Mural de Hernani que reivindica a algunos de los presos etarras

El laboratorio de la desmemoria

LA RAZÓN recorre el municipio de Hernani, uno de los bastiones abertzales donde conviven etarras excarcelados con vecinos que quieren vivir paz

En Hernani, el pueblo que inspiró Patria, la novela de Aramburu, cuna de más de 14 terroristas, sus paredes, sus balcones y su ayuntamiento reivindican la vuelta de los presos de ETA. La partida de cartas que juegan algunos vecinos lleva un órdago mayor al de la transferencia de prisiones que el Gobierno rubricó esta semana para el País Vasco. Allí no se habla de ello, pero sí reivindican el «todos a casa». Es su consigna, y lo que se lee en el mural que hay frente a la herriko taberna junto a los retratos de los etarras. Alguno aún está a medias por pintar porque la ertzaina sorprendió al autor antes de que pudiera terminar su «obra». «Aquí ningún vecino lo va a denunciar», apunta un hernaniarra.

El municipio es una especie de laboratorio del odio, el bastión de la desmemoria, de los experimentos de «normalizar lo anormal». El territorio está gobernado por EH Bildu con once diputados, el partido de Otegi, el socio de Gobierno de Sánchez, quien dicta a demanda los pasos a seguir para la «socialización» del dolor y donde se hizo «hijo predilecto» a un etarra muerto en Bilbao mientras transportaba 25 kilos de explosivos.

El municipio encadena las guerras carlistas, la guerra civil, la lucha obrera, el ecologismo, el feminismo, el franquismo, o la «represión» policial como justificación a ETA. No condenan los asesinatos y tiran de «conflicto vasco» y «opresión del pueblo».

Balcones del pueblo con la ikurriña y banderas que reclaman el fin de la dispersión
Balcones del pueblo con la ikurriña y banderas que reclaman el fin de la dispersiónNACHO CUBERONACHO CUBERO

Las miradas escanean, se vigila desde los visillos de los balcones y no es raro cruzarse con algún miembro de ETA o la kale borroka. Conviven dos realidades, la de los etarras «héroes» para el pueblo, hermanos que no se hablan, tenderos que fueron chivatos o los que quieren vivir en paz y no hacen vida en el municipio. También, en Hernani han encontrado trabajo alguno de ellos. «Rosario Pikabea es guardia forestal del ayuntamiento», apuntan. En frente del parque vive uno de los que participó en la “operación Ogro”, su hijo fue también miembro de la kale borroka y lleva su mismo apodo: “Zigor”

En Hernani fueron asesinados seis vecinos, pero no hay pared, ni mural, ni placa que les recuerde. De los 15 ertzainas asesinados al menos dos lo fueron por etarras del pueblo. También en este municipio detuvieron a un grupo «durmiente» de la banda que mató a Joseba Pagazaurtundua. Maite Pagaza, hace seis años colocó un buzón en Andoain con el fin de lograr la confesión de algún testigo que pudiera esclarecer alguno de los más de 300 crímenes de los etarras sin resolver. Aunque nadie quiso confesar. La madre de Pagaza, Pilar Ruiz, ya advirtió hace unos años lo que estaba por venir: “Diréis cosas por los nombres que no son y haréis cosas que nos helarán la sangre”.

Casco viejo de San Sebastián
Casco viejo de San SebastiánNACHO CUBERONACHO CUBERO

En la plaza de los Gudaris, sede del Ayuntamiento, predomina una gran ikurriña donde, en el asta de su mástil, se insiste en el fin de la dispersión. Dos grandes pancartas sobre el feminismo flanquean la entrada al consistorio. El frontón parece recién pintado, pero mantiene la imagen de otros diez etarras a los que solo la lluvia ha deteriorado. «Está todo muy tranquilo, nada que ver como los años 80-90», apuntan.

¿Y qué piensan del traslado de prisiones? Se hace el silencio. Alguno insiste en que tienen que volver «todos», otros prefieren hablar de la pandemia y de cuándo los bares volverán a la normalidad.

En Hernani, durante 25 años un parque infantil llevó el nombre del etarra José Aristimuño, alias «Pana» –cuya familia regentaba una panadería, de ahí su apodo–. Era uno de los asesinos del comandante de caballería y jefe del Cuerpo de Miñones -policía foral- de Álava Jesús Velasco Zuazola. Fue el hoy ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien ordenó retirar el monolito después de una denuncia de la familia.

Hace dos semanas su hija recibió la llamada de la dirección de víctimas del ministerio para comunicarle que Iñaki Arakama Mendia, alias Macario, otro de los asesinos de su padre, iba a ser puesto en libertad. Le habían trasladado hace menos de tres meses a la prisión de Zaballa (Álava), donde Velasco sigue teniendo familia. En total ha cumplido 24 años por ocho asesinatos y una vida entera en ETA. «Me comunicaron que le iban a excarcelar porque estaba enfermo. Siempre ponen la misma excusa. Ha pasado desapercibido porque es un tema que está ya amortizado y parece que no interesa a nadie», lamenta Ana Velasco Vidal-Abarca cuya madre fue una de las tres fundadoras de la AVT.

Velasco considera que el fin de la dispersión «es más que una reagrupación familiar. Con ello PNV y Bildu buscan la legitimación social, resocializar a los terroristas. Es su objetivo». ¿Y cuál es el siguiente paso? «Darles vivienda, trabajo y carpetazo», apunta. Además, está convencida de que esto irá por fases. «Primero irán llevando a todos al País Vasco y el siguiente proceso será irlos soltando». «Los muertos no pueden clamar pidiendo justicia, es deber de los vivos hacerlo por ellos».

Ahora que «Macario», el etarra de su padre está en libertad por ello «pido a Dios no encontrármelo nunca, porque es como si me clavaran un puñal».

Cartel reivindicando el acercamiento de presos de ETA
Cartel reivindicando el acercamiento de presos de ETANACHO CUBERONACHO CUBERO

Consigna de no moverse

En los municipios más abertzales parece que se sigue con una consigna, la de la calma. «Cumplen a rajatabla lo que les dicen» desde la rama oficialista de Sortu, apuntan fuentes policiales. Ahora, se percibe una especie de pugna entre ellos y la supuesta «escisión», más dura, con el fin de atraer al mayor número de jóvenes bajo proclamas comunistas, charlas de Marx y Hegel, el Sahara o el antifascismo. Además, buscan captar a la población inmigrante que ha aumentado a lo largo de los últimos años. También se diferencian en sus pancartas, los “oficialistas” las ponen de un papel más caro e incluso frecuentan distintos bares. «Ahora les interesa estar desactivados. Han probado asiento en las instituciones y están cómodos. Están consiguiendo todo aquello que quieren y es algo que no pueden perder», indica un vecino del municipio donostiarra.

Los pueblos donde gobierna Bildu contrastan con la ciudad de San Sebastián donde han disminuido las pintadas. Es una ciudad turística, y casi no hay rastro de ellas en el casco viejo donde asesinaron a Gregorio Ordóñez.

El tema de las prisiones no está en el debate de la calle. Algunos reflexionan que esto viene a ser como una «gota malaya», donde además se ha aprovechado la pandemia para activar la hoja de ruta abertzale. Advierten de que la sociedad está «perdiendo músculo moral». «Están dejando hacer y al final se está obviando que el hecho de que estos -los etarras- estén en prisión es por un proyecto político sustentado por una fuerza política» -en referencia a EH Bildu-. En la apariencia de normalidad «se les está dejando hacer».

Las víctimas advierten de que está en juego la «maldición de perder la memoria».

Frontón de Hernani con fotografías de etarras del pueblo
Frontón de Hernani con fotografías de etarras del puebloNACHO CUBERONACHO CUBERO