Curso político

Podemos y Cataluña ponen a prueba a Sánchez

Los socios presionan de cara a la aprobación de los Presupuestos que quiere la Unión Europea

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez en su visita al dispositivo de acogida de afganos situado en la Base Aérea de Torrejón
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez en su visita al dispositivo de acogida de afganos situado en la Base Aérea de TorrejónCipriano Pastrano DelgadoLa Raz—n

Hoy se reúne el Consejo de Ministros por primera vez tras las vacaciones estivales en lo que significa el inicio del nuevo curso polémico. El presidente del Gobierno lo afronta con los temas que se arrastran desde antes del verano: la confrontación permanente y, prácticamente, nula relación con el PP que sigue anclado en su negativa a la renovación de los órganos constitucionales, como es el caso del Consejo General del Poder Judicial, y la Mesa de Diálogo con el independentismo pendiente de fecha.

El PP ha arremetido durante todo el mes de agosto contra el Gobierno en tres temas muy concretos poniendo en entredicho las «vacaciones» del presidente: Afganistán, la devolución de menores en Ceuta, la crisis con Marruecos y el precio de la luz. Sin embargo, ha tenido un fin de semana productivo que ha dejado al PP con el paso cambiado o en fuera de juego, según se mire. Joe Biden telefoneó a Sánchez para tratar la crisis de Afganistán y los líderes europeos Charles Michel y Ursula Von der Leyen vinieron expresamente a Torrejón para dar cobertura al presidente, poniendo en valor el trabajo realizado en España para ayudar en la repatriación de afganos tras el vertiginoso avance talibán que conquistó el país.

Por si fuera poco, Sánchez consiguió el aval de Marruecos para poner fin a la crisis diplomática en boca, nada más y nada menos, del rey Mohamed VI. La crisis que se había convertido en un ariete de primer nivel para los de Pablo Casado se diluyó como un azucarillo tras la alocución del rey alauí que abre un nuevo tiempo en las relaciones con el país vecino. Nada se sabe de este nuevo tiempo pero en el mes de noviembre la ONU volverá a debatir sobre el estatus del Sáhara. Marruecos se sabe tocado por la crisis que desató en Ceuta, con toques de atención de su tradicional aliado Francia, y quiere dar por zanjada el conflicto que culminará con la llegada, de nuevo, de la embajadora marroquí a Madrid. Como telón de fondo de esta situación, la devolución de los menores que fueron azuzados para pasar la frontera, donde el Gobierno cuenta con el apoyo del presidente Juan José Vivas.

El balón de oxígeno que ha recibido el presidente Sánchez, sin embargo, no es suficiente y mañana la Mesa del Congreso decidirá sobre su comparecencia. De momento, el PSOE no ha hecho pública su posición pero no se descarta que la apoye para rentabilizar los éxitos obtenidos este fin de semana en la política internacional que tiene una incidencia directa en la nacional.

Los principales problemas que deberá afrontar el presidente no se centran en el PP, sino en sus propios socios. Podemos está quejoso y dispuesto a tener un mayor papel protagonista en asuntos como la subida de la luz que marca máximos casi a diario. El PP ha centrado sus ataques al Ejecutivo en este tema pero no es capaz de concretar una alternativa más allá de discursos críticos. Podemos sí que quiere esa alternativa y está dispuesto a forzar la máquina dentro del Gobierno así como en el tema de la devolución de menores en Ceuta, donde la ministra Ione Belarra ha encontrado su espacio de actuación después de estar desaparecida desde que sustituyó a Iglesias.

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, no es Pablo Iglesias, pero quiere su espacio. El ejemplo lo tenemos en la reunión de la comisión que trabajó sobre la operación Afganistán. Díaz no estaba en un primer momento, pero estuvo en la reunión. Su relación con Sánchez es fluida pero Podemos se deshincha como un globo encuesta tras encuesta, lo que hace presagiar que tratarán de recuperar espacio. En la cartera de Díaz no hay que olvidar que sigue la reforma laboral y la subida del salario mínimo, temas que pondrá sobre la mesa de inmediato.

La Mesa de Diálogo será de nuevo motivo de polémica desde esta misma semana. El independentismo está calentando el ambiente de cara al 11-S con lo que el lenguaje subirá en decibelios. La Mesa se convocará tras la Diada Nacional de Cataluña y habrá que estar atentos a lo que ocurra en los próximos días porque este 11-S podría titularse «todos contra ERC». Ni Junts, ni la CUP, ni Ómnium y mucho menos la ANC están por la labor de la Mesa de Diálogo. Para marcar posición favorable al diálogo, ERC ha puesto en juego a Oriol Junqueras y a Carme Forcadell. Sánchez tiene tres meses para dar impulso a su diálogo con el independentismo porque en paralelo se juega la aprobación de los Presupuestos. Tiene un dato a favor: Aragonés también necesita aprobar los suyos.

En este tablero, Sánchez tiene que lidiar con la oposición de Podemos sobre la ampliación del aeropuerto de El Prat y las disensiones internas en el seno de ERC y Junts. En septiembre debe aprobar AENA el presupuesto y empezará la partida con Europa. Podemos está en contra. Junqueras terció en la polémica y se mostró partidario de la ampliación. Lo mismo que dijo la portavoz del PSC en el Parlament: sí a la ampliación pero no a cualquier precio.