que no tenga que pagar peajes. Por supuesto, esto quiere decir que puede que haya cosas que se queden sin hacer, pero lo esencial, que es terminar de gobernar esta crisis, sí puede hacerlo este Gobierno porque tiene a su disposición los fondos europeos y todos los instrumentos necesarios para conseguirlo.

-¿Mejor aguantar sin Presupuestos que adelantar elecciones?

-Entre unos nuevos Presupuestos, deformados por unos peajes imposibles, o los que hay, mejor nos quedamos con los que hay, que ya están hechos para atender una situación de excepcionalidad como la que estamos viviendo. Se equivocan aquellos que creen que por tensar y crispar vamos a ir a un adelanto electoral. La política nacional ha pervertido el sentido del Congreso y se ha llegado a una situación en la que los acuerdos se consiguen entre Gobierno, empresarios y sindicatos, o entre Gobierno y comunidades autónomas. Pero nunca en el Parlamento.

-¿Los indultos a los independentistas serían un peaje?

-España no debe pagar ningún peaje más a los independentistas. Los partidos soberanistas no son ejemplo de estabilidad y certidumbre, sino al contrario. Y ya no pueden echar la culpa a nadie del caos en el que se han instalado porque es responsabilidad exclusiva suya. Están en un callejón sin salida y se están autoinfligiendo el dolor que no admitimos que nos inflijan a los demás.

-¿Qué hará el PSOE cuando le toque digerir los indultos que estudia Moncloa para los líderes del «procés»?

-Los indultos políticos son del todo inaceptables y no cambio de posición. El indulto no puede ser objeto del mercadeo político.

-¿Tampoco le parece aceptable que se abra ahora, después de las elecciones catalanas, la mesa de partidos?

-Las decisiones se toman en el Parlamento. Hablar se puede hablar, pero también se puede perder el tiempo. En cualquier caso, el final es bueno porque no hay alternativa. El independentismo no es ya una opción. Puede ser una idea legítima o una intención, pero no es una opción constitucional ni europea y, por tanto, todo lo que ha pasado ha demostrado que hoy se puede desear la independencia, pero no es posible llevarla a la práctica.

-¿Entendería que el PSC ayudara a desencallar el bloqueo en Cataluña?

-Comparto plenamente el discurso de Salvador Illa, y, ahora que tenemos al PSC con un discurso conciliado con el PSOE, no tiene sentido que el PSOE ocupe el papel del PSC. A ver si resulta que Madrid va a acabar llevando la contraria a la posición razonable de Illa. Su designación fue un acierto, y digo esto siendo plenamente consciente de los servicios que Iceta ha prestado a la España constitucional.

-A Gabilondo le cortan la cabeza por Madrid. En Moncloa todo sigue igual. ¿Está bien?

-No sé quién diseñó la campaña de Madrid ni si hubo realmente diseño. Sí le digo que Gabilondo es uno de los mejores políticos de este país, y debería ser ministro del Gobierno de España. Las elecciones de Madrid pillaron a todo el mundo con el pie cambiado, pero si hubieran sido en tiempo y forma, ¿Gabilondo habría sido el candidato? La respuesta a esta pregunta lo dice todo. Y esto no le quita ningún valor porque ganó hace dos años, es una persona brillante e intentó hacerse escuchar en una discoteca con la música a todo volumen.

-¿Es bueno que el jefe del Gabinete de Sánchez acumule tanto poder incluso en las cuestiones que afectan al PSOE?

-Si Sánchez tiene confianza en él, yo lo respeto. Soy presidente de una comunidad autónoma, y entiendo que es bueno estar rodeado de personas que te inspiran confianza y seguridad. Como le he dicho antes, no sé quién ha gestionado la estrategia de Madrid y, de hecho, cuando se convocaron las elecciones fue evidente que no había ninguna estrategia.

-¿Es optimista con la mejoría económica?

-La economía mejorará de manera clara. No tenemos la fuerza industrial de otros países, pero somos una economía más ágil y mochilera. Tengo la percepción de que los grandes factores que han tirado tradicionalmente de nuestra economía se van a recuperar rápidamente. Y pongo el ejemplo del turismo, donde tenemos la capacidad y la infraestructura necesaria para conseguir ese objetivo de llegar a los 120 millones. Además, tenemos una industrial cultural y artística de primer nivel y un idioma que es la segunda mejor tarjeta de presentación en el mundo. En diez años tendremos soberanía absoluta en materia energética y esto nos liberará de la dependencia de la energía nuclear francesa y será un importante activo para el país. Hay dificultades y debilidades a corregir, pero todo se podrá conseguir mejor si la política no es un freno para la energía latente de la sociedad y de los empresarios.

-¿Qué es el «sanchismo»?

-No soy muy de «ismos». Si acaso, el único que reconocería es el «felipismo» porque es el que más ha influido en el cambio de España y del PSOE. ¡Pero ni a Felipe le gusta que le metan en un «ismo»! Para muchos, el «sanchismo» es el proyecto de Sánchez desde las primarias en el partido, y es verdad que aquel momento de bronca fue muy importante para el PSOE porque ha condicionado nuestra vida. Pero Sánchez debería guiarse por el objetivo de añadir a aquella victoria interna sus logros de gobierno. Tiene delante la posibilidad de capitanear una recuperación con alma, que es lo que más importa. No se trata sólo de recuperarnos, sino que de que nos recuperemos sin atajos y con un país cohesionado social y territorialmente.

-¿Entiende el deseo de Ferraz de relevar a Susana Díaz al frente del PSOE andaluz y que no repita como candidata a la Junta?

- Una vez convocadas las primarias, no voy a decir nada que pueda interpretarse como una intervención. Deciden los militantes de Andalucía.