
RES NON VERBA
Conservar el poder en un mundo oscuro
La crudeza del informe Cerdán pilló al presidente en paños menores y necesitaba tiempo para buscar en el rincón del vago 15 medidas de refrito a las que poder llamar potente paquete anticorrupción.

Sánchez no está en su prime, que dicen ahora los modernos. Nos tenía tan acostumbrados al golpe de efecto, a la turbopolítica, que lo de ayer fue un chasco. Él siempre tenía una audacia o un cinismo con el que agravarte la hernia de hiato, pero hoy se ha entendido por qué quiso retrasar casi un mes la comparecencia en el Congreso. La crudeza del informe Cerdán le pilló en paños menores y necesitaba tiempo para buscar en el rincón del vago 15 medidas de refrito a las que poder llamar potente paquete anticorrupción. Un plan con la pegatina powered by OCDE y bendecido por expertos de la Casa de los Expertos.
Como todo mal estudiante, llegó a presumir de haberse aprendido a última hora lo que debería haber aprobado meses atrás. Algunas de las medidas que anunció como originales, como el blindaje del denunciante, eran las que la Comisión Europea le había afeado en la víspera no haber implementado ya el año pasado. Una agencia anticorrupción independiente (¿cómo la Fiscalía General?), refuerzo de la Fiscalía Anticorrupción (a la que las cloacas del PSOE han acosado), auditorías externas para alicatar un cuarto de baño… ni él mismo se lo creía. Lo de castigar de forma efectiva a las empresas que pagan mordidas, largo me lo fías. La corrupción existirá mientras los partidos no estén dispuestos a hacerse el harakiri y cegar todas las gateras por las que sus enchufados cocinan la malicia.
El presidente pasaba las páginas con la velocidad del descreído. La misma velocidad con la que pasó de puntillas por la génesis del Peugeot. La gente esperando la precuela del Hobbit y Sánchez lo despachó como un chiste: era un tío de Navarra de vida muy sencilla, me presentó a otro muy grandote, José Luis fue muy majo conmigo, los coloqué en puestos clave y me he llevado una decepción. Mea culpa, lo siento, chimpún. Sánchez terminó su primera intervención y un estepicursor atravesó el hemiciclo.
Núñez Feijóo salió a tumba abierta, propulsado por el rosario de escándalos. Al presidente del PP le pasa como a los radiofonistas: el gobierno nos da los monólogos hechos. Se vino tan arriba el líder de la oposición que en la réplica final no se dejó en el tintero ni las saunas del suegro. Feijóo desencadenado. Abascal golpeó y se marchó y, entre la apatía inicial de Sánchez y la vehemencia de Feijóo, quedó claro que el trabajo sucio lo tenían que hacer los costaleros. Comenzaba, pues, un sucedáneo de cuestión de confianza.
Toreo portugués, mucho recorte y nada de estoque. Los socios de Sánchez fueron como el cornudo que, con la maleta ya hecha, vuelve a cerrar la puerta y exige que ni un cuerno más. Para romper el hielo, a Yolanda Díaz le ayudó el dramatismo por la muerte de su padre. No era el día para finiquitar a Sánchez. La vicepresidenta le agradeció que le haya comprado 10 de las 15 medidas. Pero faltaba la épica y Díaz se fue creciendo para poner a su padre sindicalista en los altares junto a la "ciudadanía progresista" por la que merece la pena buscar un “nuevo propósito”, porque, según ella, Pedro es honesto y este Gobierno merece avanzar en un mundo oscuro. “No permitiré que esta luz se apague”, concluyó. Toma lirismo. Una parte del hemiciclo tocó a rebato porque entendió que eso es lo que todos querían: de perdidos, al río; un nuevo propósito; que Sánchez se deje de tonterías y nos dé mandanga social de la buena y Estado plurinacional; BOE, BOE, BOE… Hubo un momento que pareció que la corrupción es una bendición con la que vivificar el proyecto progresista y alargarlo en el tiempo.
Rufián estuvo muy Rufián y el único pleito serio que tuvo ERC con Sánchez es que no tire por la ventana a Junts para dedicarse al monocultivo izquierdista. Junts sorprendió con un homenaje a Loquillo. Nogueras advirtió que no vino aquí para hacer amigos y recordó la gran verdad: el pleno no era sobre la corrupción, sino sobre retener el poder. Bildu pidió un poco de decoro al resto de la banda para no apretar a Sánchez más de la cuenta, pero Belarra quiso ser cruel recordando que la foto del Peugeot le perseguirá siempre. El presidente puso morritos, que es su manera de asentir. Coalición Canaria fue la única que amenazó con retirar su apoyo si no hay cuestión de confianza. Y faltaba el PNV, cuyo powerpoint sobre la trama fue magistral, salvo por el detalle de que no mencionó a Antxon Alonso. Que el PNV dedicara su réplica a detestar a Feijóo fue la señal de que Sánchez podía respirar. El presidente recuperó su lado más killer en una réplica en la que reivindicó a Zapatero y recordó que González también tuvo corrupción. Killer, pero killer. A Sánchez lo que le propulsó fue repasar las perlas de sus guionistas sobre el “y tú más” contra el PP: es impresionante; qué descaro; qué desvergüenza; hombre, por favor… A final, los gritos de dimisión se cruzaron con los aplausos. España sigue en el laberinto.
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